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Varios ministros para Capital

Por M.W.

Nadie piensa en las elecciones de 2007, pero lo cierto es que esa actividad inexistente es mano de obra intensiva, al menos en ciertos rubros. Los consultores están de parabienes con Capital 2007 de la que, ya se dijo, nadie se ocupa. En medio de ese declamado desinterés florecen las encuestas para medir o “instalar” candidatos, para explorar escenarios. El Gobierno, que es al unísono el principal apologista del desdén y el keynesiano creador de trabajo en esa rama de servicios, tampoco se priva de encomendar focus grups para que ciudadanos de a pie discurran sobre virtudes o defectos de posibles paladines del Frente Para la Victoria en la tan misteriosa como esquiva Buenos Aires.

En las oficinas de Alberto Fernández y sus suburbios se da casi por hecho que Mauricio Macri saldrá primero para Jefe de Gobierno, pero que no podrá evitar la segunda vuelta para la que acumula muchos rechazos que dejan muy cerca su piso y su techo electoral. El objetivo, entonces, será empardar el desempeño electoral de Aníbal Ibarra en 2003, medalla de plata en primera vuelta, cima del podio en el ballottage. El quid es encontrar el candidato que le pise los talones al líder de PRO de entrada y lo doblegue uniendo (por vía del amor, del espanto o por la teoría del mal menor) al electorado de Capital, que se supone progresista o al menos con mucho acné contra la derecha.

Los candidatos más remanidos siguen siendo fuente de trabajo para los encuestadores. El vicepresidente Daniel Scioli continúa siendo el que mejor mide aunque, discurren en Palacio, no termina de satisfacer a la progresía. Daniel Filmus, el ministro de Educación, lo escolta no tan lejos aunque es bastante menos conocido que su tocayo el vice de la Nación, eterno oficialista de perenne buena onda. Alberto Fernández, aseguran los albertistas, va tercero, tampoco a gran distancia. Jorge Telerman mide menos según los sondeos y los sentimientos que priman en la Rosada.

Los sucedidos de la semana que termina le agregan un nuevo argumento en contra, en un medio ambiente propenso a crearlos. “Piensa todo en términos súper estructurales y, para colmo, se equivoca. Mire la triangulación que armó nombrando a Guillermo Nielsen y luego posternándose ante Roberto Lavagna. Se apuró, creyó jugar a ganador y ahora se quedó pedaleando en el aire” fulminan en oficinas amplias sitas en Balcarce 50.

Así las cosas, la búsqueda no ha terminado, lo que es buena noticia para los encuestadores, tanto como para los cronistas que tienen tela para cortar. Ningún prospecto de los que hay en danza está excluido (bueno fuera, cuando falta más de un año) pero ninguno da certezas. La conclusión, de libro, es mantener activado el laboratorio de propuestas.

En estos días, el oficialismo ronda dos hipótesis que en cien futuros posibles podrán ser confirmadas, olvidadas. Eso sí, jamás dejarán de ser medidas. Dos ministros, nada menos.

u Ginés González García, el ministro de Salud, es una nueva hipótesis de labor. “El votante porteño no es tan peruca como Ginés, pero el ‘Gordo’ se ha hecho creíble por varias campañas progresistas, la de salud reproductiva, la pelea con la Iglesia, las declaraciones sobredespenalización del aborto” hace precampaña un operador del FPV. Por ahora es apenas una especulación que se mira con cariño, sobre la cual ya conversaron en tono constructivo “Alberto y Ginés” cuenta un prominente inquilino de la sede partidaria justicialista de Matheu 130.

u Felisa Miceli, la ministra de Economía, “posee algunas condiciones (incluidas las de estilo y de género) para ser considerada potable para un padrón exigente” y seguramente poco predispuesto a los modos más belicosos de la escudería del Gobierno. “El problema –asume un estratega del albertismo– es que Felisa está siendo muy discutida en estos tiempos.” Aún antes de la emergencia batalladora de Roberto Lavagna, Miceli recibe reproches de surtida procedencia por su bajo perfil y su supuesta subordinación a las tácticas de Guillermo Moreno. “La están describiendo como si fuera la Roque Fernández de Cavallo. La que sólo siguió lo que él otro inventó, muy plegada al Presidente” describe, sin ruborizarse por la comparación, el locatario de Matheu. Intramuros, más de un ministro, reconoce que el desdibujamiento de la ministra es, en parte al menos, responsabilidad del Gobierno en su conjunto y que si se quisiera lanzarla a la arena electoral habría que revertir esa lectura que (aún en el autocomplaciente microclima de la Rosada) se reconoce como no del todo inexacta. Para los standards oficiales es mucho decir.

Cuatro ministros y un vicepresidente, es un elenco estimable que da cuenta de lo que le cuesta (y le interesa) al kirchnerismo el bichoco distrito porteño. El escenario es difícil de predecir, máxime si se piensa que Lavagna no ha terminado de decir que no irá por la Jefatura de Gobierno. Si lo hiciera, en condición de alternativa al FPV y a PRO, convulsionaría bastante las cosas. Pero eso son puras especulaciones, de momento.

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