SOCIEDAD › OPINION

Ideas del Norte

 Por Sandra Russo

A Jorge Rial se le caía la baba, ayer, y repetía: “Nosotros, un programa de chimentos, terminamos hablando de la inseguridad... Cómo estarán las cosas, viejo”, y Luis Ventura asentía y los otros panelistas hacían una encuesta entre ellos para sondear el clima que se vive, y sí, de siete, cuatro habían “sido víctimas de episodios de inseguridad”. La farandulización del tema comenzó hace una semana con Susana Giménez repitiendo “el que mata tiene que morir” y “déjense de hinchar con los derechos humanos y esas estupideces”. Le siguieron otros: Cacho Castaña, Moria Casán, Luis Alberto Spinetta, Mike Amigorena, Romina Gaetani, pero la frutilla al postre del diente por diente se la puso el martes Marcelo Tinelli.

“Están todos libres y vos encerrado en tu casa (...). Cuando el victimario termina siendo víctima, las cosas están mal. Esto no puede seguir así, yo estoy harto como todos y exijo soluciones”, dijo Tinelli, que esta temporada reapareció rapado, tatuado y con pinta de pandillero puertorriqueño. El rey argentino del entretenimiento, a quien la farándula rinde honores porque produce mucho y paga bien, se unió así a los repetidores vip de frases cliché calientaambiente, para beneplácito de todos los otros que comparten el “así no se puede seguir”, y presumen o dan a entender que una manera de seguir más interesante sería la de los paredones, los linchamientos o la pena de muerte. Después algunos se retractan con un “soy católico”, como si eso les asegurara la pulsera flúo para el vip del cielo.

¿Qué le vamos a pedir a Tinelli? ¿Que esté del lado de los buenos, si él hace décadas que solamente está de su propio lado? ¿Se puede imaginar a Tinelli haciendo algo que no lo beneficie? Ahora salió a decir que él es “un luchador por los derechos humanos”, pero dispénsenlo, porque se hartó. A él no le mataron ni siquiera al florista, pero cualquiera tiene un límite. Esto de vivir en un país con tanto paco y tantos pibes chorros no tiene nada que ver con él, él paga sus impuestos y exige que le limpien la cuadra.

Ninguno de los del círculo áureo de la farándula pide justicia, sino ajusticiamiento. Son los bufones irracionales de la nueva ola conservadora, que ya llegó, está aquí, mordiéndonos los talones. Están diciendo barbaridades porque queda bien, para la masa indiferenciada que ellos mismos entretienen, pedir sangre. Un poco de circo romano después de una primavera progresista. Esta primavera está por volverse otoño si no la cuidamos con mucha delicadeza.

Según los entendemos y los respetamos tantos otros, los derechos humanos no son solamente para las víctimas, sino sobre todo para los victimarios. La civilización subió un peldaño cuando al victimario se le reconocieron sus derechos. Por eso para los represores se pide que se aceleren los juicios, y nunca, nunca, nunca, que los maten. Eso nos diferencia de los caníbales. Que no queremos comernos crudos a los otros.

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