EL PAíS › MANGUERA PROPIA
RODRIGUEZ, DE PETROLEOS DE VENEZUELA

“Podemos hacer sociedad con empresas provinciales”

En reportaje con este diario, el presidente de la poderosa PDVSA dijo que Venezuela está dispuesta a estudiar cualquier forma de cooperación con la Argentina y que no compite con Petrobras por los mercados. Un plan de complementación regional.

 Por Martín Piqué

Página/12, en Venezuela
Desde Caracas

La torre de PDVSA (Petróleos de Venezuela) está ubicada en el barrio La Campiña, en la zona este de Caracas, donde vive la clase media que se opone a Hugo Chávez. La torre es una mole de cemento –el estilo arquitectónico más difundido de la ciudad– que impresiona por su tecnología y sus medidas de seguridad. El presidente de la empresa, Alí Rodríguez Araque, tiene su despacho en el último piso del edificio. Rodríguez Araque es un abogado especializado en economía petrolera con veinte años de experiencia como legislador. Aunque habla y viste como el gerente de una multinacional, es uno de los dirigentes más conocidos del Partido Patria para Todos, una fuerza de izquierda que forma parte de la coalición de gobierno.
La entrevista con Página/12 se realizó el último lunes, cuando en los kioscos de Venezuela todavía estaba a la venta un semanario que denunciaba un “golpe de Estado en preparación”. Sin embargo, Rodríguez Araque descartó que un alzamiento militar pudiera tener éxito en Venezuela y conversó largamente sobre el tema que mejor conoce: el petróleo. Ex integrante de la Comisión de Energía y Minas que asesoró a Chávez en la campaña presidencial, luego senador y ministro del área, es uno de los hombres más importantes del gobierno. Hace dos años fue designado presidente de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP). Hoy es secretario general de esa organización, que regula los precios de venta del barril de crudo en todo el mundo.
–Las empresas de generación de gas en la Argentina, que son privadas, plantearon que la calidad del fuel oil venezolano de PDVSA no responde a los estándares de calidad que se usan en el mercado argentino.
–Normalmente se producen distintos tipos de gasolina, de fuel oil, de gas oil, y siempre en los contratos se establecen las especificaciones de contenido de azufre y de las calidades del producto. Además, cada vez que se entrega un cargamento, ese cargamento pasa por un control antes de salir y pasa por un control en el lugar de destino. ¿Para qué? Para que se compruebe que el combustible que se vende cumple con los requerimientos del contrato que se firma. Esa es una práctica universal y una práctica diaria que hacemos en PDVSA. En este caso, el punto de partida es el tipo de fuel oil que se necesita en la Argentina para la generación de electricidad. Lo que sucedió es que no habíamos previsto lo que iba a ocurrir. Después se ha conversado y se llegó a un acuerdo.
–¿Entonces el porcentaje de azufre que contiene el fuel oil que están enviando a Buenos Aires es de 1 por ciento o menos?
–La especificación en Argentina, según tengo entendido, es de 1,3 por ciento. Y en el caso de gas oil 0,5 por ciento, del que tenemos más que suficiente para cumplir con este contrato. Siempre hay una práctica usual que es si hay un fuel oil que tiene un punto por encima del azufre permitido se mezcla con uno que tenga un punto por debajo. Y se logra así la mezcla adecuada. Es una práctica rutinaria. Además, PDVSA tiene un prestigio muy bien ganado, incluso antes de la crisis petrolera. Y tenemos que esmerarnos no solamente en mantenerlo sino también en aumentarlo.
–¿El mismo fuel oil lo están enviando al Caribe y Estados Unidos?
–No solamente al Caribe y Estados Unidos, sino también a Singapur. Y hasta ahora no hemos tenido ningún tipo de reclamos.
–Dentro del convenio que Venezuela firmó con la Argentina se abre la posibilidad de que PDVSA pueda desembarcar en el mercado argentino asociándose a empresas provinciales de energía. Los grupos que controlan el mercado argentino son Petrobras y Repsol.
–Nosotros no competimos con Petrobras. Al contrario, estamos buscando a cuerdos, porque no estamos compitiendo en ningún mercado. Incluso proveemos una cantidad determinada de barriles de crudo y productos a Brasil y una de las cosas que hemos venido intercambiando son justamente proyectos de refinación, de acuerdos de coordinación, para no incurrir en prácticas de competencia dañinas para ambos países. Tenemos una excelente experiencia a través de la OPEP, donde sobre la base de defensa de los intereses comunes de nuestros países se ha tenido mucho éxito en evitar una competencia dañina por los mercados y en mantener una correcta relación balanceada entre la oferta y la demanda. Y como consecuencia de ello también una estabilidad importante de precios.
–¿Qué interés tiene PDVSA en la Argentina?
–Estamos completamente abiertos a explorar todas las posibilidades de negocios en la Argentina, incluyendo una asociación con empresas provinciales. No podría adelantar nada porque estamos apenas en las fases iniciales. Pero por supuesto que tenemos la mejor disposición. Hasta ahora ha sido un diálogo muy productivo. Y esperamos que esto siga profundizándose. Trabajaremos intensamente en esa dirección.
