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La personería gremial de la CTA, con pocas chances de concretarse

Miembros de la central habían recibido el compromiso del Presidente, pero hasta el momento no hay señales de que se tome esa medida. En la CGT festejaron “la unidad del movimiento obrero”.

 Por Martín Piqué

La dedicatoria se escuchó el miércoles en la sede del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos. La acompañó un oportuno levantamiento de copas. “Por la unidad del movimiento obrero.” El pronunciamiento que hizo el ministro de Planificación, Julio De Vido, no pasó desapercibido en el mundo sindical. La frase fue interpretada como un anticipo de lo que el Gobierno ya habría decidido en secreto: no conceder la personería gremial a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). El reclamo de la segunda confederación sindical del país tiene el aval de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de la mayor parte de las centrales del mundo. “No es un tema que le preocupe a la sociedad”, argumentó ante Página/12 un ministro cuyo despacho está en el primer piso de Balcarce 50, muy cerca del que ocupa CFK. En la CTA reconocen que los indicios parecen desfavorables para su demanda, pero así y todo siguen esperando. La semana pasada, el Presidente le pidió al diputado Edgardo Depetri que fuera a la Rosada para charlar. Esa reunión al final no se produjo. Amigo personal de Kirchner, Depetri todavía no descarta (o quizás anhela) una sorpresa.

En la política, ciertas acciones tienen causas inmediatas, pero al mismo tiempo encierran mensajes oblicuos, laterales. En las últimas semanas hubo varios hechos de ese tipo. Un ejemplo fue la protesta de los taxistas por el sistema de scoring en la Legislatura, sobre todo el choque con la Guardia de Infantería transmitido en vivo por la TV. También el paro de transportes que se suspendió a último momento, tras gestiones del propio Kirchner. Mientras se producían esos hechos, la CGT se encontraba en estado de asamblea por dos conflictos en paralelo: uno interno, la pelea por la sucesión de Hugo Moyano al frente de la secretaría general; otro con la CTA y una parte del Gobierno, para evitar que la central alternativa fuera reconocida con la personería gremial.

La conexión entre aquellos episodios y los escenarios de conflicto que atravesaba la CGT no era desconocida para la Rosada. En ese momento, algunos sindicatos, en tiempos de Carlos Menem se los llamaba Gordos, se habían agrupado con la intención de desbarrancar a Moyano. Detrás de esa cruzada estaban Luis Barrionuevo (Gastronómicos) y Armando Cavalieri (Comercio), impulsores del alejamiento de Moyano. Sus posibilidades parecieron crecer cuando el albertista Héctor Capaccioli, titular de la Superintendencia de Servicios de Salud, era nombrado como el candidato puesto a ocupar Trabajo. Se sabe: Capaccioli no fue nombrado allí; el Ministerio quedó en manos de Carlos Tomada. Aunque hubo esfuerzos por bajar la tensión, cerca de Moyano relacionaban la pelea con Cavalieri con la ya histórica competencia entre De Vido y Alberto Fernández.

Los antecedentes explican por qué en el SOMU hubo festejos por partida doble: se brindó por la continuidad de Moyano y también por la permanencia de De Vido. Pero ese no habría sido el único motivo para festejar. A juzgar por las palabras que se escucharon en la cena, el moyanismo estaba exultante por la aparente decisión del Gobierno de no conceder la personería a la CTA. La euforia que se percibía entre Moyano, Omar Viviani (taxistas) y Omar “Caballo” Suárez (portuarios) contrasta con el clima de incertidumbre que reina en la central alternativa de Piedras al 900. Encabezada por el docente Hugo Yasky, la CTA confiaba en que el Presidente les concedería la personería antes de terminar su mandato. Varios dirigentes de esa central aseguran haber escuchado esa promesa de varios importantes funcionarios del Gobierno, como Tomada y Fernández.

El propio Víctor De Gennaro, fundador de la CTA junto con el fallecido Germán Abdala, dijo que el jefe de Gabinete del Ministerio de Trabajo, Norberto Giavarino, le adelantó que la personería saldría antes del 10 de diciembre. Pero las promesas hasta ahora no se cumplieron. En la CTA dicen que si Kirchner no llegara a darles la personería, la situación de Yasky y de Depetri quedaría muy debilitada tanto hacia adentro como hacia afuera. Además, creen que eso podría reforzar el distanciamiento del kirchnerismo con los sectores medios. “Sería una mala señal para los que buscan renovación. Porque ojo, en Córdoba y Santa Fe la lista oficial sacó muchos menos votos que Juez y Binner. Y los votos de Lilita no son todos gorilas. En el conurbano se votó para cambiar, lo demostraron las colectoras. El proceso podría hacer surgir una opción fuerte que reúna a todo el centroizquierda, a Sabbatella, a la CTA, y que tenga algún respaldo de Venezuela y Cuba. Podría llegar al 20 por ciento.” Como en toda negociación, la advertencia se propone intimidar un poquito. ¿Alcanzará?

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El secretario general de la CTA, Hugo Yasky, y el líder de la central, Víctor De Gennaro.
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