EL PAíS

Tres reflexiones sobre el regreso del lockout

Norma Giarracca *

El peor momento

“Con este nuevo lockout, la Mesa de Enlace está expresando un brutal desconocimiento del sentido de la oportunidad que tan bien habían interpretado anteriormente. Ahora, en cambio, muestran su verdadera hilacha a las masas urbanas medias y bajas que, en un momento de crisis financiera global, no van a aceptar que un sector de los más enriquecidos de los últimos años anteponga sus intereses corporativos a los de los asalariados y trabajadores. Esto no es marzo del 2008, cuando los poderes mediáticos, principales instaladores de opinión, no hicieron mención alguna que anticipara lo que estaba sucediendo en el centro del capitalismo mundial, generando un estado de inconsciencia alarmante en las clases menos pudientes. Los errores del oficialismo no justifican que ‘el campo’ se plantee como el principal damnificado en la Argentina actual. Deberían aceptar de una buena vez su rol central en la dependencia económica del país y dejar de preocuparse como siempre por su mero interés elitista. El Gobierno, por su lado, se equivoca al no generar un ámbito de diálogo que obligue a las entidades agrarias a limitarse a lo netamente técnico, desestimulando sus ambiciones políticas. La negociación debe hacerse en la Secretaría de Agricultura, no en el Ejecutivo o en el Congreso. No hay que darles oportunidad de politizar sus reclamos porque eso conduce a un conflicto similar al desatado anteriormente.”

* Profesora titular de Sociología Rural (UBA).


Jorge Mayer *

La reticencia oficial

“A lo que era el conflicto hasta hace unas semanas se le agrega ahora un factor externo y otro interno que explican el resurgimiento de la lucha del sector agrario. Como causa externa, la caída de los precios de las materias primas producto de la crisis internacional y, como elemento interno, la tremenda sequía que se está viviendo en el país. El Gobierno es el principal responsable de la continuación del conflicto. Su actitud ríspida y confrontativa dificulta cualquier negociación. Si bien la llegada de un hombre idóneo y capacitado como Carlos Cheppi a la Secretaría de Agricultura despertó muchas expectativas, la falta de aval político en su tarea por parte de las altas esferas del Ejecutivo lo conducen al fracaso. El conflicto va a ser moderado, porque la forma y la expresión de la protesta serán más racionales. Los planteos del sector agropecuario son más técnicos que políticos, si bien la dimensión política está siempre presente, más teniendo en cuenta la aceptación social que tuvo la protesta rural y la cercanía de las elecciones legislativas de 2009. Igualmente, la solución del conflicto la tiene el Gobierno, pero por factores poco claros, el oficialismo es reticente a solucionar sus desencuentros con el sector agrario. Evidentemente, quedaron secuelas en el Gobierno después de la derogación de la 125 que no han sido superadas, generando un resentimiento poco funcional a una cualquier negociación constructiva.”

* Director de Ciencia Política (UBA).


Rubén Dri *

Debilitar al Estado

“En el lockout anterior se buscaba el debilitamiento del Estado y, ahora, el objetivo es exactamente el mismo. Pretenden retornar a un país que fue un paraíso para el enriquecimiento oligárquico, pero que sólo significó marginación política y social para los sectores populares. Para estas corporaciones, incluso para la Federación Agraria, en el Estado debe primar la pasividad. Su utopía es el caduco Estado liberal. Además, tan poco respeto tienen por la democracia que ni siquiera tienen el pudor de no elegir en la Sociedad Rural a un golpista como Hugo Biolcatti, que había expresado que en caso de que el Congreso aceptara la ley de retenciones, éste debía disolverse. Existe una conexión de proyecto e intereses entre la derecha ecuatoriana con núcleo en Guayaquil, la de la Media Luna boliviana y la derecha local, que se deciden a atacar casi simultáneamente a gobiernos elegidos y sostenidos por la voluntad popular. No obstante, más allá de las intenciones oligárquicas, no creo que este lockout tenga la incidencia y despliegue en la sociedad que tuvo en aquellos cuatro meses. La clase media no va a aceptar nuevos desabastecimientos. El Gobierno está cometiendo errores, pero debemos contextualizar esas equivocaciones. La falta de un movimiento popular fuerte es un hecho central que explica ciertas limitaciones en cuanto a las políticas de justicia social del kirchnerismo.”

* Filósofo, profesor consulto en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

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