SOCIEDAD › UNA NUBE TóXICA DE PLAGUICIDA SE DESPARRAMó DESDE UN CONTENEDOR

El día en que los porteños se sintieron como orugas

Una nube nauseabunda se inició en un contenedor con 17 toneladas de plaguicida en el puerto. Hubo evacuaciones en edificios céntricos. Se suspendieron trenes y subtes. Se percibió desde la Recoleta hasta la Boca. Su toxicidad era intermedia.

 Por Horacio Cecchi

La última crónica urbana sobre una situación semejante fue hace doce años y medio, cuando una estela de olor inmundo atravesó la zona sur de la ciudad. Ayer, el fantasma de la explosión química volvió sobre los porteños, el Apocalipsis, la nube del fin del mundo, el caos, el “y ahora qué”. A las 9 de la mañana, un container, en la Terminal 4 del puerto, se incendió con 17 toneladas de plaguicida que comenzaron a reaccionar químicamente. Una inmensa nube de humo se expandió por varios barrios de la ciudad, y aunque las autoridades se esmeraron en comunicar que se trataba de una nube de un plaguicida de “mediana intensidad y toxicidad moderada”, muchos edificios en Retiro y el microcentro (Tribunales y Fuerza Aérea entre otros) fueron evacuados. Tres líneas de subte y los ferrocarriles con cabecera en Retiro quedaron interrumpidos o redujeron sus trayectos esquivando el centro. El aeroparque Jorge Newbery suspendió sus vuelos. Treinta ambulancias desplegaron sus sirenas durante horas. Los hospitales quedaron en alerta rojo. La Marcha de la Resistencia fue suspendida. Un crucero repleto de turistas fue desplazado fuera del puerto. Al mediodía, después de una mañana a puro caos, las autoridades aseguraron que la nube estaba controlada.

“Chernobyl”, tituló CrónicaTV para tranquilizar a los espectadores mientras enfocaba la nube de humo que ascendía como un hongo nuclear. A las 9 de la mañana, un container en la Terminal 4 del puerto de Buenos Aires comenzó a despedir una columna de humo amarillento. Las causas que la originaron se pierden curiosamente en una nebulosa: mientras que unas versiones indicaban que se había incendiado el container, otras señalaban que el pesticida había entrado en contacto con el agua, lo que provocó la reacción. Las primeras reacciones del pánico demostraron que la sensación anida en territorios conocidos: la gente en la calle especulaba con una inmensa pérdida de gas. Pero, a las 9.30, el hedor resultaba insoportable desde San Telmo hasta la Recoleta. La Prefectura, aparentemente, fue la primera en ser alertada por una cuestión de jurisdicción y cercanía. Dotaciones de bomberos de la Federal y de la Prefectura acudieron a la Terminal 4, donde un container despedía la humareda amarilla y olorosa.

En las calles se veía a los transeúntes caminar con pañuelos que cubrían nariz y boca, algunos avezados con barbijos recordando tiempos de pandemia; alrededor de las 10, los tribunales de Comodoro Py fueron evacuados. También los de Inmigrantes, el edificio central de la Fuerza Aérea, y la escuela 25 de la zona de Retiro, donde cursan muchos chiquitos que viven en las villas 31 y 31 bis. Precisamente los chicos fueron evacuados por las maestras y trasladados al hall central de Retiro, donde los hicieron echarse al piso y mientras les hacían cantar que la tortuga Manuelita se había ido a Pehuajó, alrededor pasaban las ambulancias y camillas que trasladaban personas que se encontraban en pleno acceso de náuseas y desmayos. La visibilidad en la zona no superaba los cien metros.

A esa hora, el responsable de Defensa Civil, Daniel Russo, explicaba a los medios que el contenedor “tendría basura y algún componente químico”, pero todavía no se tenía idea de qué producto era el que se volatibilizaba. Russo pedía que los residentes de la zona en cuestión, cada vez más amplia, “permanezcan en el interior de los domicilios con las puertas y ventanas cerradas y apaguen los aparatos de aire acondicionado”.

