SOCIEDAD › CONTRERAS MURIO SIN DAR INFORMACION VALIOSA SOBRE LA DICTADURA

El brazo ejecutor de Pinochet

Manuel Contreras, ex jefe de la policía secreta DINA, fue el máximo exponente del pacto de silencio entre los militares chilenos. Cumplía condenas por asesinatos y torturas, las cuales sumaban más de 500 años de cárcel.

Manuel Contreras, el máximo represor de la dictadura del chileno Augusto Pinochet, murió a los 86 años, y sus restos fueron cremados ayer en un acto en el que estuvieron escasos familiares. El Mamo, como era conocido entre sus compañeros de armas, falleció el viernes por la noche en el Hospital Militar de la capital chilena, al que había llegado el 24 de septiembre de 2014 por una enfermedad renal crónica, cumpliendo apenas 17 años de sus más de cinco siglos de condena por violaciones a los derechos humanos.

El gobierno de Chile se refirió ayer a la muerte del ex jefe de la disuelta Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). “Murió uno de los personajes más oscuros de la historia chilena”, expresó en un comunicado. “Contreras ha muerto llevándose información valiosa para saber la verdad y hacer justicia respecto del horror cometido por la dictadura. Es el momento para reafirmar nuestro compromiso con el pleno respeto y vigencia por los derechos humanos”, cierra el escrito difundido ayer.

Si bien la mandataria chilena, Michelle Bachelet no se pronunció respecto al deceso, uno de los ministros de Estado, Jorge Burgos (Interior), recordó a Contreras por su papel en la dictadura. “Murió quien encarna una de las páginas más oscuras de nuestra historia. Detrás de sí deja dolor y sufrimiento para miles.” En tanto, el presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, opinó que el ex militar debería ser degradado por el ejército y las fuerzas armadas. “Fue artífice de un pacto de silencio, que provocó que todavía no se conozca el paradero de tantos detenidos desaparecidos tras el golpe de Pinochet”, dijo. Por su parte, el Partido Progresista, liderado por Marco Enríquez Ominami, llamó ayer a cerrar el penal de Punta Peuco (donde cumplió parte de su condena el ex represor) y a aprobar el proyecto de ley que prohíbe los monumentos a militares que hayan participado en delitos contra los derechos humanos.

En esa misma línea se pronunció la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), que aseguró ayer que Contreras murió como el máximo exponente de los acuerdos entre militares para no atestiguar ante la Justicia. “Todo esto con la anuencia de quienes aceptaron la creación de cárceles especiales para los violadores de derechos humanos, por quienes se han negado a degradarlos a pesar de los crímenes horrendos cometidos”, señaló la presidenta de la agrupación, Lorena Pizarro. “Murió en una sofisticada impunidad que no le impidió reunirse con sus familiares ni amistades y asistido por abogados costeados mediante descuentos por planillas (formularios) a funcionarios de las fuerzas armadas”, enfatizó.

El ex represor no fue degradado de su rango militar, pero tampoco tuvo funerales de Estado ni honores militares, a raíz de un decreto que se lo prohíbe a quienes violaron derechos humanos. Sus restos fueron cremados en el Cementerio Católico de Santiago y entregados a sus familiares.

Las causas de su muerte no fueron informadas oficialmente a pedido de sus familiares, pero se supo que los médicos decidieron suspender el tratamiento de diálisis y mantenerlo sólo con morfina, a la espera de este desenlace, consecuencia de las múltiples enfermedades que lo afectaron, entre ellas un cáncer de colon, hipertensión, diabetes y problemas renales.

Contreras ingresó a la Escuela Militar en 1944, donde se destacó como un buen alumno. Por sus méritos fue premiado con el cargo de vigilar la disciplina de los alumnos recién egresados, que se caracterizó por sus abusos de poder, sadismo y prepotencia. En 1953 se casó con María Teresa Valdebenito y, ya con el grado de capitán, ingresó a la Academia de Guerra para realizar el curso de oficial de Estado Mayor. Allí conoció y trabó una estrecha amistad con el entonces subdirector de la institución, el coronel Pinochet. Desde el mismo día del golpe del 11 de septiembre de 1973, Contreras comenzó a poner en práctica todos sus conocimientos de lucha “antisubversiva” aprendidos en Chile y en Estados Unidos. Cuando la Junta Militar decretó la creación de la Secretaría Ejecutiva Nacional de Detenidos (Sendet), en sus reglamentos le dio origen legal a la DINA, en la cual Contreras comenzó sus operaciones desde las oficinas del Congreso Nacional, recién clausurado.

Junto con el monitoreo de los chilenos exiliados en diferentes países, la DINA tuvo contactos con otros grupos de seguridad del Cono Sur, estableciendo una organización de cooperación entre estos aparatos represivos, dándole inicio a lo que se conoció como el Plan Cóndor.

El ex represor fue condenado por la Justicia chilena el 12 de noviembre de 1993 a siete años de prisión en el penal de Punta Peuco por su implicación en el Caso Letelier, tal como se conoce al asesinato del ex ministro de Defensa chileno, Orlando Letelier. Contreras fue encontrado culpable de homicidio y de utilizar pasaportes falsos. Sin embargo, esa no fue la última ocasión que tuvo que enfrentar un tribunal de Justicia, ya que recibió condenas en su contra por asesinatos y torturas, las cuales sumaron más de 500 años de prisión.

Contreras será recordado como el mayor criminal en la historia moderna de Chile y, según trascendidos de la prensa, soberbio como era cumplió su palabra de morir en un hospital y no en prisión, tal como lo había manifestado en una de sus últimas declaraciones. “No voy a morir en la cárcel.”

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Imagen de Manuel Contreras en 2004, cuando fue trasladado al penal de Punta Peuco.
 
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