EL PAíS › BERGOGLIO Y LOS OBISPOS ARGENTINOS SE REUNIERON EN EL VATICANO

Una audiencia con el Papa

No trascendió ningún comentario político y la comunicación oficial tuvo sólo el nombre de Benedicto, hablando de cuestiones internas y recomendando a los obispos argentinos reforzar su trabajo pastoral “matrimonial y familiar”.

 Por Washington Uranga

El papa Benedicto XVI centró su discurso en temas intraeclesiales al recibir ayer en audiencia a un grupo de más de treinta obispos argentinos encabezados por el presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio. Este tipo de intervenciones del pontífice, en el marco de la llamada “visita ad limina” que los obispos realizan al Vaticano cada cinco años, para informar de la situación de sus diócesis, sirve normalmente para que el jefe de la Iglesia Católica establezca lineamientos y advierta sobre sus preocupaciones. A diferencia de lo que sucedió en otras ocasiones, esta vez no hubo referencias a cuestiones sociales o puntos polémicos. Benedicto XVI reconoció la “voluntad decidida (de los obispos) de mantener la unidad en el seno” de la Iglesia, destacó la voluntad de “profundizar en la comunión eclesial”, pidió una “pastoral matrimonial y familiar más incisiva” y mayor esfuerzo para promover las vocaciones sacerdotales.

Si bien no hubo ningún tipo de declaraciones de los obispos que se encuentran en Roma, si se sigue la lógica eclesiástica que señala que el Papa expresa en sus discursos aquello que los obispos le incorporan a la agenda, hay que concluir que, o bien que los prelados argentinos centraron sus preocupaciones en los temas priorizados por el Papa o –lo que resulta más probable– que existió un acuerdo para evitar mencionar en público todas aquellas cuestiones que puedan generar inquietud en el escenario local, en particular con el Gobierno.

La alusión al celo puesto por los obispos argentinos para mantener la unidad de la Iglesia bien puede estar relacionada con la prudente distancia que el Episcopado local mantuvo en relación al polémico obispo ultratradicionalista Richard Williamson quien, a raíz de sus declaraciones negando el Holocausto del pueblo judío, terminó expulsado del país. Como se sabe, poco antes de ese episodio Benedicto XVI había levantado la excomunión que pesaba sobre Williamson y otros tres obispos lefebvristas. Debido a esta última decisión, Benedicto XVI recibió numerosas críticas públicas, incluidas las de varios cardenales y obispos, ninguno de ellos argentino.

Ahora Benedicto XVI recordó que a los obispos les cabe la tarea de “impulsar y defender la integridad de la fe y la disciplina común de toda la Iglesia, enseñando además a los fieles a amar a todos sus hermanos”.

Entre los visitantes a Roma se encuentra también el administrador diocesano del Ordinariato Castrense, Pedro Candia. A pesar de no ser obispo, este sacerdote está haciendo las veces de tal, debido a que todavía no se llega a un acuerdo entre el gobierno argentino y la Iglesia para designar al sucesor de Antonio Baseotto, el obispo que fue desconocido por el Gobierno a raíz de declaraciones que aludían a los “vuelos de la muerte” y terminó renunciando por arribar al límite de edad de 75 años. El tema del obispado castrense y las capellanías militares es uno de los puntos en litigio entre Gobierno e Iglesia.

Antes del encuentro de ayer, el Papa había recibido a los obispos argentinos en grupos de ocho. Con Bergoglio estuvieron los auxiliares de Buenos Aires, Joaquín Mariano Sucunza, Eduardo Horacio García, Raúl Martín, Oscar Vicente Ojea y Enrique Eguía Seguí. A este último, quien además es secretario general de la Conferencia Episcopal, se le adjudicaron declaraciones denunciando “corrupción” en la Argentina, pero el propio obispo se encargó de desmentirlas después, afirmando incluso que “hay como una gran sensibilidad o gente interesada para que cualquier cosa que se diga aparezca como una confrontación entre el Gobierno y la Iglesia”.

Entre los obispos que estuvieron en el Vaticano para la visita “ad limina” se cuentan también Fernando María Bargalló (Merlo-Moreno) y presidente de Cáritas, Luis Guillermo Eichhorn (Morón), Sergio Alfredo Fenoy (San Miguel), Rubén Oscar Frassia (Avellaneda-Lanús), Guillermo Rodríguez Melgarejo (San Martín) y Oscar Domingo Sarlinga (Zárate-Campana). Además de éstos, los arzobispos José María Arancedo (Santa Fe) y Mario Luis Bautista Maulión (Paraná), con el auxiliar César Daniel Fernández, y a los obispos Luis Armando Collazuol (Concordia), Jorge Eduardo Lozano (Gualeguaychú), Eduardo Eliseo Martín (Río Cuarto), José Vicente Conejero Gallego (Formosa), Roberto Rodríguez (La Rioja), el ya mencionado Pedro Candia, administrador diocesano del Ordinariato Militar, y Martín de Elizalde (Nueve de Julio). Este último es el superior inmediato del sacerdote Christian von Wernich, condenado por la Justicia civil por delitos de lesa humanidad, pero que permanece aún sin ningún tipo de sanción eclesiástica.

La totalidad de los obispos argentinos irá al Vaticano este año para brindar informes al Papa y a los organismos de la curia romana. El resto de los miembros de la jerarquía lo harán en los próximos meses en dos grupos de aproximadamente treinta personas. Ayer el Vaticano anunció la creación de una nueva jurisdicción eclesiástica en la Argentina, la prelatura de Esquel, que se desprende de la diócesis de Comodoro Rivadavia, e incluye entre otras las localidades de El Maitén, Lago Puelo, Gobernador Costa, Paso del Sapo y Trevelin, y nombró obispo al sacerdote José Slaby, polaco, de 51 años de edad, que trabaja en el país desde 1985.

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La visita “ad limina” es un evento normal que se realiza cada cinco años para informar al Papa.
 
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