EL MUNDO › DESIGUALDAD CRECIENTE Y CRIMINALIZACION DE LA PROTESTA SOCIAL

Un discurso de mano dura con acento british

 Por Marcelo Justo

En la Cámara de los Comunes el discurso de mano dura reflejaba la visión de la mayoría de los británicos, horrorizados por los disturbios y saqueos de los últimos días. El primer ministro David Cameron y el laborista Ed Milliband interpretaron con sus discursos un clamor bastante unánime para que haya condenas ejemplares y expeditivas. Nada peor en estos casos que los actos reflejos pavlovianos.

La población carcelaria supera el record de 85 mil reclusos. En 80 de las 132 prisiones en Inglaterra y Gales hay hacinamiento (en versión de Primer Mundo). La idea de que la prisión purifica no se condice con los hechos. El 59 por ciento de los que tienen sentencias de más de doce meses vuelven a cometer delitos. Entre los que han tenido más de diez condenas, el porcentaje de reincidencia se eleva al 77 por ciento. La posibilidad de rehabilitación cuando la mayoría pasa entre 16 y 22 horas encerrados en celdas de a tres personas no suele ser muy grande. ¿Tiene sentido añadir a esta población unos 1500 más por estos disturbios?

Entre los que buscan una reforma del sistema penal, hay muchos que piensan que sería mucho más beneficiosa la aplicación de una justicia reparadora. Según esta escuela, los saqueadores de negocios y casas deberían encontrarse frente a frente con los que atacaron para comprender el impacto de sus acciones. Cientos de horas de trabajo comunitario podrían ayudar a una rehabilitación de jóvenes y adolescentes que pusieron sus vidas y las de otros al filo de la navaja en momentos de vértigo y violencia colectiva. Pero por el momento la opinión pública más audible y visible exige castigo y no quiere ni escuchar de problemas socioeconómicos o culturales. Ed Milliband y el laborismo han mencionado este último aspecto, pero en último lugar y como quien pide permiso y teme que lo acusen de los disturbios.

Un comentarista del matutino The Guardian, Seumas Milne, critica esta visión. “Si lo que pasó esta semana es pura criminalidad y no tiene nada que ver con el acoso policial, el desempleo juvenil, la desigualdad social o la crisis económica ¿por qué está pasando ahora y no hace una década? ¿Por qué ocurre en barrios carenciados?”, señala Milne. To-ttenham, punto de partida de los disturbios, es la zona con el mayor nivel de desempleo de Londres. Los clubes juveniles, esenciales en las vacaciones de verano, han desaparecido para lidiar con un 75 por ciento de recortes presupuestarios. Con un panorama de desempleo y tanto tiempo en sus manos, en una sociedad en que el dinero se ha convertido en valor supremo, con una desigualdad en que el ingreso del decibel más alto ha crecido 273 veces más que el de los más pobres, ¿sorprende realmente que se produzcan estos hechos?

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