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¿El dolor enseñó?

 Por Martín Granovsky

A veces los discursos son retóricos y, a veces, se encarnan en la historia real. Ayer, en Brasilia, cuatro presidentes buscaron darle dimensión histórica a la integración sudamericana. Lo hicieron como marco para la entrada de Venezuela al Mercosur en condición de miembro pleno. En conjunto pintaron un cuadro rico en argumentos que surgen de tendencias concretas.

Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff, Hugo Chávez y Pepe Mujica hablaron del mundo y de la región.

En un discurso útil para no seguir mencionando solo de viento de cola y tampoco para desperdiciarlo, Mujica dijo que “vivimos en el continente más rico en materia de recursos, y el mundo ha dado una vuelta de tuerca insospechada”. Interpretó que “un buen día parece que en Asia se dedicaron a empezar a comer y han cambiado los términos del intercambio”, una alusión a cuánto valen en el mercado los bienes que exporta Sudamérica y cuánto pesa ese valor en la balanza del comercio exterior. Agregó Pepe: “Hoy paradojalmente el mundo industrial está en crisis y, sin embargo, parece que los que están pobres son ellos y que nosotros la estamos llevando bastante bien. ¿Hay un poco de acierto porque el dolor enseñó y un poco de acierto porque estamos en otro mundo? Lo cierto es que nunca antes en la historia de América latina hemos tenido una oportunidad como ésta. Hubo hombres grandes en su visión, pero los coronó el fracaso porque el compás histórico no los acompañaba”.

Cristina, que cuando nombró a Mujica lo llamó “Pepe, compañero” como para subrayar voluntad de acuerdo en medio del conflicto por el dragado, se refirió a una frase de Chávez sobre que en 1999 él, como presidente, estaba solo. “No era personal”, dijo la Presidenta. “Millones de excluidos de América latina también estaban solos.” Recordó a Luiz Inácio Lula da Silva y a Néstor Kirchner, que asumieron en el 2003, como una forma de compañía de Chávez y de compromiso con la construcción regional. Al comentar la incorporación de Venezuela, pidió “crear instituciones e instrumentos que tornen indestructible e indivisible” lo que definió como un nuevo polo de poder en medio de una crisis generada, en su opinión, no por el precio de las materias primas sino “por la inseguridad financiera, los bonos basura y los paraísos fiscales donde hay 400 millones de millones de dólares, en parte fruto de la evasión impositiva en Sudamérica”.

Dilma dijo que haciendo un ranking, luego de las economías de los Estados Unidos, China, Alemania y Japón el Mercosur en su nueva integración queda en quinto lugar. El 70 por ciento del PBI lo aporta Brasil. Para ella, la clave será “buscar recursos en todos los mecanismos de crédito dentro y fuera del Mercosur para proyectos, porque hay proyectos aprobados por mil cien millones de dólares”. Ayer, justo, el ex jefe de la Casa Civil José Dirceu recogió en su blog un análisis del presidente del poderoso Banco Nacional de Desarrollo de Brasil, Luciano Coutinho. Dijo el economista que Brasil tiene condiciones para un crecimiento anual sostenido superior al 4 o 5 por ciento en los próximos años, cifra alta en medio de un mundo que se desmorona.

Dilma dijo que la integración es también una condición de viabilidad del desarrollo nacional de cada país y a lo mismo apuntó Chávez en su discurso. “A nosotros nos interesa muchísimo salir del modelo petrolero, impulsar el desarrollo agrícola, con más de 30 millones de hectáreas disponibles. También nos interesa el desarrollo industrial. Tenemos hierro, bauxita, piedras preciosas, minerales estratégicos... Es la más grande oportunidad histórica que en 200 años se nos presenta en el horizonte. Necesitamos tres millones de viviendas más. Ya hay trabajando técnicos de Rusia, de China, de Irán. ¿Por qué no puede haber constructores argentinos, uruguayos, brasileños?”. Chávez dijo que “el Mercosur es la locomotora más grande que existe para asegurar el desarrollo industrial” como futuro contrario al “modelo rentístico o de factoría petrolera que le fue impuesto a Venezuela desde principios del siglo XX”.

En todo caso, las reservas petroleras certificadas de Venezuela, que alcanzan los 297.570 barriles, se combinan con otros dos números del nuevo Mercosur: un mercado de 247 millones de habitantes y un producto de tres millones de millones de dólares anuales.

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Imagen: Télam
 
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