EL PAíS › LA LLUVIA OBLIGó A SUSPENDER LOS RECITALES DE TANGO Y FOLKLORE

Sólo un concierto de paraguas

Las presentaciones de Teresa Parodi, Liliana Herrero y otros quedaron suspendidas, hasta anoche sin reprogramación. Si el clima mejora, hoy habrá un segmento tanguero que incluirá el regreso a los escenarios de Horacio Salgán.

 Por Karina Micheletto

La fiesta programada para el día de ayer en el Paseo del Bicentenario, ese que transformó a la Avenida 9 de Julio en un gran corredor celebratorio a cielo abierto, pudo concretarse sólo en parte, con el multitudinario desfile de la integración. La intensa lluvia que pasadas las seis de la tarde cubrió Buenos Aires, con el alerta meteorológico lanzado, y las inundaciones de rigor en diferentes partes de la ciudad, obligó a suspender los espectáculos programados en el escenario principal, ubicado frente al Obelisco. Los conciertos de tango y de folklore, que anunciaban artistas como Los Olimareños, Isabel Parra, Liliana Herrero, Teresa Parodi, Peteco Carabajal, Soledad Pastorutti y Chaqueño Palavecino quedaron suspendidos, sin que se haya confirmado si será posible reprogramarlos dentro del festejo. Los tangueros, sin embargo, tendrán su revancha hoy, si el tiempo acompaña: un segmento de lujo que incluye el regreso a los escenarios de Horacio Salgán quedó firme para la medianoche, en lo que será el primer espectáculo que recibirá el 25 de Mayo.

Cerca de las 8 de la noche de ayer se dio el anuncio definitivo de suspensión del espectáculo de folklore (el de tango, programado para las 7, ya había sido levantado), algo que a esa altura se hacía bastante obvio para quien atravesara la 9 de Julio, bajo una cortina de agua. Varias decenas de personas, sin embargo, insistían en el aguante debajo del escenario, esperando tal vez un milagro climático y regalando una conmovedora postal de los paraguas de la resistencia. La insistencia era producto quizá del estado de efervescencia en el que quedó la noche anterior ese mismo escenario, donde tras las actuaciones de Víctor Heredia, Jaime Roos y Pablo Milanés, entre otros, una multitud disfrutó sobre el final a un impecable Gilberto Gil y a León Gieco con el grupo de Mundo Alas (que donaron el cachet a la Casa Garrahan).

A lo largo de la avenida, el desfile de paraguas era incesante. Debajo de éstos se escuchaba a algunos preguntar a los gritos dónde quedaba el teatro Gran Rex, dónde la avenida Corrientes. La gran cantidad de gente que llegó desde otros lugares, especialmente para este evento, se lanzaba a la conquista del plan B. Los vendedores de unos impermeables muy parecidos a bolsas de consorcio a 10 pesos vivían su momento, y una gran variedad de vendedores de las más variadas cosas iba desarmando los puestos. Hubo uno, nacional y popular, que frente al Obelisco resistió con un techo improvisado con bolsas de plástico: el vendedor de choripanes, que llevó su propio chulengo y siguió despachando bajo la lluvia.

La Plaza de la República ya era un lodazal, el asfalto un corredor de agua, pero eran muchos los que permanecían refugiados en cada techito, mirando hacia la ancha avenida, apreciando lo que también podía pensarse como un espectáculo: los diferentes stands de las provincias que al fin podían verse despejados, mostrando todos sus colores. Página/12 divisó en un bar de Cerrito y Sarmiento a un hombre vestido de gaucho y entró a preguntarle con qué delegación vino. “Yo no vine a desfilar –explicó–. Esta es mi ropa.” El hombre contó que venía de Formosa, que vive en González Catán, que se llama Miguel Angel Riveros y que su atuendo no difería del que usa todos los días, aunque alguna que otra vez se ponga un jean. Presentó a su compañera, Argentina Luque, correntina, que festejó que justo trajo un nombre “tan Bicentenario”. El hombre lucía bombacha de gaucho, pañuelo al cuello, rastra de cuero de carpincho y hasta facón. Lo llevaba tapado por el poncho celeste y blanco, no sea cosa que le trajera problemas. “Sabe qué pasa, más vale prevenir –deslizó–. Hay gente que entiende las cosas distinto que uno. Para usted, por ejemplo, yo vine disfrazado. ¡Mire si algún policía me palpa de armas!”

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El escenario principal quedó tapado por una cortina de agua.
 
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