–En el área de combustibles, en la que Venezuela es tan importante, ¿éste es el primer paso de una integración cada vez más progresiva y concreta?
–Venezuela ha expresado en multitud de ocasiones su vocación integracionista. Y en lo que hemos ayudado a las autoridades argentinas ha sido similar. Si hay coincidencia en esas voluntades de lo que se trata es ir a dar los pasos prácticos, ir a darle concreción a esas definiciones de políticas. Y ahora lo que está ocurriendo es que se da una muy feliz circunstancia para llevar adelante lo que podría ser uno de los pilares fundamentales de la integración, como lo expliqué allá en Buenos Aires, que es la complementación de economías. Es decir: muchos de nuestros países tienen potenciales de los cuales carecen otros países pero tienen también requerimientos que tienen otros países. Lo más correcto es que en lugar de establecer una competencia para desplazar uno u otro sector de otros países, complementemos la economía, completemos nuestras economías, concibiendo a América latina como un mercado único.
–¿Cómo está hoy la situación de PDVSA tras el intento de paralizar sus instalaciones que realizó la oposición en diciembre de 2002?
–Hemos podido superar una de las peores distorsiones, por no decir aberraciones que han ocurrido en la relación entre el Estado y una empresa de la cual el Estado es propietario de todas las acciones. ¿Qué ocurrió? Que las decisiones de las políticas, la asignación de los recursos, la administración de los contratos, todo fue cayendo en manos de PDVSA. Y PDVSA se convirtió en un Estado dentro del Estado. Porque incluso irradió a otras reparticiones funcionarios de PDVSA, lo que incrementó el peso específico de PDVSA en la sociedad venezolano. Y esto culminó donde debía culminar: en la pretensión de colocarse ya no dentro del Estado sino como Estado sobre el Estado y sobre el resto de la sociedad, para imponer la voluntad de un grupo de tecnócratas acá al resto de la sociedad venezolana. Eso por supuesto estaba condenado al fracaso, como fracasó.
–Si la oposición no hubiera organizado el “golpe petrolero”, ¿hubiera sido posible que el gobierno de Chávez pudiera gestionar la empresa como lo hace ahora? Algunos analistas dicen que sin esa táctica de la oposición el gobierno no hubiera podido hacer la depuración que hizo después.
–El gobierno no hizo ninguna depuración. Nosotros aplicamos lo que está establecido en la ley de trabajo venezolano: el artículo 102 establece que tres inasistencias no justificadas son motivo de remoción. Aquí tuvieron una ausencia de dos meses y dos días consecutivos y nunca dieron ninguna razón de tipo laboral, era una razón de tipo política que era el derrocamiento del gobierno. No hubo ninguna depuración, ninguna purga.
–El gobierno de Chávez tiene un discurso antiimperialista pero se asocia con grandes empresas multinacionales. En las estadísticas de PDVSA se ve que hay acuerdos con grandes empresas de capitales estadounidenses. ¿Cómo explica eso? ¿Es un reaseguro ante un eventual bloqueo económico de Bush?
–Los contratos que otorgaron un conjunto de derechos a empresas extranjeras –no solamente norteamericanas, también francesas, noruegas, de distintas procedencias– fueron suscriptos en administraciones anteriores, durante el período de la llamada “apertura petrolera”. Fueron contratos a los que yo me opuse. Pero siendo obligaciones que asumió la República, ratificadas por la Corte Suprema de Justicia, no era lo más apropiado que nosotros las desconociéramos. Estamos renegociándolas, pero no podemos desconocerlas porque son obligaciones de la República. No estamos en contra de la inversión privada ni en contra de las empresas extranjeras, siempre que respeten los intereses del país y la soberanía del país. Eso es lo que está ocurriendo. En los convenios para la exploración y explotación de gas costa afuera, las empresas pagan un 20 por ciento de regalías, pagan un impuesto a al renta y se garantiza la participación mínima que exige PDVSA. Es lo que venimos haciendo.
–Ustedes hablan de un “modelo endógeno” de crecimiento económico basado en el petróleo. ¿No le parece poco sustentable en el mediano plazo?
–El desarrollo endógeno está orientado a despegar nuevas fuerzas productivas nacionales y nuevas potencialidades que existen en el país. Porque una de las grandes malformaciones que experimentó la economía venezolana fue el extremo grado de dependencia que generó respecto al ingreso petrolero. Tenemos que convertir el petróleo en una industria industrializadora. Y a la agroindustria también. Cuando hablamos de desarrollo endógeno estamos comprendiendo la necesidad de una fuerte expansión del mercado interno. Es decir: esto es una ley universal, sin una sola excepción. Si tú quieres despegar hacia afuera ello pasa previamente por una fuerte expansión del mercado interno. Estados Unidos en el momento del mayor auge exportador exportaba el 20 por ciento de su producto. Y lo mismo ha ocurrido con Japón, con Alemania, con las grandes potencias exportadoras. Hay un mercado interno poderoso no sólo por el consumo de la población. También por el consumo industrial.

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