EL PAíS › EL PJ GANO POR PALIZA EN SANTIAGO DEL ESTERO. HUBO UN AUSENTISMO MUY ALTO

Crónica de un triunfo más que recontraanunciado

Con un 70 por ciento del voto, Juárez hizo reelegir sin problemas a su protegido e instaló a su mujer como vice. El voto en blanco salió segundo, los radicales terceros
y el ARI cuarto. Hubo un increíble ausentismo y los festejos no fueron masivos. El caudillo lo definió como un triunfo del “que se queden todos”.

 Por Nora Veiras

Todo es lento, tranquilo, hasta que se intuye que Carlos Juárez se acerca para votar. En el medio de un semicírculo de guardaespaldas y militantes, aparece diminuto el ex gobernador. Con los hombros vencidos y los tobillos flacos bailando en sus zapatos, parece la imagen del fin de una época. No es así. Frente a la Escuela Patricias Argentinas todos corren para saludarlo y sentirse reconocidos. Los cronistas lo rodean y él pronostica el triunfo del peronismo con Carlos Díaz y su esposa “Nina”. Su voz es firme, parece salir de otro cuerpo. Advierte que “no se puede decir que esta elección tenga incidencia a nivel nacional porque es una voz del interior que a veces no se condice con lo que pasa en Buenos Aires”. Y desafía: “A esa voz arbitraria que pide que se ‘vayan todos’, yo le respondo desde acá ‘que se queden todos’ y el pueblo decida”. Con un electorado raleado por la indiferencia los que fueron –o los llevaron– a votar le dieron la razón: ganó el peronismo como viene sucediendo desde el retorno a la democracia.
Ramón le saca el candado a su bicicleta después de votar. Lo hizo por “el juarismo”.
–¿Por qué? –le pregunta Página/12.
–Y, yo soy peronista desde siempre. De chico era del doctor Francisco López Bustos, pero como él ya no participa más lo voto a Juárez. Es peronista.
–Pero Juárez no es el candidato.
–Bueno, Díaz recién está empezando de la mano de Juárez... vamos a ver. Ahora el día, Dios no lo permita, que no esté Juárez no sé qué va a pasar. Se va a venir todo abajo. No va a haber conductor. Por más que quede la señora, no va a haber cabecilla.
–Usted dice “se va a venir todo abajo” pero la pobreza que hay es muy grande y Juárez gobernó durante casi 20 años...
–Eso es por las malas administraciones de la Nación. Yo gracias a Juárez tengo mi casa que me la ha adjudicado hace como veinte años. Lo voto más por eso. Mi casa tiene todas las comodidades, tiene cloacas.
Ramón se despide y deja ver su dentadura destruida. Tiene 52 años, ninguna esperanza de conseguir trabajo, subsiste con un Plan para Jefes y Jefas de Hogar Desocupados.
En 1973, en pleno auge de la Juventud Peronista, López Bustos desafió a Juárez con la bendición de Perón. Desde que logró derrotar al candidato del líder, los juaristas recuerdan que “El doctor hasta le ganó a Perón”.
El Supremo
Por las calles se ven los remises con carteles del Partido Justicialista y las tres ramas en las que se divide el movimiento: Femenina, Política y Juventud. A primera hora de la mañana sólo los hombres salen a votar. La tradición señala que el turno de las mujeres es a la siesta, después de haber preparado la comida. Excepto para la candidata a vicegobernadora que no vota. Sí, ella no se muestra. “Tiene domicilio en Buenos Aires”, explican, inmunes a las condiciones para presentarse como candidata.
La gente de Juárez había dicho que el caudillo se acercaría al cuarto oscuro a las 9.30 pero llega recién a las 11. Todos los medios lo esperan y se pierden la votación de Carlos Díaz, el verdadero candidato, en La Banda. Nadie lo lamenta, se sabe que el gobernador no existe.
Antes de entregarse al esfuerzo de caminar la cuadra y media que lo separa de su casa, Juárez se detiene a hablar con la prensa. “Hoy es un día muy especial para el país, es la primera elección en un ambiente cargado de tensiones. Esta elección la hicimos para ver si acá resuenan las mismas voces de protesta que se manifiestan en las grandes ciudades. Es necesario que el país sepa que acá se vive en paz, con tranquilidad ylibertad”, arremete mientras en los oídos de más de un periodista local queda resonando la palabra “libertad”. Se preguntan si habrá sido una ironía o una cargada.
–¿A qué precandidato del peronismo va a apoyar? –quiere saber un cronista.
–Cuando parecía que se iba a presentar (Carlos) Reutemann pensaba que se lo podía apoyar. Pero ahora veremos cómo sigue el proceso.
–Usted comparó a su señora con Evita. ¿A usted se lo puede comparar con Perón?
–Nooooooo. Soy un alumno de Perón –responde Juárez y en el tumulto resuena la voz de un grandote que grita “el mejor alumno de Perón”.
–Doctor, usted tiene varios títulos: “Ciudadano ilustre”, “Asesor”, “Protector”, ¿cómo le gusta que lo llamen?
–Protector, me agrada eso. Porque yo he vivido luchando por los pobres –confiesa el caudillo y el séquito lo acompaña hasta su casa.
Juárez suele repetir que “ningún voto viene de la Nación” y juega su propio partido. En el ‘89 apoyó a Antonio Cafiero en la interna frente a Carlos Menem. El ex presidente, dicen, no le perdona que le “haya metido 30 mil personas a Cafiero” y que a él lo dejara solo en un acto raleado. Además de declararlo persona no grata en un congreso del Partido Justicialista que sesionó en Río Hondo. Desde entonces la relación está lejos de ser la ideal. Con José Manuel de la Sota habló un par de veces por teléfono pero prefiere no apostar a pleno. A Juan Carlos Romero lo recibió hace pocos días para firmar un convenio en el teatro 25 de Mayo. El día coincidió con la actuación prevista del cantante y bandoneonista Rubén Juárez, quien llegó y se encontró con que le habían levantado la función. Adolfo Rodríguez Saá cuestionó la convocatoria a elecciones provinciales. Con Néstor Kirchner no comparte su estrategia y menos desde que apoyó a sus opositores Ramón Vargas y Héctor “Chabay” Ruiz.
