EL PAíS › EL EX VICEJEFE DE GABINETE JORGE RIVAS ASUMIó SU BANCA DE DIPUTADO DESPUéS DEL ATAQUE QUE HACE UN AñO Y MEDIO LO DEJó TETRAPLéJICO

De vuelta en el Congreso, a pura fuerza de voluntad

Fue ovacionado de pie por todos los diputados presentes, sus familiares y amigos. Estuvo el ex presidente Néstor Kirchner. Se unió a la bancada del Encuentro Popular y Social y bromeó: “Vengo a poner orden en el bloque”.

 Por Daniel Miguez

Pocas ovaciones se recuerdan en el Congreso como la que recibió ayer Jorge Rivas, y es fácil apostar a que ninguna jura de un diputado tuvo tanta carga de emoción. Después de un año y cinco meses de recibir los brutales golpes que le dieron dos ladrones en una esquina de Lomas de Zamora y que lo dejaron al filo de la muerte, Rivas dio testimonio de su coraje como hombre y como político para decir en su silla de ruedas y a través de su computadora: “Sí, juro”. Los 42 palcos de invitados rebasaban de gente, igual que los de los periodistas. Todos aplaudieron de pie al ex vicejefe de Gabinete, incluidos Néstor Kirchner y Alberto Fernández, que el diputado logró reunir en público por primera vez desde la renuncia del ex jefe de Gabinete. También los 187 diputados presentes. Los 70 que faltaron se privaron de sentir la conmovedora escena de aplausos de Sebastián y Pilar, los dos hijos de Rivas, que miraron la ceremonia desde un palco junto a su madre.

Rivas, líder del Partido Socialista de la provincia de Buenos Aires y principal sostén de la alianza con el kirchnerismo junto a sus compañeros de ruta, Ariel Basteiro y Oscar González, ganó la banca de diputado en las elecciones del 27 de octubre de 2007. Para entonces era el número dos de Alberto Fernández en la Jefatura de Gabinete. Pero no pudo asumir porque pocos días después, el 13 de noviembre, a la una de la mañana, fue asaltado y golpeado y quedó en estado tetrapléjico. Esa noche regresaba a su casa –sin custodia– después de cenar con unos amigos en el restaurante La Picaza de Temperley y, como no se sentía bien, paró a comprar un medicamento en la farmacia de la avenida Hipólito Yrigoyen y Oliden, en Lomas de Zamora. Como estaba cerrada, volvió a su auto, un Volkswagen Gol, pero aparecieron unos ladrones que lo golpearon y se llevaron el auto y el maletín.

Desde entonces, él y los médicos lucharon para evitar la muerte y después para que pudiera volver a obtener todas las capacidades recuperables. Ahora se comunica a través de una computadora, donde elige las letras del teclado con la mirada, un sintetizador hace que una voz enuncie lo que escribió y él puede hacer “clic” con el mouse, ya que tiene cierta movilidad en dos dedos de su mano izquierda.

Así fue como juró ayer, desatando la ovación, la lluvia de papelitos, el despliegue de banderas del Partido Socialista (una decía “Jorge Rivas presente. Argentina te necesita”), la exhibición de claveles rojos de parte de los militantes y los aplausos y gritos de sus familiares. Con el resonar en el recinto de dos cantitos (“Olé, olé, olé, olé, Jorgeee, Jorgeee...” y “Vení, vení canta conmigo, que un amigo vas a encontrar, que de la mano de Jorge Rivas a la Argentina vamo’ a salvar”), más los aplausos que no paraban, los ojos de Rivas se llenaron de lágrimas, pero hizo fuerza para no quebrarse. El que no aguantó fue el presidente de la Cámara, Eduardo Fellner, que acababa de tomarle juramento.

Unos minutos antes de que Rivas entrara al recinto, llegaron juntos al Congreso para asistir a la jura el ex presidente Kirchner, Alberto Fernández, el ministro del Interior, Florencio Randazzo; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; el senador Daniel Filmus, el candidato a diputado por la Capital Federal Carlos Heller y la candidata a legisladora de la ciudad María José Lubertino.

Según contaron sus amigos a Página/12, Rivas estaba ansioso por ir al Congreso. Su compañero Ariel Basteiro le había dicho que cuando faltara poco para el acto de jura él lo llamaba, pero el ex vicejefe de Gabinete no obedeció. Prefería esperar en la Cámara y no en su casa. Su llegada al Congreso coincidió con la de Kirchner, que lo saludó en la puerta.

Antes de la ceremonia, el ex jefe de Gabinete y los invitados especiales esperaron en el salón de honor de la presidencia de la Cámara. Marta Bravo, la mujer del fallecido Alfredo Bravo; el dirigente comunista Patricio Echegaray, la humanista Lía Méndez, Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y el juez Juan Ramos Padilla fueron algunos de los amigos que lo acompañaron.

Para que Rivas pueda desempeñar su trabajo, la Cámara adaptó el acceso con rampas especiales y también el sistema de votación y audio del recinto. Los técnicos del Congreso trabajaron bastante tiempo, coordinando todo con los asistentes de Rivas y con el propio diputado.

Antes de la jura de Rivas, el Congreso aprobó las renuncias de Felipe Solá –ahora candidato por Unión-PRO– y el radical Alejandro Nievas, quien asumió en la Auditoría General de la Nación. Sus respectivos reemplazantes son Juan Carlos Lorges, un dirigente cercano a Alberto Fernández, y la jujeña Beatriz Guerci de Siufri.

Rivas se incorporó al bloque Encuentro Popular y Social, que preside Basteiro, uno de sus amigos incondicionales que lo acompañó durante su proceso de recuperación, que aún sigue en marcha. Estuvo una hora y votó el tratamiento de un proyecto de ley de su bloque para que no puedan ser candidatos las personas acusadas de delitos contra la humanidad.

Una vez ubicado frente a su pupitre, utilizó su computadora para mostrar su reconocido sentido del humor. Le dijo a Basteiro y a quienes lo rodeaban: “Vengo a poner orden en el bloque”.

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Jorge Rivas se comunica a través de una computadora en la que elige las letras con la mirada y un sintetizador reproduce lo que escribió.
Imagen: Bernardino Avila
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