EL PAíS › OPINION

El año de gracia más caro del mundo

Por Lucía Alberti *

Dijo Koffi Annan: “En el nuevo siglo, la tarea más urgente para la ONU es rescatar a más de mil millones de hombres, mujeres y niños de la pobreza abyecta y deshumanizante”. Sabias palabras de un hombre que tiene la inmensa responsabilidad de velar por un mejor destino de la humanidad.
Sin embargo, parece que no todos los que tienen alguna responsabilidad en la agudización de la pobreza, son capaces de caminar en el sentido que expresa el secretario general. Diría mi abuela, todo se ve según el cristal con que se adorne (no con que se mire). O sea que puede terminar en un problema de interpretación. Si se es parte del núcleo que lidera las finanzas buitres, seguramente pensarán que no son mil millones de personas sino unos mil capitalistas los que pueden sufrir riesgo, entonces, a rapiñar se ha dicho. Si de la banca se trata, la cuestión es asegurar el futuro de los hijos de los hijos de los hijos... y ya perdí la cuenta de las generaciones, a costa de los ahorristas. Si hablamos de las corporaciones globales, que pueden comerciar leche envasada, gomas para rodados, preservativos femeninos, ganchitos para cortinas y/o caramelos de menta, la cuestión pasa por asegurarse las ganancias a costa no importa de qué. Es tan claro lo del cristal que ejemplificaba siempre mi abuela, que en la Argentina de los últimos días, obtener este regalo reciente del año de gracia que generosamente nos brinda el FMI, respecto de novecientos y pico de millones, significó rifar la gobernabilidad democrática. Por eso es esencial hacer una permanente gimnasia de lo que no debemos olvidar.
Se necesitaron entre otras múltiples y graves cosas: el estado de sitio, 32 muertos, la caída de un presidente, el millón de pobres al año, clase media cautiva del corral, ruptura de la cadena de pagos, paralización de la economía, desesperación, angustia, intentos de huidas en masa hacia otros países, combates de pobres contra pobres, degradación, pérdida de los últimos valores, riesgo y vulnerabilidad peligrosamente ascendente, destrozos y estallidos en todo el país. El descrédito de la política, el reinado de las incertezas. Lograr ese año de gracia significó la pulverización de un país que vivió de fiesta en fiesta, prestadas por el jolgorio de IBM Banco Nación, las valijas de Amira Yoma, Caserta, Ibraim, Yabrán, el tráfico de armas. Un país que padeció pérdidas notorias como las de Cabezas, la AMIA, Teresa Rodríguez por citar algunas. Pérdidas silenciosas de ancianos y jóvenes suicidas, de chicos hambrientos, de inmigrantes perseguidos, mientras que los que hoy aprietan hasta desangrar, ayer aplaudían y se apantallaban mutuamente.
En esta querida y apaleada Argentina todo es posible. La pulverización sistemática a que nos han sometido con el endeudamiento, la venta de los activos y del patrimonio nacional, la pauperización del Estado y el default, tiene aún, un riesgo más profundo, la disolución social. La respuesta, desde el fondo de nuestro corazón, la sabemos prácticamente todos. El tema es comprobar que quienes decidieron ejercer liderazgos también lo saben. Es evidente que estamos en emergencia y que esta especie de consulta popular diaria que ha establecido el actual gobierno, mediante el anuncio de medidas que luego va corrigiendo, es esencial. Lo cierto es que, junto con la emergencia alimentaria y la emergencia sanitaria hay que declarar la emergencia política y social, para rescatar a más de treinta millones de habitantes de los carroñeros de siempre.

* Foros Ciudadanos Para la Transformación.

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