EL MUNDO

Un mensaje al dormitorio de Arafat para contestar el último atentado

Israel disparó un proyectil contra el dormitorio del líder palestino. No quería matarlo, sino hacer una advertencia.

Por Suzanne Goldenberg *
Desde Ramalá

Una veleta y una bandera tricolor palestina volaban orgullosamente ayer sobre los cuarteles de Yasser Arafat, pero eso era más o menos lo único que seguía igual que antes. Cuando los tanques israelíes partieron después de una noche de ataques, ningún edificio en el complejo estaba intacto, ni siquiera el dormitorio de Arafat, que tenía un enorme cráter en la pared. Por todos lados había un mar de escombros aplastados y vidrios rotos: edificios de tres pisos derrumbados después de haber sido volados por dinamita israelí, agujeros de los proyectiles de los tanques disparados contra estructuras más pequeñas, marcas de quemaduras y los rastros relativamente delicados del fuego de ametralladoras. Ayer también incursiones en Hebrón y Belén.
En total, fueron destruidos o muy dañados seis edificios pertenecientes a la fuerza de seguridad nacional de Arafat –la mayor de sus fuerzas policiales– que albergaban los cuarteles financieros, operacionales, de planeamiento, administración y de comunicación de la agencia, un centro de servicio de vehículos, una barraca y los cuarteles personales de su jefe. También lo fueron la prisión y las oficinas de la inteligencia militar y civil. Uno de los guardias de Arafat resultó muerto en el asalto. “Esto no va a ayudar a nuestra seguridad o la seguridad de los israelíes –dijo Nabil Abu Rudeina, un alto asistente de Arafat, durante un recorrido por las ruinas–. Destruyeron las agencias de seguridad que fueron construidas por la CIA para su propio bien.”
Israel dijo que la misión de destrucción fue una operación limitada en respuesta a la bomba del miércoles en el ómnibus en el cruce de Megiddo, que mató a 17 israelíes. “No es posible ejercer moderación frente a esos ataques asesinos”, dijo el ministro de defensa, Binyamin Ben Eliezer. El canciller Shimon Peres dijo que el ataque había sido pensado para que Arafat supiera que Israel lo hacía responsable por la ola de ataques suicidas dentro del Estado judío. “Es para mostrar a la Autoridad Palestina que tiene que ser activa para detener el terror, y para interceptar la actividad terrorista”, le dijo a la televisión israelí.
Afirmó que no se quería renovar el arresto de Arafat, sino darle un mensaje claro de que debe movilizar a sus fuerzas de seguridad para dar caza y arrestar a los terroristas suicidas palestinos. Arafat, que es conocido por trabajar durante la noche, no estaba en su cuarto en ese momento, aunque acusó a Israel de tratar de asesinarlo. Un vocero del ejército israelí, Capitán Jacob Ballal, dijo que Arafat no había sido el blanco: “Si hubiera habido alguna intención de herir a Arafat, no hubiera sido un problema”.
El asalto comenzó antes de las 2 de la mañana cuando 50 tanques, vehículos blindados y topadoras entraron al complejo ocultos en la oscuridad. Montones de los 500 hombres que dormían adentro, en su mayoría miembros de las fuerzas de seguridad, huyeron a pie hacia el centro de la ciudad. “Corrimos como rebaños de animales –dijo Abed Rabbo, un contador de la policía–. Nunca pensamos que algo así podría ocurrir.” Para las 8 de la mañana, después de amarrar explosivos en algunos edificios, bombardear a otros, y hacer un prolijo agujero en el centro de la pared de los cuarteles de Arafat, los israelíes se retiraron. Más tarde durante el día, los tanques entraron a los bordes occidentales de Ramalá para arrestar a un miembro de Hamas y otro palestino.
Inicialmente pareció que planeaban quedarse en los cuarteles de Arafat. Los soldados construyeron obstáculos de 1,50 metros en todos los caminos que conducían al complejo, igual que lo hicieron durante el largo mes del sitio. A la mañana, los palestinos aparecieron con palas para destruirlos. Un poco más tarde, Arafat emergió rodeado de guardias de seguridad, haciendo la señal de la victoria y bramando contra Israel, en lo que se ha convertido en un ritual demasiado familiar de desafío. Invitó a los líderes de Estados Unidos, Europa y el mundo árabe a que visiten su ruina.”Deberían venir y ver este racismo y fascismo y esta flagrante agresión sobre los cuarteles del liderazgo palestino.”

De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère

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Un carro blindado israelí al borde de la escena.
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