EL PAíS › EL HOMENAJE A LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO LíNEA FUNDADORA EN SU 35O ANIVERSARIO

Entre las azucenas y los pañuelos

Representantes de distintos organismos de derechos humanos, agrupaciones solidarias, sindicatos, gremios y políticos expresaron su reconocimiento a las Madres en un acto que tuvo algo de dolor y también de alegría.

 Por Ailín Bullentini

Una cadenita de la que cuelga una azucena. Cada una de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora acabó el día en el que se cumplieron 35 años de su primera caminata alrededor de la Pirámide que mira a la Casa Rosada con un dije que recuerda a la primera de ellas, hoy desaparecida. “Ella entendió de qué se trataba la ausencia de nuestros hijos porque era una laburante. Y también supo cuál sería su destino”, describió Aída Sarti, madre de la desaparecida Beatriz Sarti, a Azucena Villaflor, una de las fundadoras de la organización. Como si fuera la mano de su “querida amiga”, la madre apretó el obsequio que les entregó a todas la agrupación Hijos en el marco del homenaje que les dedicó ayer, y retomó el agradecimiento que su compañera Taty Almeida había iniciado arriba del escenario: “La noche anterior a su desaparición me llamó y me dijo: ‘Aída, si sentís que un coche te sigue, si alguien por la calle te toca y te quiere agarrar, tirate al suelo y gritá’. A ella no la salvó la estrategia. Hoy no podemos hacer otra cosa que recordarla y abrazarla desde acá, con la fuerza de nuestra lucha”.

Lucha. Resistencia. Sacrificio. Coraje. Ejemplo. Las palabras se repitieron y, en algún punto, quedaron vacuas a la hora de significar el agradecimiento que representantes de varios organismos de derechos humanos, agrupaciones solidarias, sindicatos y gremios, y algunos personajes de la arena política, quisieron expresar ayer a la noche, en el auditorio del teatro del Sindicato de las Telecomunicaciones (Foetra). Todos llegaron desde la Plaza de Mayo, en donde a primera hora de la tarde las Madres habían rearmado los recuerdos que tienen de sus comienzos (ver aparte). Y aunque algunos allí se expresaron, reiteraron sus agradecimientos en el marco del homenaje de Hijos.

Camilo Juárez fue el encargado de enfrentar al micrófono en nombre de la agrupación organizadora del homenaje para poner en palabras la necesidad de festejar la vida de las Madres aunque su razón de ser no cause más que dolor. Tal vez si se sabe que “fueron las que enseñaron al resto que el amor solo existe cuando se comparte y la felicidad solo es cuando colectiva”, mencionó el Hijo, se entienda que la reunión de ayer en torno del trigésimo quinto aniversario de los pañuelos blancos implica una mezcla de alegría por “seguir” y dolor por el recuerdo de la muerte.

“Ahora nos toca a nosotros cuidarlas a ustedes, que han cuidado a un país entero durante todos estos años”, intentó Juárez. A través de su voz, las palabras del poeta desaparecido Francisco “Paco” Urondo ayudaron a completar el mensaje: “Arderá el amor/ arderá su memoria/ Hasta que todo sea como lo soñamos / como en realidad pudo haber sido”.

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y la dirigente de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Lita Boitano, mencionaron la compañía en el camino. “Son la familia que completó a nuestra familia, aquellas que desde el primer minuto impidieron que los nombres de nuestros hijos y familiares (víctimas del terrorismo de Estado aplicado por la última dictadura militar argentina) caiga en el olvido”, deslizó Boitano. Carlotto entregó a las Madres, sus “hermanas de llantos, lucha, inquietudes, dolores y logros” una placa recordatoria en nombre de la organización que preside y festejó en plural: “Vencimos a la dictadura. Se olvidaron de que somos madres y de que el amor que una siente por sus hijos no muere nunca”. En la misma dirección apuntaron las presencias de Lila Pastoriza, ex detenida desaparecida y miembro del Espacio para la Memoria; Eduardo Jozami, del Centro Cultural Haroldo Conti; el titular de la Central de Trabajadores Argentinos, Hugo Yasky; miembros del espacio Flores Solidario, Movimiento Evita, ATE legislatura porteña y Foetra.

Sentadas en hilera sobre el escenario, sus pañuelos blancos fueron el marco perfecto de las arrugas que, en sus caras, son el mapa ideal para leer cada paso dado y sostenido, nunca retrocedido; cada día de búsqueda, cada grito de denuncia. “Ninguna de nosotras eligió cubrir su cabeza con un pañuelo ni ser Madre de Plaza de Mayo, pero nos arrebataron lo más preciado que teníamos y no íbamos a seguir siendo las mismas que entonces”, sentenció Almeida, la encargada de agradecer, desde el lado de las homenajeadas. Los bordados que llevan sus cabezas recuerdan que la herida no cierra, pero también que son lo que las mantiene erguidas.

Luego del grupo de percusión Choque Urbano y antes de la Orquesta musical Música Esperanza, de estudiantes de la cátedra de música popular que Línea Fundadora sostiene en la ex ESMA, las Madres agradecieron el homenaje “en nombre de todas: de las que estamos, de las que se fueron, pero siguen presentes en el aire”, sostuvo Almeida. “Son 35 años de pedir Justicia por nuestros hijos, que no dieron la vida sino que se las arrancaron”, sumó y culminó: “Gracias a los Hijos por la compañía al andar. Mientras haya militantes como ellos, que cada vez son más por suerte, nosotras estaremos tranquilas. De a poco podremos pasar la posta para que nuestros nietos recuperen sus identidades y los 30 mil estén siempre presentes”.

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La agrupación Hijos entregó a cada una de las mujeres una cadenita con una azucena, en recuerdo de Azucena Villaflor.
Imagen: Carolina Camps
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