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–¿Qué es el instituto en el que está trabajando?
–Es un instituto no tradicional, vinculado al partido, pero va a ser una organización independiente. No vamos a trabajar por departamentos, sino por temas. Tomamos dos temas centrales para la formación: el reconocimiento del otro y la relación con la ley. Van a ser abordados desde diferentes disciplinas, con un departamento de ética muy fuerte. La idea es crear un diálogo entre las diferentes culturas especializadas: un religioso, un poeta, un psicoanalista, para entender la cuestión del otro.
–¿Cuál es el objetivo?
–El problema del país no es la carencia de conocimientos técnicos sino la estructura moral. Hay ejemplos de personas con muchos conocimientos técnicos y serios problemas morales. Horacio Liendo. José Luis Manzano. Queremos que haya grupos de reflexión permanente, una movida cultural. Que el conocimiento no sólo te informe sino que contribuya a formar una nueva cultura. No es aprender a administrar un plan social ni saber el sistema electoral. Hay que cambiar la cabeza.
–¿Como una evangelización?
–No, pero sí implica una conversión, dejar de ver el mundo desde lo pragmático. Tenemos un grupo de 20 docentes y después se irán incorporando más.
–¿Está contenta?
–Es lo mejor que me podía pasar, porque me permite salir del cinismo de algunos espacios, de la inautenticidad, de la mediocridad. Desde que dejé el Congreso me saqué años, kilos. Es como si volviera a mi centro. Estoy felicísima. Es reencontrarme con un montón de cosas. Encarar el desafío académico, de la formación. Soy más útil haciendo esto que confrontando con Díaz Bancalari, aunque que lo quiero mucho.
–¿Y a pesar de eso va a ser candidata en la Capital en el 2005?
–Sí, porque además tenemos un desafío político que no podemos negar. Es como las fiestas agrarias. La fiesta de libertad, de descanso, el carnaval.
–¿Usted está viviendo un carnaval?
–Sí, algo así.