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El conflicto de los papeleros

Jouko Ahonen es una especie de Hugo Moyano de Finlandia. El líder del sindicato papelero tiene el poder de paralizar casi la totalidad de las treinta y nueve pasteras y papeleras diseminadas por este territorio que recién en 1919 se independizó de Rusia y antes había sido colonia sueca.

El conflicto estalló por los 2751 despidos que la empresa UPM –accionista mayoritaria de Botnia con el 47 por ciento del paquete que se completa con el 39 por ciento de M-real y el 14 por ciento de Metsäliitto (cooperativa de dueños de bosques)– anunció que se realizarían entre el 2006 y el 2007. Tras una negociación, el total se redujo en casi doscientos trabajadores, pero este mes echaron a 672 y el conflicto se desató.

El salario promedio de la industria papelera es de 40 a 50 mil euros anuales, pero el 60 por ciento se destina al pago de impuestos.

La legislación prevé que durante quinientos días la empresa y el Estado deben pagar a los despedidos el 50 por ciento de su salario, y si no consiguen trabajo superado ese lapso reciben un subsidio de desempleo equivalente a 23 euros por día para los solteros y 30 para los casados.

Estos beneficios, increíbles para la realidad latinoamericana, no coartan la protesta por el temor a la profundización del ajuste laboral en la industria papelera, teniendo en cuenta que Finlandia ya no tiene más capacidad para seguir explotando sus bosques y la tendencia es que las fábricas se trasladen al exterior.

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