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A Carlos Menem tampoco le duelen los sobresueldos millonarios

Así como se olvidó de su brazo lastimado, al ex presidente le falló la memoria respecto de los sueldos secretos. Duhalde lo defendió diciendo que el proceso judicial “no es serio”.

“No tuve jamás noticia de eso”, dijo ayer Carlos Menem al referirse a la existencia de sobresueldos para los funcionarios que formaron parte de su gobierno. “Algunos dicen que (los sobresueldos) son algo que viene desde hace mucho tiempo. Pero yo puedo asegurar que a mí no me consta”, agregó tomando distancia del nuevo escándalo que amenaza con golpear a su puerta.
Por lo pronto, luego de la confesión de Roberto Martínez Maidana de que todos los meses concurría a retirar 50 mil pesos a las oficinas de la Jefatura de Gabinete para el entonces ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo, en los tribunales se pretende determinar quién dio la orden y quién dispuso la entrega del dinero. Las actuaciones están a cargo del fiscal Guillermo Montenegro. Fuentes judiciales especulaban ayer que “de prosperar las acusaciones por malversación de los caudales públicos y defraudación al Estado, éstas pueden llegar hasta el propio Menem”.
Desde Chile, donde prefiere compararse con próceres de la historia que eligieron el camino del exilio como Bernardo O’Higgins, Simón Bolívar, José de San Martín o con hasta el mismísimo Juan Domingo Perón, el ex presidente puso el acento en las declaraciones de algunos miembros de su gobierno que negaron los pagos en negro. “Si ven las declaraciones de algunos de los ministros y de algunos de los funcionarios, todos niegan también que hayan recibido ese sobresueldo”, dijo el esposo de Cecilia Bolocco en una entrevista radial con Radio Colonia.
El riojano fue incluso varios pasos más allá y dijo: “En ningún momento utilicé fondos o gastos reservados y si no que vean los presupuestos y que vean si yo dispuse algo de los gastos reservados en mi beneficio”. Tal vez sea la distancia, quizás alguna otra razón, pero lo cierto es que la memoria parece haberle jugado una mala pasada. Durante los años de Menem, la Secretaría de Inteligencia del Estado, paradigma de los fondos reservados, gastaba el equivalente a un millón de dólares por día.
“En caso de recibir un exhorto tenemos que enviarlo a la Corte Suprema. Lo haremos cuando lo recibamos, porque aún no ha llegado”, señaló ayer la canciller chilena Soledad Alvear al responder a la prensa por el pedido de extradición realizado esta semana por el juez federal Jorge Urso. La medida fue formulada luego de que Menem rehuyera por cuarta ocasión la citación judicial para responder por presuntos sobreprecios en las licitaciones para construir las cárceles de Ezeiza y Marcos Paz.
“Los tribunales resuelven indudablemente de acuerdo a derecho, a los tratados internacionales, a los convenios y a los convenios bilaterales”, aseguró el ministro de Justicia chileno, Luis Bates. Para que no quedaran dudas, el titular de la Suprema Corte de Chile dijo que “no existen posibilidades de que el tema se politice”.
Desde Santiago de Chile, Menem insistió en cuestionar a los dos magistrados que llevan adelante investigaciones judiciales que lo comprometen. “Tienen un patrón que es el ministro (Gustavo) Beliz y por supuesto el presidente (Néstor) Kirchner y están totalmente sometidos a lo que dicen sus amos y por eso estoy viviendo esta situación después de haber gobernado al país durante diez años exitosamente”, insistió el riojano.
Curiosamente, aunque no tanto, el ex presidente tuvo quien lo defendiera en los micrófonos porteños. No provino de ninguno de los miembros de su reducido entorno, sino de un ex ladero suyo: el bonaerense Eduardo Duhalde. “No es serio”, dijo Duhalde hablando del proceso judicial que hoy por hoy desvela a su ex compañero de fórmula en las elecciones de 1989. El bonaerense utilizó los mismos argumentos que Menem. “Me parece que después de un gobierno de 10 años, si un ex presidente tiene temas que afrontar en la Justicia tienen que ser importantes, cosas graves, no éstas que tiene Menem.” También coincidió con su ex socio político en que “sufre una persecución”. Eso sí, descartó que ésta fuera alentada por el gobierno de Néstor Kirchner. En el aire quedó flotando la sensación de que además de defender a Menem, el bonaerense podría estar pensando en su propio futuro.

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El ex presidente bailó junto a una odalisca y recién después se acordó del dolor en su brazo.
 
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