El tránsito vehicular fue cortado en la zona del puerto y se cortaban los accesos en dirección a Retiro. A treinta cuadras del puerto, Julio Falcioni, DT de Boca Juniors, suspendía el entrenamiento. A esa hora, las líneas de subte A, B, D y E cerraban las bocas de acceso en las estaciones céntricas y restringían el funcionamiento, mientras que la línea C cerró por completo. También la línea Mitre dejó de funcionar, ya que su cabecera se ubica en la estación de Retiro, donde la situación era insostenible.

Dos horas más tarde, alrededor de las 11, el viceministro de Seguridad, Sergio Berni, sumergido en un traje blanco de plástico impermeable y una máscara antigás, salía de la zona neurálgica acompañado de bomberos para explicar a los medios que “la situación está totalmente controlada. Era un pesticida de baja peligrosidad”. El contenedor tenía 17 toneladas de “un insecticida de origen chino llamado Thiodicarb al 35 por ciento –informó el Ministerio de Salud de la Nación–, que es un órgano fosforado” y hacía circular el 0800-333-0160, donde se podían realizar consultas ante síntomas de intoxicación.

Un rato después, Berni ampliaba la información: “Estamos produciendo el enfriamiento de los tambores donde estaba el plaguicida”, agregó desde el traje de plástico blanco en el puerto porteño. “Implementamos el plan de emergencia, la situación está bajo control. El crucero que estaba en la zona fue remolcado aguas afuera, la situación está controlada”, insistió, y agregó que “los manuales de emergencia indican que este producto es de baja toxicidad”.

Durante la mañana, en pleno caos, el director nacional de Emergencias Sanitarias, Gabriel Ive, afirmó que las personas que no estuvieron en contacto directo con el vapor “no están afectadas” y “no deben usar barbijo”, pero no quedó claro en qué consistía el estar en contacto directo, si sentir el olor implicaba ese contacto.

Lo cierto es que, pasado el mediodía, alrededor de la una, los efectos nauseabundos y visuales ya se habían dispersado, aunque la nube de humo seguía girando por encima de las cabezas de los porteños. El Servicio Meteorológico informaba que el temporal había ayudado a limpiar de partículas el aire, pero que los remanentes de la nube tóxica se habían movido “hacia el Sudoeste del área metropolitana y del conurbano bonaerense, a consecuencia de los vientos predominantes del nordeste sobre la zona. Esta dirección del viento se mantendrá hasta la noche de hoy (por anoche), momento en que se espera una rotación del mismo con dirección sur-norte”, confirmando, una vez más, el carácter no discriminatorio de la nube. De hecho, en la Recoleta, el olor nauseabundo llegó a ser tan o más penetrante que en San Telmo. El efecto directo, por otro lado, fue percibido en los barrios aledaños al río, pero también alcanzando la zona de Balvanera.

El efecto indirecto, aquel que está ligado a la percepción de sensaciones alimentadas por el boca a boca, por el paladeo de los taxistas que repetían historias de celulares que no respondían y calles céntricas vacías, ese efecto desbordó el territorio porteño y avanzó, a paso firme, adonde lo llevara el viento. Entretanto, por la tarde, ya se realizaba la disección técnico-informativa del pesticida que hizo sentir por varias horas a los porteños como orugas. La médica toxicóloga Marta Méndez, del Centro Nacional de Intoxicaciones, definió que se había producido “la combustión de un plaguicida de mediana intensidad y de baja concentración. Es el carbamato, que al quemarse elimina otras sustancias que son menos peligrosas”, aseguró la especialista del centro que funciona en el hospital Posadas, de la localidad bonaerense de El Palomar. El container con el pesticida, que sirve para el control de orugas en cultivos, llegó al puerto porteño proveniente de Shanghai, China, en el buque carguero Santa Inés. Según el Código Marítimo Internacional de Mercancías Peligrosas, la carga era “clase 6”, es decir venenos o sustancias tóxicas y sustancias infecciosas. En el puerto, el contenedor siniestrado tiene otros treinta colegas cargados con el antiorugas.

La terminal de Retiro fue evacuada por personal especializado.

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El tránsito vehicular fue cortado en la zona del puerto y se cortaban los accesos en dirección a Retiro.
Imagen: Télam
 
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