EL MUNDO › ESCENARIO

El Juego de la Oca

 Por Santiago O’Donnell

Arrancaron las elecciones primarias en Estados Unidos para elegir a los dos candidatos que competirán el próximo 4 de noviembre por la presidencia de los Estados Unidos. Las elecciones primarias pueden ser un trámite, pero casi siempre son bastante divertidas, cambiantes y llenas de pequeños dramas que reflejan lo mejor y lo peor de la cultura política norteamericana.

El proceso se parece mucho a un juego de mesa y de hecho había un juego de mesa basado en el proceso que era muy popular en Estados Unidos en los años ’70 y que seguramente se sigue fabricando, con tablero, fichas, y jugadores que desarrollan estrategias sobre la base de la suerte de los dados y las tarjetas que van sacando al caer en los distintos casilleros. Como un Juego de la Oca pero para niños de +18.

Objetivo del juego: Llegar al final de juego habiendo sumado la mayoría de los puntos en disputa. Los puntos vienen a ser los delegados que van a la convención partidaria para elegir al candidato. Los jugadores suman puntos ganando elecciones estatales. Hay cuatro mil puntos en juego y gana el que suma la mitad más uno.

Tablero: Está formado por el mapa de los Estados Unidos. Cada uno de los cincuenta estados representa un casillero. Sumadas la capital federal y los votos del extranjero, el tablero tiene un total de cincuenta y dos casilleros. En cada casillero hay puntos en juego. El número de puntos es proporcional a la población de cada estado.

El juego sigue un recorrido caprichoso porque cada estado elige la fecha de sus elecciones sin consultar al otro, pero a la vez el recorrido queda rigurosamente preestablecido al principio del juego, como sucede en el Rally de Dakar o el Tour de France. El juego de las primarias empezó el jueves en Iowa, en el centro del tablero, y sigue la semana que viene en New Hampshire, en el ángulo superior derecho, y así hasta completar todos los casilleros a mediados de junio.

Cada casillero tiene sus propias reglas. Algunos le dan todos los puntos al ganador, otros los reparten en forma proporcional al resultado de la votación.

Turnos: Los tiempos también fueron caprichosamente preestablecidos. Suele haber tres o cuatro días, o turnos, entre cada elección, y también no es inusual que haya dos o tres elecciones en un mismo día. En los turnos donde no hay elecciones y por lo tanto no hay puntos en disputa, los jugadores sacan tarjetas y mueven, suman o pierden fichas. En su versión 2008 el juego se divide en tres tramos.

En el primer tramo hay pocos puntos en disputa, más o menos 200, pero se reparten muchas fichas verdes, que son fundamentales para ganar. El segundo tramo se disputa en un solo día, el 5 de febrero, en un extravagante evento bien llamado Supermartes.

El Supermartes aglutina a veintidós elecciones de distintos estados y vale exactamente la mitad de los puntos en juego, o sea 2000. La frutilla del Supermartes es el estado de California, el más populoso del país, que vale unos 450 puntos y se decide a todo o nada, sin premio consuelo para el que sale segundo. El Supermartes también incluye a Nueva York, segundo estado en importancia en el nivel nacional, que aporta unos 280 puntos.

El tercer tramo reparte los restantes 1800 puntos-delegados entre unas diez elecciones más o menos parejas en importancia, de las cuales se destacan las de Texas y Pennsylvania. El tercer tramo sólo importa si dos jugadores salen medio empatados del Supermartes. Si no, se convierte en un paseo para el virtual ganador hasta lograr los puntos necesarios, o hasta que los demás jugadores se retiran del juego para evitar la humillación o porque se acabaron sus fichas verdes.

Fichas: Hay dos clases de fichas, las rojas y las verdes.

Las fichas rojas representan los días de campaña. Cada jugador arranca con unas 180 fichas de distinto valor. Las fichas rojas más valiosas son las que representan los días de campaña previos a la fecha de cada elección importante. En cada turno, el jugador coloca una ficha roja en el casillero de su elección.

Las fichas verdes representan los dólares que se gastan. La mitad de las fichas verdes se reparten al principio del juego. Algunos jugadores reciben más, otros menos, de acuerdo con la popularidad del candidato y las preferencias de los organizadores del juego, o sea los partidos políticos y sus donantes. Los juegos de los partidos Demócrata y Republicano se hacen al mismo tiempo. La otra mitad de las fichas verdes se reparte durante el juego, a medida que se suceden los triunfos y las derrotas y cambian los favoritismos.

Jugadores: Como en los juegos de rol, cada jugador presenta un perfil basado en lo que es, lo que hizo y lo que dice que va a hacer. Además de los atributos personales –juventud, experiencia, raza, historia familiar–, lo que más importa para el juego es qué dice y qué hizo cada candidato con respecto a los temas que más preocupan en el casillero donde se juega. Una vez definido el perfil del jugador y los temas que interesan en cada casillero, y cómo se reparten las primeras fichas, empieza el juego.

