SOCIEDAD › EN LA U31 DE EZEIZA, DIEZ PABELLONES DE MADRES SE AMOTINARON

Huelga de hambre para atender a los chicos

 Por Horacio Cecchi

Desde el martes pasado, las internas de los diez pabellones de madres de la cárcel de mujeres de Ezeiza (U31) se mantienen en huelga de hambre en reclamo de mejores condiciones de detención para sus hijos, presos con ellas hasta cumplir los cuatro años de edad. “No reclamamos por nosotras, reclamamos por nuestros hijos –dijo a PáginaI12 una de las presas–. Para que te lo lleven a atención hospitalaria en la calle te lo sacan si lo tenés con los ojos dados vuelta.” Pero ayer, en una mágica verónica, la administración penitenciaria logró agudizar la crisis: las internas abandonaron la reunión abruptamente y tomaron el control de los pabellones de madres. Oficialmente, se amotinaron.

El reclamo se concentra en la impasse del proyecto de ley que ordena la detención domiciliaria cuando se trata de presos con enfermedades en situación terminal y madres presas con sus hijos. El proyecto logró el año pasado media sanción en Diputados y fue girado al Senado, donde en noviembre obtuvo el dictamen favorable de la Comisión de Justicia y Asuntos Penales. El dictamen, con algunas modificaciones, sostenía el acuerdo para ser tratado en sesión. En términos legislativos significaba que estaba en las gateras para ser votado y aprobado como ley. Pero llegó el cambio en las cámaras después de las elecciones, el cambio de integrantes de la comisión. En febrero pasado, las versiones indicaban que la Cámara de Senadores estaba en disposición para tratar el tema.

El martes 10 de junio, ya iniciada la temporada de heladas –que en las unidades penales de mujeres con niños hace estragos con la bronquiolitis–, las internas de la U31 decidieron cortar por lo todavía sano y se declararon en huelga de hambre. Ayer, durante la mañana, la dirección del penal acordó una reunión en la Biblioteca con las delegadas de los diez pabellones de madres. “El director sacó una hojita, iba anotando y se reía de nuestros reclamos”, reveló una de las madres en huelga. Las internas abandonaron abruptamente la reunión al comprender que la solución no llegaría de la mano del director. Y a la huelga de hambre se sumó un motín. Tomaron por la fuerza las llaves de una celadora y se apoderaron del sector de madres.

“No es por nosotras que hacemos el reclamo, es por nuestros hijos –dijo a este diario una de las internas–. Estuve media hora pateando en la reja para que saquen a mi nene. Para que te saquen al nene a atención hospitalaria en la calle lo tenés que tener con los ojos dados vuelta, si no no te lo sacan.” Otra interna denunció que “mi hijo tenía fiebre, y a la noche pude conseguir que lo atendieran. El médico es clínico porque a la noche acá no hay pediatras. Me dijo que era una reacción alérgica a un jugo que le di porque mi nene tenía mucha sed por la fiebre. Los clínicos a todo lo resuelven dándoles a los nenes ibuprofeno. De esa manera, se sacan el problema mientras están ellos y derivan todo al pediatra que está de mañana. Pero cuando vino el pediatra mi hijo estaba con mucha fiebre y con un sarpullido que parecía escarlatina o rubeola. Pude conseguir que el padre lo buscara y lo llevara al hospital. Era bronquiolitis”.

En la provincia de Buenos Aires, la ley para detención domiciliaria de madres que conviven con sus hijos en prisión ya está en vigencia. Ocurrió después de la muerte de Yoel, de seis meses, preso con su madre en la U31 de Los Hornos. Murió hace un año.

De bronquiolitis.

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