SOCIEDAD › TRES PREMIOS NOBEL POR UN MéTODO QUE FACILITó LA PRODUCCIóN DE MEDICAMENTOS

Química que combate el cáncer

Un norteamericano y dos japoneses compartieron el Nobel de Química por sus investigaciones sobre uniones entre átomos de carbono. Ese avance permitió producir remedios contra el cáncer, cremas contra quemaduras de sol y agroquímicos, entre otros productos.

 Por Pedro Lipcovich

Hay algo mejor que inventar un remedio para el cáncer: inventar un método que permite producir muchos distintos remedios contra el cáncer y también cremas contra las quemaduras de sol y agroquímicos y aislantes para circuitos electrónicos y cualquiera de las innumerables moléculas que incluyen uniones entre átomos de carbono. Eso inventaron el norteamericano Richard Heck y los japoneses Ei-ichi Negishi y Akira Suzuki, y por haberlo hecho se les otorgó el Nobel de Química de este año. Sus descubrimientos se efectuaron hace más de 40 años, y el tiempo transcurrido –según el Comité Nobel, de Estocolmo– permitió constatar que conjugaron “el alto desempeño científico con la gran utilidad práctica”. Uno de los premiados recordó que “no quise patentar mis descubrimientos, para que muchos otros pudieran utilizarlos”.

La Real Academia Sueca de Ciencias otorgó el premio –1.480.000 dólares, repartido entre los tres– por “el desarrollo de métodos nuevos y más eficientes para unir entre sí átomos de carbono a fin de sintetizar las moléculas complejas que mejoran la vida diaria del hombre”. Heck –que trabajaba en la Universidad de Delaware– hizo conocer en 1968 su método, basado en la utilización de un metal, el paladio, como catalizador para facilitar la unión de los átomos de carbono. En 1977 y 1979, respectivamente, Negishi y Suzuki desarrollaron variantes del método, hoy generalizado en la investigación y en la industria. Claes Gustafsson, del Comité Nobel, destacó que el procedimiento “es la base para por lo menos la cuarta parte de las reacciones químicas en la industria farmacéutica”.

Edmundo Rúveda –multipremiado investigador argentino, ex docente en universidades argentinas y extranjeras– propuso a Página/12 el ejemplo del Taxol, medicamento contra el cáncer: “Originariamente, se lo obtuvo de la corteza de un árbol; pero habría que talar todo un bosque para poder tratar a unas pocas personas. Lo que permite producirlo industrialmente es la síntesis en el laboratorio, factible gracias al método que desarrollaron esos tres investigadores”.

“Ellos no desarrollaron ningún compuesto nuevo, sino un procedimiento que permite desarrollar nuevos compuestos orgánicos en menos etapas, con mejores rendimientos y menos impurezas: la herramienta que todos los químicos deseaban tener”, comentó Rúveda. La utilidad de esta técnica concierne “al conjunto de la química orgánica, es decir, la que se refiere a los múltiples compuestos en los que intervienen átomos de carbono”.

El jurado del Nobel ejemplificó la contribución de sus premiados con “la fabricación de aislantes para circuitos electrónicos y pantallas ultraplanas de computadoras”; también, “herbicidas y otros productos para la agricultura” y, de nuevo en el orden de la medicina, “la diazomanida A, contra el cáncer de colon, y antibióticos contra bacterias resistentes”. Astrid Gräslund, secretaria del Comité Nobel, recordó que “el testamento de Alfred Nobel pide otorgar el Premio a contribuciones que tengan la mayor utilidad para la humanidad: es importante reconocer aplicaciones, y eso a veces demora mucho tiempo. Procuramos premiar desarrollos que conjuguen un alto desempeño científico con una gran utilidad práctica”.

Suzuki, de 80 años, es profesor emérito de la Universidad de Hokkaido. Al enterarse del premio, manifestó su esperanza de que sirva de estímulo, ya que “no muchos jóvenes japoneses parecen interesados en la ciencia, especialmente en la química”. Negishi, de 75 años, sigue investigando en la Universidad de Purdue, en West Lafayette, Estados Unidos, y recordó que “no pedí ninguna patente por mis descubrimientos, a fin de que muchas personas pudieran buscar aplicaciones útiles”.

Heck, de 79 años, está retirado. Casado con una joven filipina, vive en un suburbio de Manila y se dedica a cultivar flores. “Me gusta trabajar en el jardín, y aquí nadie sabe nada sobre mi Premio Nobel. No más química para mí”, declaró.

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Negishi, de 75 años, sigue investigando en la Universidad de Purdue, en West Lafayette, Estados Unidos.
 
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