SOCIEDAD › CONFIRMAN EL PROCESAMIENTO DE SEIS EMPRESARIOS

El derrumbe del Beara, a juicio oral

Los seis empresarios responsables del Beara, el boliche de Palermo donde en 2010 se derrumbó un entrepiso provocando la muerte de dos chicas, irán a juicio oral y público porque la Cámara del Crimen confirmó el procesamiento de todos ellos, bajo la carátula de “homicidio culposo agravado, lesiones culposas graves y leves”. La Sala VII de la Cámara ratificó los procesamientos de Juan Carlos Yun, Agustín Dobrila, Roberto Kattan Coria, Iván y Ronaldo Flies y Maximiliano Frattini, sobre cuyos bienes se dispusieron embargos hasta completar la suma de tres millones de pesos. El tribunal confirmó así el procesamiento que había sido dictado en octubre pasado por la jueza Alicia Iermini contra todos los integrantes de la sociedad El Viejo Sabio, dueña del local de Scalabrini Ortiz 1638.

Como consecuencia del derrumbe ocurrido el 10 de septiembre de 2010, fallecieron Ariana Lizarraga, de 20 años, y Leticia Provedo, de 21, a la vez que sufrieron heridas de diversa gravedad otras 20 personas. Al dictar los procesamientos la jueza Iermini desestimó un pedido del fiscal Andrés Madrea, quien solicitó que se investigue si hubo pago de “coimas” a inspectores municipales para permitir el funcionamiento del Beara y que se indague por el delito de “cohecho” a funcionarios del gobierno porteño.

La imputación del fiscal, que no fue tenida en cuenta, le apuntaba a Norberto Casano, jefe del Departamento de Esparcimiento; Pablo Seicuscas, director de Habilitaciones Especiales; Carlos Mustapich, por la supuesta habilitación del local; Gustavo Amaru, maestro mayor de obras y al ex director de Habilitaciones y Permisos Martín Farrel.

En cuanto a la situación de los empresarios, los camaristas Juan Cicciaro y Mauro Divito desestimaron los argumentos de los defensores de los responsables del lugar, que señalaron que el día del derrumbe se celebraba una “fiesta privada”. Los jueces consideraron que “tuvo lugar una actividad bailable destinada al público en general, cuya relación con las muertes y lesiones consecuentes se funda en el ingreso indiscriminado y la circulación de personas en el entrepiso sin control”.

La Sala VII sostuvo que el entrepiso “fue utilizado ya no como un espacio reservado en el que las personas se ubicaban en los sillones dispuestos junto a las mesas, que sería el que en otras oportunidades se le habría dado, sino como un lugar más del local en el que, incluso, los concurrentes no se hallaban cómodos por la afluencia del público”.

Citaron testimonios reunidos en la causa que afirman que “al haber tanta gente ni siquiera se podía bailar” o los dichos de un joven en el sentido de que “para caminar necesitaba ir con una mano al frente para hacer lugar y pasar entre la gente”.

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