SOCIEDAD › POLEMICA POR EL ACCESO A LA CARRERA CIENTIFICA EN EL CONICET

Reclamos y prioridades

El incremento de becas desde 2006 generó un cuello de botella en la continuidad de la carrera. El ministro Barañao dice que se priorizan las ciencias duras y a investigadores del interior.

 Por Pedro Lipcovich

“Exigimos el ingreso a la carrera de Investigador del Conicet a todos los doctores con evaluación positiva”: éste es el principal reclamo que un conjunto de becarios del Conicet –Jóvenes Científicos Precarizados de Buenos Aires (JCP)– formuló ayer en una movilización ante el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación. El conflicto se planteó cuando, de casi 3000 doctores que postularon para becas o ingreso a carrera, quedaron afuera 1630. Estos investigadores afirman ser trabajadores con derecho a estabilidad y a beneficios sociales; desde el ministerio, en cambio, se subraya su condición de becarios, “que reciben un estipendio para completar su formación”. Y explican que el conflicto eclosiona porque la cantidad de becarios de doctorado ingresados desde 2003 generó lo que todos reconocen como “un cuello de botella”. Además, el ministerio modificó criterios de selección, principalmente para dar más cabida a investigadores del interior del país, y advierte que la limitación de ingreso concierne en especial a las áreas de Ciencias de la Salud, Sociales y Humanidades, que estarían sobrerrepresentadas. Finalmente, los investigadores reclaman “transparencia” y “hacer público el orden de méritos utilizado”: el ministerio acepta este reclamo y promete definir una fórmula que, por ejemplo, adjudique puntaje al hecho de residir en una provincia alejada.

El documento emitido por los JCP precisa que “en la convocatoria para becas posdoctorales 2011 se presentaron 1506 doctores, de los que 726 no ingresaron; para ingresar a la carrera del Investigador Científico se presentaron 1452 doctores, de los que 904 no ingresaron: 1630 investigadores están siendo expulsados del sistema científico nacional”. Además, “no se han publicado los órdenes de mérito correspondientes ni los criterios que se utilizaron en las evaluaciones, lo cual contradice el más mínimo principio de transparencia”. Reclaman “un nuevo régimen de investigadores en formación” que incluya “pleno reconocimiento de derechos laborales: aportes jubilatorios, aguinaldo, licencia por maternidad, obra social”. También piden “presencia de veedores becarios y gremiales en las comisiones evaluadoras” y “eliminación de la cláusula que impide el ingreso a quienes hayan recusado el dictamen de la convocatoria anterior”.

Pablo Morande, delegado de los JCP, señaló que “quienes habían ingresado a partir de 2003 terminan ahora sus becas de doctorado y se produce un cuello de botella”; y advirtió que “el trabajo en empresas privadas, más allá de la discusión sobre si ése es el modelo más conveniente, está saturado y es poco lo que hay en entidades como el INTI o el INTA”.

Santiago Gándara, secretario general de la Asociación Gremial Docente (AGD) de la UBA, sostuvo que “se trata de 1630 cesantías: gente que, después de muchos años de formación, queda afuera en mitad del recorrido”; y comentó que “el problema se da a nivel mundial: para el capitalismo, sobran doctores”. Gabriel Bober, delegado de ATE, afirmó que “el centro del problema está en el régimen de becas, por el cual los compañeros trabajan años sin estabilidad”.

Consultado por Página/12, Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, advirtió que “mantenemos una pauta de crecimiento muy ambiciosa para el Conicet: el diez por ciento anual; 650 investigadores por año se incorporan a la carrera, es la única área del Estado que crece a ese ritmo. Fijarse una tasa todavía mayor sería irresponsable. Hay un límite en la capacidad del Estado, que no puede hacerse cargo de todos los graduados a quienes les financió la carrera y el doctorado. No obstante, financiamos al INTI y al INTA para que tomen investigadores; también lo hacemos para incrementar la innovación en las pymes, donde un doctor puede contribuir a crear puestos de trabajo”.

Barañao explicó que “desde 2006, a causa de que en ciencias duras había más becas que postulantes, se otorgó una proporción mayor para dos áreas: Ciencias Sociales y Humanidades, y Ciencias Biológicas y de la Salud. Esa situación se modificó y procuramos volver a una proporción más equitativa: esto hace que, en esas áreas, quede fuera gente con buenos puntajes. Y la mayoría son de la Ciudad de Buenos Aires. El 80 por ciento de nuestros investigadores están radicados en cuatro grandes ciudades y, entonces, tenemos problemas para financiar proyectos en provincias por falta de investigadores. Por todo esto, el directorio del Conicet interviene para reasignar becas de acuerdo con prioridades temáticas y geográficas”.

“Por eso –continuó el ministro– fue difícil publicar desde el comienzo el orden de méritos, que no es sólo el que evalúan las comisiones asesoras, sino que incluye aquellas prioridades. Para la próxima convocatoria, tratamos de establecer una fórmula que contemple, por ejemplo, qué puntaje adicional le corresponde a una persona por residir en una provincia alejada. La exigencia de transparencia formulada por los becarios es válida y es positiva en cuanto plantea avanzar en este sentido. Pero no estamos ‘cesanteando’: ellos no están en relación de dependencia: las becas se otorgan como estipendio para acceder a un título cuaternario.”

Entre tanto, “esta vez hemos agregado 111 becas de posdoctorado, para que los que tienen alto puntaje entren igual. Esperamos implementar este año programas de relocalización en otros organismos y provincias. Pero tiene que haber relación entre las becas de posdoctorado y el ingreso a la carrera; si no, se presentan cuellos de botella. Están entrando 650 doctores a la carrera, sobre 1200: uno de cada dos, no es poco”.

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Becarios del Conicet marcharon hasta el Ministerio de Ciencia.
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