Desarrollo del juego: Los jugadores dividen los casilleros en cinco categorías según sus chances: casi ganados, ganables, peleados, difíciles, casi perdidos. Y también según la cantidad de puntos en juego: muy grande, grande, mediano, chico, muy chico. Por ejemplo Iowa es mediano, New Hampshire, chico. A partir del cruzamiento de estas dos variables los jugadores colocan sus fichas en los distinto casilleros, buscando optimizar recursos para ganar la mayor cantidad de puntos posibles.

Dados: Los dados deciden las elecciones, o sea quién se lleva los puntos. Según la cantidad de fichas apostadas, el jugador tiene pocos o muchos tiros de dado. En Iowa, el favorito republicano Mitt Romney apostó seis veces más fichas verdes que el casi desconocido Mike Huckabee, pero perdió. La favorita demócrata Hillary Clinton también perdió un montón de fichas. Su rival Barack Obama, que arrancó el juego con la mitad de las fichas verdes de Hillary, también apostó fuerte en Iowa pero ganó, con lo cual sumó puntos y muchas fichas verdes.

Tarjetas: En cada casillero el jugador saca una tarjeta. La tarjeta puede decir: “Bajó la cantidad de atentados en Irak desde que Bush lanzó su última ofensiva”. Entonces el único jugador que apoyo la ofensiva, John McCain, gana popularidad y por lo tanto fichas verdes. Otra tarjeta puede decir “Mataron a Benazir Bhutto”. Entonces los candidatos con más experiencia internacional como Clinton o Giuliani ganan fichas. Otra puede decir “Empeora la economía. Crece la xenofobia.” Entonces los candidatos de mano dura contra los inmigrantes como Romney ganan puntos, y un candidato osado como Huckabee puede sacar un aviso diciendo que a Bhutto la mataron los inmigrantes que entraron a Pakistán de manera ilegal y por lo tanto hay que apurar el muro con México. (Le salió mal: al día siguiente debió pedir perdón.). Los jugadores pueden escribir sus propias tarjetas al generar hechos mediáticos como puede ser un aviso que ataca a un rival, pero la jugada puede salir mal. Por lo general, los favoritos no arriesgan.

>Estrategia I: Las fichas verdes sirven para pagar todos los gastos de campaña, pero la gran mayoría se invierte en avisos de televisión. Según la cantidad de fichas verdes que cada jugador quiera gastar, habrá pocos o muchos avisos por televisión. Cada casillero requiere un aviso o una campaña de avisos diferente. En Iowa, por ejemplo, predominan los jubilados y granjeros evangélicos blancos, entonces los avisos deben dirigirse a ese público, haciendo hincapié, por ejemplo, en posiciones morales como la oposición al aborto o a los casamientos de personas del mismo sexo. En New Hampshire, en cambio, predominan los conservadores fiscales a la Milton Friedman, entonces los avisos ponen el acento en la cuestión fiscal. Esto es algo impensable en Iowa, donde los granjeros reciben fuertes subsidios y los jubilados dependen de la seguridad social. Además, en New Hampshire hay bases militares, por lo tanto siempre viene bien mencionar la “seguridad nacional”.

Estrategia II: La fuerte apuesta de Obama en Iowa parecía muy arriesgada porque el perfil del estado no favorecía su condición de joven hijo de inmigrante africano, pero decidió jugarse porque si no Clinton se le podía escapar. Salió airoso jugando fuerte en las grandes ciudades y en los condados pegados al río Mississippi, donde el votante es más cosmopolita. Subrayó su condición de vecino del Medio Oeste que conoce a fondo la región, y acertó con un mensaje de “cambio” que seduce al votante de Iowa, que por ocupar el primer casillero siempre trata de dar un batacazo. Más todavía en este juego 2008, que arranca con el presidente menos popular de la historia.

Estrategia III: El republicano Rudolph Giuliani decidió apostar cero fichas en Iowa y muy pocas en New Hampshire y se pasó esta semana haciendo campaña en Florida. Su estrategia tiene sentido, ya que por cantidad de fichas tiene casi asegurado que llega a Florida, la última elección previa al Supermartes, mientras la mayoría de sus rivales depende de un buen arranque para mantenerse en carrera.

Penalidades: No vale prometer o decir cosas que no figuran en la plataforma de campaña o no coinciden con el currículum del jugador. Si así lo hiciera, el jugador recibiría una fuerte multa de fichas verdes porque perdería apoyo financiero, o directamente podría ser expulsado del juego. Por ejemplo, en los ’80 Joseph Biden fue expulsado por plagiar en sus discursos párrafos enteros de un ignoto autor inglés, y Gary Hart por ser descubierto con una conejita de Playboy en circunstancias poco afortunadas. Los estados también pueden ser multados. Michigan perdió todos sus puntos por mover la fecha de sus elecciones fuera de los plazos preestablecidos y Florida perdió todos sus puntos en el juego demócrata y la mitad de sus puntos en el juego republicano por una infracción similar.

Aviso: Para jugar hay que ser millonario y haber nacido en Estados Unidos, a menos hasta que Terminator Schwarzenegger consiga cambiar el segundo requisito. El resto de los 300 millones de estadounidenses no pueden ser jugadores, pero pueden sumarse al equipo de un candidato o aportarle un voto. Los demás pueden seguir el juego por la CNN.

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