EL MUNDO › POR JUAN GABRIEL TOKATLIAN*.

Un contestatario muy paradójico

Lo primero que hay que destacar es que fue un golpe de estado, y como tal, pone en serio cuestionamiento toda aquella perspectiva que indicaba que la democracia no solamente había hecho un tránsito positivo en América latina sino que se había consolidado. Yo creo que no hubo una rebelión cívico-militar, o un levantamiento popular, sino una gran movilización social sin duda alguna; hubo una serie de acciones de participación de la sociedad civil en cuanto a expresar el descontento y rechazo a Hugo Chávez y su proyecto. En segundo lugar, lo que sucedió en Venezuela es parte de un conjunto de problemas sociales, económicos y políticos que está atravesando el conjunto del mundo andino en particular, un fenómeno subregional profundamente complejo, que a su vez está atravesado por cuestiones de índole internacional como el problema del petróleo y los energéticos, las drogas, la lucha contra el terrorismo. En tercer lugar, remarcaría que este sacudón en el mundo andino no solamente va a afectar a Venezuela, y posiblemente veamos hacia el futuro una Sudamérica cada vez más inestable en términos institucionales, cada vez más vulnerable en términos políticos y cada vez más crítica en términos económicos. Por lo tanto, creo que debemos volver a abordar el estado de la democracia en Sudamérica como eje de una nueva reflexión, de si es posible constituir regímenes democráticos sustantivos o no en esta región.
Esta situación beneficia a los intereses estratégicos de Estados Unidos en la medida en que Hugo Chávez había puesto en práctica una política fuertemente contestataria de la hegemonía norteamericana. En ese, sentido Chávez tuvo una suerte de política “esquizofrénica” porque en términos diplomáticos apareció desafiando a Washington –su relación íntima con Cuba, sus viajes al mundo árabe hostil a Estados Unidos–, una alianza estratégica con Rusia y China para lo que llamaba la compensar lo que él llamaba la hegemonía unipolar de Estados Unidos. Mientras que por este lado había un desafío en términos domésticos, internos y económicos, nunca estuvo en un estado confrontacional con el capital internacional, nunca desconoció los términos de venta de petróleo, nunca amenazó las finanzas de los bancos norteamericanos establecidos en Venezuela; y en los últimos nueve meses puso en práctica diferentes planes económicos con un sello marcadamente neoliberal y ortodoxo. Hugo Chávez llega con un estilo populista, autoritario y mesiánico y se afianza en una suerte de democracia plebiscitaria. Tuvo un profundo respaldo popular y nacional, que lentamente, por su forma de trato a la oposición y por su ansiedad de perpetuación recurrió a estratagemas cada vez más hostiles con la oposición, inclusive al interior de su partido –el socialismo se desprende de la coalición gobernante– y finalmente queda él con su movimiento original Quinta República; confronta a los sindicatos, al sistema judicial, a los medios de comunicación, va extinguiendo su base de apoyo y produce una polarización más política que social. Pero el elemento fundamental para una aglutinación social efectiva fue el acompañamiento militar.

* Director de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés.

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