Pobres
“El campo es juarista”, repite un hombre asqueado del miedo que ahoga toda crítica y abunda: “No tienen agua, imaginate... les dan unos bolsines de comida, frazadas y colchones y es como si les dieras oro. Con que lo hagan una vez cada dos años les basta y sobra para ganarse la confianza de la gente”. Para intentar comprender ese interior rural que pasó del sojuzgamiento del patrón del obraje al sometimiento al caudillo político, nada mejor que la obra Hacha y quebracho del historiador y escritor Raúl Dargoltz. A principios del siglo XX, los bosques santiagueños de quebracho cubrían 10 millones de hectáreas, ahora no llegan a 500 mil. Ingleses y franceses devastaron los montes, olvidaron a los pueblos con un trazado ferroviario orientado sólo a sacar el azúcar de Tucumán y la carga forestal y, con la anuencia de los gobiernos locales explotaron sin piedad a la gente. Una vez depredado todo, quedaron los hacheros y sus familias sumidos en la sequía. Nunca se canalizaron los ríos y el agua sigue siendo el bien más preciado. El asalto al tren aguatero es una realidad que todavía hoy subsiste.
“A los changuitos no se los baña, se los plumerea.” “Nosotros en Carnaval jugamos a los cascotazos”, chancean los santiagueños cuando le quieren poner humor a su tragedia. Los obrajes ya son parte del pasado, pero la estructura de sumisión sigue intacta. “No sabés, en los pueblos de frontera, es el puntero local el que les pide la libreta a los changos y vota por todos”, repiten con naturalidad y anticipan: “Los resultados del interior van a estar antes porque las mesas las cierran temprano, no esperan a las seis”. Esa es la tierra donde mejor cosecha el juarismo. Muchos recuerdan que para este hombre de 86 años, las escuelas nunca fueron una prioridad y refuerzan las consecuencias con una anécdota: “Haceunos años en los actos la gente cantaba: ‘Yo te daré, te daré niña hermosa, una cosa que empieza con G: Juaréz’”.
En las ciudades, el pago en término de los sueldos es la clave del triunfo. Los estatales cobran alrededor de 220 pesos. Los diputados, en cambio, embolsan 4000. La capital y La Banda, que tradicionalmente ganan los radicales, han padecido durante mucho tiempo las arbitrariedades de la liquidación de partidas. Para estos comicios, el edificio municipal de La Banda permanece tomado por los empleados. En la capital sobra recorrer diez cuadras para encontrarse con la miseria. Por la falta de trabajo en el interior las familias empezaron a trasladarse a la ciudad. En los barrios La Católica y 8 de Abril, se agolpa la gente en calles de tierra, casas de chapa o rudimentario material. El centro muta en favela.
Límites
En la Escuela Patricias Argentinas también votaron ayer el candidato radical José Zavalía y el presidente del Tribunal Electoral y del Superior Tribunal de Justicia, Ernesto Nicolás Kozameth. El radical llegó y también lo acosó la prensa.
–Usted es un radical más de los que abandonan el poder –lo increpó un periodista en obvia alusión a su renuncia a la intendencia del 24 de diciembre pasado.
–Yo soy un radical de los que nos obligan los factores de poder a renunciar. Menem pudo cumplir su mandato porque complació al poder económico, a la extranjería.
–¿Qué opina sobre el reclamo de “que se vayan todos”?
–Creo que se tienen que ir los hipócritas, corruptos y los que entregan al país. Acá vino Elisa Carrió a hacer campaña por sus candidatos. Ella dice que se vayan todos pero se queda ella. Dijo que no iba a hacer campaña y vino a Santiago a hacerla, ésa es la hipocresía.
–¿Y Juárez?
–Juaréz es uno de los hombres más ricos del país.
–¿Riqueza bien habida? –lo apuró el cronista de Radio Exclusiva.
–Bueno, yo no soy investigador, habría que preguntarle a él -relativizó el candidato, dejando al descubierto los límites de su oposición.
El radical apuntó contra el ARI porque disputa el segundo lugar con Mario Bonacina, un ex radical, ex intendente y ex cuñado suyo que talló en el disconformismo y frustración generados por la última intendencia de Zavalía. Héctor “El Chabay” Ruiz, un ex frepasista devenido en un sublema de un sector del peronismo, también alentaba ayer esas expectativas. En rigor, la ley electoral no le deja a la oposición demasiado margen para la esperanza. De los 50 legisladores, 35 se los asegura el ganador. El peronismo presentó para la reelección a 32 de esos 35. Lo mismo sucede con los convencionales constituyentes que en tierra de Juárez tienen una particularidad: se reunirán para convalidar los comicios en los que fueron electos y así darle legitimidad al adelantamiento de las elecciones que se celebraron ayer.
Con todas estas particularidades, a pesar del deseo del gobierno de Eduardo Duhalde de capitalizar a nivel nacional el triunfo peronista, no se puede decir que Santiago del Estero sea un espejo del país.

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Carlos Juárez votando ayer a la mañana: “Es necesario que el país sepa que acá se vive en paz”.
Como llegó tarde, nadie fue a La Banda a cubrir el voto del candidato a reelección. No importaba.
 
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