SOCIEDAD › LA CAUSA DE LA MUERTE DE JUAN CASTRO, SEGúN LOS FORENSES

Víctima de un “delirio agitado fatal”

El periodista Juan Castro, fallecido en marzo de 2004, habría muerto por “delirio agitado fatal”, un cuadro a la vez psiquiátrico y orgánico que requiere dos condiciones: 1) adicción prolongada a una sustancia tóxica, en su caso la cocaína; 2) susceptibilidad especial del organismo. Por efecto de esa agitación delirante –según un informe pericial–, Castro se habría arrojado desde un primer piso; pero, aunque no lo hubiera hecho, padecía “un cuadro catastrófico, que desencadena la muerte en pocas horas por hemorragias generalizadas y finalmente paro respiratorio y cardíaco”.

El informe se presentó en el marco de la causa contra varios médicos por “abandono de persona con muerte” en relación con Juan Castro, quien falleció el 5 de marzo de 2004 luego de haberse tirado desde un primer piso unos días antes.

La pericia retoma a su vez el trabajo de José Angel Patito, el perito oficial que practicó la autopsia a Castro: éste apeló a “un cuadro neuropsiquiátrico denominado ‘delirio agitado’ (fatal excited delirium), descripto por primera vez en 1985, que aparece en adictos de larga data pocas horas después de la última toma”.

Los síntomas incluyen “un cuadro psicótico agudo con euforia, confusión, agitación, pensamiento delirante con ideas paranoides y alucinaciones”, con “una actividad física fuera de lo normal con exteriorización de fuerza inusual” y, así, “una conducta agresiva y bizarra que pone en peligro su vida y la de terceros”.

Además, según el informe de Patito, “desde el punto de vista orgánico, pueden presentar hipertermia, con destrucción de tejido muscular” y, “cuatro a seis horas después de la aparición de la sintomatología descripta, paro cardiorrespiratorio”, que lleva a la muerte.

“En casi todos los casos estudiados se han detectado en sangre bajos niveles de cocaína, hallándose, sí, cocaína en pelos, lo cual indica el uso crónico de la sustancia”, indica el informe, y observa que “Juan Castro era una persona habituada al uso crónico de la cocaína”: es decir, no se habría tratado de un episodio de intoxicación aguda.

Los peritos sostienen que “el episodio que terminó con su vida fue el delirium fatal por cocaína, el cual desencadena la muerte por sí mismo, por su propia fisiopatología, aun sin ningún accidente que por él se produzca”. Su informe observa que “el trastorno es considerado fatal en su evolución; el cuadro es catastrófico, desencadenando la muerte en pocas horas o días por hemorragias generalizadas, insuficiencia renal y finalmente paro respiratorio y cardíaco”.

Además, “en muchos casos, por la necesidad imperiosa de provocar un descenso de la hipertermia maligna, los pacientes salen a la vía pública en el contexto de la confusión o realizan una inmersión en agua fría, siendo posible encontrarlos muertos en dichas condiciones”.

En el caso de Castro, en su conducta al arrojarse de un primer piso, “la descripción se corresponde con conductas automáticas producto de la desesperación por bajar la temperatura corporal” o para “huir de sus propias alucinaciones”.

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