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La Corte y el atentado

Por Sergio Widder *

El juicio político a la Corte ha sido archivado por la Cámara de Diputados. Las lecturas, interpretaciones o explicaciones para esta noticia son diversas, según quién las formule y qué intereses esté expresando.
Quiero detenerme en una de esas múltiples lecturas: varias decenas de diputados, representantes del pueblo (como gustan llamarse a sí mismos), entienden (al menos eso se desprende de su voto) que el atentado contra la Embajada de Israel fue objeto de una investigación impecable, ejemplar, que no merece revisión alguna y, por lo tanto, es impensable que se someta a juicio el desempeño de los ministros de la Corte. Esta opinión sobre la “causa Embajada” es compartida por el Gobierno, que a través de su jefe de Gabinete hizo conocer su satisfacción por la finalización del mismo proceso del cual hace sólo pocos meses era el principal impulsor.
Lo que vuelve a quedar claro una vez más es la forma en que los hechos trágicos y siniestros de este país son utilizados desvergonzada e inmoralmente por las autoridades. Así como hace pocas semanas el Gobierno interpretó que los balazos en la casa de Estela Carlotto no estaban dirigidos contra ella, sino que eran “un tiro por elevación” al poder político, del mismo modo utilizan y manosean las muertes que jamás se proponen investigar seriamente. Parece que para los gobiernos argentinos es habitual que los tiros sean para ellos mientras que el cuerpo lo ponen otros.
Recordemos que la investigación (de algún modo hay que llamarla) del atentado contra la Embajada de Israel fue uno de los ejes centrales de la acusación contra los miembros de la Corte. Ni entonces ni ahora nos engañamos: todo el enfrentamiento se limitaba a un tironeo por jirones de poder, donde los muertos de la Embajada resultaron objeto de un manoseo inmoral. Si eso no constituye una profanación, se parece bastante.
En este marco, crece nuestro respeto por quienes siguen reclamando justicia, aún sabiendo que quienes hoy ocupan los espacios de representación pública no tienen ningún interés en satisfacer el reclamo. Crece nuestra admiración por la persistencia, por la templanza y por la infinita tolerancia y el respeto al estado de derecho. Es admirable que en este contexto nadie, absolutamente nadie, exija venganza, sino que persista con el pedido de justicia.
Justicia: no se pide nada más que eso; pero no se acepta nada menos.

* Representante para América latina, Centro Simon Wiesenthal.

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