ESPECTáCULOS › LOS RIOS COLOR PURPURA 2, DE OLIVIER DAHAN

Un apocalipsis a la francesa

 Por Martín Pérez

Una pared sangra en un convento. O, mejor dicho, el cuerpo que es descubierto emparedado detrás de ella. Un guardia de aeropuerto es asesinado en su trabajo. Un traficante se da de patadas con un agente de policía que lo está esperando en su hogar. Un hombre llamado –y vestido como– Jesús insiste en ser atropellado en plena noche. Y todo esto cuando el espectador de esta segunda parte del policial francés Los ríos púrpura 2 aún no tiene muy en claro de qué va la película. Pero, por supuesto, para eso está el subtítulo: Los ángeles del Apocalipsis. Y además todo ese look que no deja de recordar que ahí está sucediendo algo que puede ser terminal. Tan terminal como puede ser que dejen de aparecer cadáveres, verse asesinatos o presenciarse peleas y persecusiones, y de pronto quede claro que no hay mucho más que un título contundente que casi ni necesita de película. Alcanza con un tono a medio camino entre una publicidad y un videoclip. Y Jean Reno, obviamente.
Poniendo bien al frente a la estrella mayor del director que es sinónimo de cine industrial francés, Luc Besson (guionista y productor de la saga), Los ángeles del Apocalipsis es algo así como la segunda parte de una supuesta trilogía cuyas películas lo único que parecen tener en común entre sí, aparte de sus protagonistas, es la banalidad de lo poco que aparezca más allá de las escenas de acción. Tratando de emular con mucha dedicación esa ominosidad que, de Seven en adelante, ostentan los policiales apocalípticos, estos ríos púrpura parecen olvidar que el estremecimiento que despertaba la película de Fincher era, precisamente, porque su mundo, apocalíptico o no, aparecía como real. Pero nada es real en la producción de Besson, sólo las ganas de que entre crimen y crimen haya algo parecido a una película que apenas si tiene superficie, mucho menos substancia.
Con villanos infalibles disfrazados de monjes sin que eso despierte ninguna sospecha, policías que visitan un convento rodeados de un ejército pero enfrentan las peores emboscadas apenas con sus armas oficiales, y un villano trajeado encarnado (¡cuando no!) por Christopher Lee, este apocalipsis encadena asesinatos cada vez más burocráticos hacia un desenlace que ni necesita de investigadores. No sólo para descubrir la trama sino incluso para atrapar a los malos, ya que ellos son los que lo cuentan todo y hasta los que se condenan. Apenas un catálogo de desmembramientos y hombres de ley acribillados a mansalva pero apenas con algunos rasguños, Los ángeles del Apocalipsis sólo tiene algún sentido para quienes se hayan quedado con ganas de ver en pantalla un poco más al buen Cristopher Lee luego del affaire de sus escenas escamoteadas de la tercera parte de El Señor de los Anillos. Claro que poco hay en ésta del espíritu de aventura cinematográfica de aquélla.

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