EL PAíS › OPINION

Carta abierta

Por Sara Méndez *

El día martes 12, en momentos en que viajaba a Buenos Aires, se conoció en Uruguay la situación en que se encontraba la búsqueda de mi hijo Simón. Durante todos estos días tan especiales he estado realizando diversas gestiones y entrevistas en torno de esta situación. Ni quien puede ser mi hijo Simón, ni yo, sabemos aún el resultado que en el día de hoy anuncian el Presidente de la República y el Dr. Tabaré Vázquez.
La directora del Banco de Datos Genéticos nos informó a mí y a mi esposo que el examen incluiría la comparación con las muestras de sangre del padre de Simón y que corresponde que ella le comunique el resultado al juez que le había librado el oficio. Y que si ello no había ocurrido así, era en razón de que los informes no estaban prontos aún.
Durante estos días he guardado un absoluto silencio y pienso, después de esta carta, guardarlo hasta el momento en que tenga los resultados. No lo he hecho ni lo haré por preservar únicamente la integridad espiritual necesaria para afrontar esta etapa que en la vida de muchas personas abrió el terrorismo de Estado y la impunidad. No soy yo únicamente una madre que ha buscado a su hijo por casi 26 años. Soy también una militante por los derechos humanos. Sin embargo, a pesar de lo último, me he dado cuenta de que durante estos largos años de búsqueda me fui preparando para sobrellevar esa situación, y no para esta nueva que se me crea para reencontrarme con un hijo al que sólo pude ver durante 20 días.
El joven que creo puede ser ese hijo buscado hace escasamente 11 días que se enteró que quien creía que eran sus padres, sus hermanos biológicos, no lo son. Que quien creía ser, no lo es. ¿Es tan difícil entender, que si para mí resulta un gran desafío esta nueva situación, para él debe de ser infinitamente peor? ¿Es tan difícil entender que la realidad es tan dura, que no es necesario agregarle más hipótesis, que agregan más incertidumbre y angustia? Los que me conocen saben de mi compromiso fuerte con la verdad y con una lucha que tiene sus parámetros éticos y políticos. Pretendo que este joven que puede ser mi hijo también lo sepa. Y para ello, nuestra promisoria y cálida relación debe ser construida en la confianza, en la humanidad, en la comprensión de la terrible y particular situación en la que nos puso el terrorismo de Estado y la impunidad, y nunca en los vaivenes de versiones y/u opiniones que se adelantan a lo que a su tiempo vendrá y –no lo duden– lo compartiremos.
Dije que había asumido un compromiso frente a un joven de quien en ese momento sólo conocía su voz. Hoy que conozco mucho más, debo renovar ese compromiso, porque verdaderamente lo vale. ¿Me podrán acompañar en ello?

* Madre de un niño desaparecido durante la dictadura. La carta fue escrita a raíz de que en Uruguay se anunciara que se sabía el resultado de los estudios de ADN que se realizaron con un joven que podría ser su hijo.

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