Al cierre de esta edición, era incierta la aprobación o el rechazo de la Propuesta 19 para legalizar el cultivo, el procesamiento y la venta de marihuana a personas mayores de 21 años en el estado de California. Los últimos sondeos, publicados el fin de semana pasado, indicaban que había un 49 por ciento de la población en contra y 42 a favor. Pese a la popularidad del cannabis en este estado, que lo legalizó para uso medicinal, pesaron sobre los votantes distintos lobbies: el de los líderes republicanos, las autoridades mexicanas (país proveedor de California) y de Colombia. “También hay una fuerte presión de los que cultivan ilegalmente acá, que son hippies, pero no quieren perder el negocio”, comentó a este diario Michael Mullady, un fotógrafo de San Francisco y usuario de cannabis.

En el Acta de Regulación, Control y Fiscalización del Cannabis, que fue sometida a voto, se explica que tras “décadas arrestando millones de consumidores no violentos de Cannabis”, no se logró controlar ni reducir la disponibilidad del mismo. “A pesar de tener algunas de las leyes más estrictas de cannabis en el mundo, Estados Unidos tiene el mayor número de consumidores. El porcentaje de nuestros ciudadanos que consume cannabis es el doble del porcentaje que en Holanda, un país donde la venta y la posesión para consumo en adultos está permitida”, agrega.

Pero la Propuesta 19 no surge de una preocupación por la situación carcelaria o los derechos individuales, aunque reconozca que la marihuana no es más perjudicial que el tabaco o el alcohol “y no es físicamente adictivo, no tiene efectos tóxicos a largo plazo en el organismo”. El motivo es económico. Y eso queda claro en la redacción del Acta: “En California se estiman quince billones de dólares en transacciones ilegales de cannabis por año. Gravarlo y regularlo generaría billones de dólares en beneficios anuales para California que podrían utilizarse en generar empleos, seguridad social, escuelas, carreteras y más”.

En Los Angeles, la ciudad más importante del estado, ayer los ánimos estaban más divididos que en las encuestas. Victoria Breslin, una residente del barrio residencial de Hancock Park, que caminaba junto a su esposo, Paul, fundamentó su voto positivo con una comparación. “La gente va a fumar marihuana se legalice o no; es lo mismo que ocurrió con la prohibición del alcohol. De esta forma podemos obtener dinero a través de los impuestos y beneficiar a la ciudad”, dijo la mujer.

Su marido opinó lo mismo. “Necesitamos el dinero, es así de simple”, dijo el hombre, quien agregó: “La gente va a conseguir el material en la calle de todas maneras sin pagar impuestos. Y creo que es importante deshacerse de los dealers y que pueda estar al alcance de los adultos en las tiendas”. La misma postura fue sostenida por el multimillonario George Soros en una columna del diario The Wall Street Journal la semana pasada. Además, Soros donó un millón de dólares para apoyar las campañas publicitarias en favor de la legalización.

Caroline Bennett, de Los Angeles también, votó en contra porque considera “que los argumentos a favor, eso de generar más ingresos, no son lo suficientemente importantes para contrarrestar lo que son sus efectos negativos”. El vocero del gobierno mexicano para asuntos de seguridad nacional, Alejandro Poiré, aseguró ayer que, de aprobarse la Propuesta 19, se “generan mayores estímulos económicos para los criminales”. El gobierno colombiano también se mostró preocupado.

Desde San Francisco, anoche el fotógrafo Mullady contó que ya se nota la preocupación entre los cultivadores y dealers locales. “Acá fuma mucha gente y ellos van a perder plata. Yo voté a favor porque es insostenible que la única forma de fumar legalmente sea yendo al médico y consiguiendo una receta”, dijo Mullady. “¿Se debatió mucho el tema estos días?”, preguntó Página/12. “Para nada. Están todos festejando el triunfo de Los Gigantes de San Francisco en la Liga de Baseball.”