EL PAíS › OPINION

La banca en la sombra

 Por Alfredo Zaiat

El estallido de la burbuja global de las hipotecas denominadas subprime está haciendo visible el oscuro entramado del negocio financiero y bancario que se difundió a escala planetaria en las últimas tres décadas. Fuera del alcance de la regulación de los organismos de control que, a la vez, han sido funcionales al desarrollo de un mercado sin límites ni reglas, ese sistema se ha empezado a desmoronar con un final incierto. La debacle gatillada por la caída de las subprime provocó la evaporación de billones de dólares de capital ficticio y quebrantos en cadena:

- Al principio, los bancos comerciales contabilizaron pérdidas que buscaron compensar con aportes de capital privado. A mediados del año pasado, el príncipe saudita Al Walid Bin Talal incrementó su participación accionaria en el Citi, desembolsando una suma millonaria, decisión que probablemente hoy lamenta.

- Luego desaparecieron del mercado los bancos de inversión, símbolo del poderío y soberbia de Wall Street: Bearn Stern, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Merrill Lynch y Lehman Brothers.

- Frente a la descapitalización de los bancos comerciales, el Estado empezó a auxiliarlos por diferentes vías mediante paquetes financieros extraordinarios. Impulsó fusiones, canalizó fondos a través de la FED, el Tesoro realizó aportes de capital, se flexibilizaron normas contables y se diseñó un mecanismo para rescatar los denominados “activos tóxicos”, entre otras medidas.

- La corrida de inversores desesperados por recuperar su capital provocó el colapso de los fondos de inversión y de los denominados “hedge funds” manejados por bancos y compañías financieras. Para frenar ese drenaje se establecieron “corralitos” para evitar la quiebra, siendo el más reciente el dispuesto por el Banco Santander.

- El derrumbe de las cotizaciones de los activos bursátiles dejó al descubierto fraudes gigantescos de financistas modelo de Wall Street, como Madoff (50 mil millones de dólares) y Stanford (8 mil millones de dólares).

- La extensión de los desfalcos, la desconfianza entre las entidades sobre sus respectivos estados patrimoniales, la ruptura del circuito de crédito hacia las empresas y particulares y la profundidad de los quebrantos está derivando, finalmente, en el proceso de nacionalización de bancos comerciales, en Estados Unidos y en Europa. El caso del Citi es emblemático, porque se trata del símbolo del imperio financiero global de la potencia mundial.

Este ciclo de destrucción de instituciones y de activos financieros sigue su curso debido a que, aunque parezca increíble, las bancas centrales desconocen la inmensa red de instrumentos especulativos dispersos en el marco de un mercado desregulado, que se estima de un monto trillonario en dólares. Ha emergido así a la superficie un sistema financiero global en crisis, apoyado en la opacidad de la banca en la sombra.

La clave, el nervio motor de esa estructura sin control de voracidad especulativa y bordeando la ilegalidad, se encuentra en los paraísos fiscales, que se cuentan por decenas.

El negocio financiero a gran escala, la actividad de las grandes empresas, la evasión de millones de las clases acomodadas y el flujo de dinero de la corrupción tiene su canal aceitado con filiales de bancos radicadas en los paraísos fiscales. Esas plazas se han constituido en un ámbito de privacidad y refugio de millonarios capitales para eludir al fisco. Y en una crisis global de proporciones, con la debacle del sistema bancario tradicional, se han transformado en un potente perturbador de la estabilidad financiera. Este desequilibrio emerge porque se ignora lo que se esconde en esos paraísos fiscales. Los líderes de las potencias europeas han expresado que en la próxima reunión del G-20, en Londres, se definirán límites a los paraísos fiscales. También lo ha expresado la administración Obama. Ya existen proyectos para limitarlos y hasta para prohibirlos. Pero se presenta improbable que, más allá de las declaraciones formales al cierre de ese encuentro de líderes mundiales, se pueda avanzar en ese objetivo extremo, puesto que las plazas offshore, redefinidas como paraísos fiscales por la OCDE, son el corazón oculto del funcionamiento del régimen financiero global y, por lo tanto, del actual estadio del sistema capitalista.

El especialista español Juan Hernández Vigueras, autor de “La Europa opaca de las finanzas” y que tiene un ilustrativo blog, asegura que los paraísos fiscales son los responsables de la actual crisis. Explica que la debacle de las suprime se ha visto agravada por lo que denomina el “arbitraje regulatorio”, expresión que remite al papel de los centros financieros offshore o extraterritoriales (paraísos fiscales), que hacen posible el uso alternativo de las legislaciones nacionales, acogiéndose a la más beneficiosa para los intereses de los titulares de las operaciones financieras”. Sostiene que el Parlamento británico los está investigando a partir de que todos los bancos rescatados tenían filiales en paraísos fiscales. Northern Rock e IKB poseían agencias en la isla de Jersey, por ejemplo. “Todos saben que hacer circular por un paraíso fiscal una operación financiera es la forma de que tu competidor no la conozca”, explica Hernández Vigueras. Agrega que, “si hubiera supervisión, habría más control sobre la delincuencia financiera y el blanqueo de capital. No sólo en Suiza, Mónaco y Andorra. En la City de Londres se hacen operaciones igual de opacas. Por ello Inglaterra es ahora una de las zonas más afectadas. Sus colonias, las islas Jersey y Man y las colonias holandesas, funcionan como paraísos fiscales”. Francia y sus bancos tienen similar relación con los paraísos de Andorra y Mónaco. Alemania con Luxemburgo y Liechtenstein. Y todos con Suiza.

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Imagen: Bernardino Avila
 
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