EL PAíS › OPINION

En el estilo de Duhalde

Por Alfredo Leuco

Duhalde no llegó virgen a la presidencia de la Nación. El mismo se incluyó entre la dirigencia de “mierda” que tiene este país. Pero su designación es la mejor respuesta posible que encontró la clase política que tenemos y que merecemos, y no la que queremos. Duhalde tiene uñas de guitarrero y las sabe usar para mandar y ordenar, que es para lo que ha venido a este mundo.
El derrocamiento popular de un presidente o de un par, mejor dicho, hace borrón y cuenta nueva. Pone a cero el cuentakilómetros. Amenaza con el amanecer de un nuevo país aunque en el arranque deba ser conducido por un viejo político. No hay otro remedio. Duhalde es lo que hay. Es el buey con el que tenemos que arar para salir del pantano. Después ,cuando la sociedad sea mas santa tendremos gobernantes menos diablos. Ni los cacerolazos producen milagros.
Duhalde –como todos– tiene su debe y haber. Y eso debe estar siempre muy claro en la memoria colectiva. Tiene su damajuana en la cabeza en Anillaco, su vicepresidencia del fulano, su provincia desordenada y gastadora, su mejor policía del mundo y hasta sus amigos impresentables, como Pierri y Rico. Pero también tiene la ruptura mas feroz con el esposo de la Bolocco, el anuncio temprano de que el modelo se había agotado, y el coraje de anunciar una nueva alianza con la producción por encima de los muchachos de las finanzas y las intenciones de resistir lo más posible las relaciones carnales que lo obligan a bajarse los lienzos ante los poderosos extranjeros. Duhalde tiene cal y arena. Pero tal vez en medio de este agujero negro en el que vivimos sea más práctico juzgarlo por lo que hace y no por lo que hizo. Por sus frutos. Porque si aplicamos el pasado y el archivo y el prontuario en algunos casos es muy difícil que algún político lo resista. Hay frases que dijo que deben ser como su plataforma:
u “Por favor, señores, no me hagan perder el tiempo” (a los lobbistas de las petroleras).
u “Terminó un ciclo de ineptos y corruptos” (en su discurso inaugural de la concertación).
u “Einstein definía la locura como hacer siempre lo mismo y esperar un resultado distinto” (acerca de las recetas del FMI).
u “O los negociadores de las privatizadas fueron muy hábiles o nuestros representantes fueron muy tontos. O ambos fueron muy corruptos” (en charla telefónica con su amigo José María Aznar).
u “Este es último servicio público que le presto a la patria. Voy a ser el presidente de la transición, como Adolfo Suárez”.
u “La primera deuda de mi gobierno es con los que no tienen nada. Durante mi gestión no quedará un jefe de familia sin ingresos”.
u “Hay que llegar hasta el hueso” (sobre la investigación de una fuga de 26 mil millones de dólares).
Duhalde siente veneración por la palabra militante y se define como un “peronista biológico” y por lo tanto imposible de encarcelar en algún dogma. Es mersa, nada fashion. Familiero sincero y capaz de jugar horas al mus o al truco en una jornada de pesca. Es nacional y popular. Fresco y Batata. Le huye a la farándula. Hincha del mate y la chipaca, jamás probaría un pretzel como Bush que ni siquiera lo supo masticar.
Duhalde está dando un combate titánico y en condiciones de mucha debilidad para recuperar la política de las garras del poder económico más concentrado. Nada más y nada menos. No quiere hacer una revolución socialista ni nada que se le parezca. No es Chávez ni Fidel. Pero tampoco Fujimori o Menem. Está más cerca de Ricardo Lagos o de Fernando Henrique Cardoso. Se lo puede juzgar también por sus enemigos acérrimos que le tiran todos los días con misiles: Radio 10, López Murphy, Ambito Financiero, Menem y las empresas que más dólares embolsaron en esta última década y que ahora insisten en dolarizar la economía. Por eso Newsweekperdió hasta la vergüenza cuando tituló: “Duhalde, no tiene ninguna chance de éxito”.
Sin embargo quiere un capitalismo competitivo pero sin salvajismo y con una fuerte identidad para insertarse en el mundo de la libertad de mercado y el dólar flotante con cierta dignidad. Amigos de Estados Unidos y Europa, sí. Pero también de Brasil, el grandote del barrio, y con la consigna de no cerrar la economía pero tampoco ser boludos.
Por ahora está nadando con esfuerzo en el medio del océano con mucho esfuerzo contra viento y marea. La sensibilidad de los artistas puede ayudar a vislumbrar mejor los escenarios que vienen. Enrique Pinti en su último espectáculo dice que “ya tuvimos al águila riojana, a la marmota cordobesa y ahora viene el zorro de Lomas de Zamora”. Leonardo Favio rechazó un ofrecimiento para dirigir el Instituto de Cine diciendo que “el mejor apoyo que le puedo dar es quedarme quieto. Yo no tengo capacidad porque no hice tantas maldades. Por eso si me nombran a mí sería un atentado. Pero ya vas a ver: Duhalde va a crear una nueva República”.
Si el paraíso para Borges asumía las formas de una biblioteca, para Duhalde es el ejercicio del poder. Lo sabe construir y lo sabe usar. Y los disfruta. En eso y sólo en eso es parecido a Menem. No padece el poder como De la Rúa. Sabe que hacer política es fijar prioridades y que gobernar es ejecutar esas prioridades.

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