SOCIEDAD › LOS PERITOS HALLARON A FARRE IMPUTABLE POR EL FEMICIDIO DE SCHAEFER

El gerente sabía lo que hacía

Los peritajes psiquiátricos establecieron que Fernando Farré era consciente de lo que hacía cuando acuchilló a su ex mujer, y que lo hizo por “ira, celos o resentimiento” hacia Schaefer. También indicaron que no demuestra arrepentimiento.

Los peritos judiciales concluyeron que Fernando Farré era consciente de lo que hacía cuando apuñaló y degolló a su ex esposa, Claudia Schaefer, de modo que no actuó bajo un estado de emoción violenta, tal como alegaba su defensa. El informe final de la pericia sobre los móviles que llevaron a Farré a apuñalar y degollar a Schaefer en la casa del country Martindale, de Pilar, lo hace plenamente imputable para la causa. El estudio, presentado 230 días después de cometido el femicidio, establece que el gerente de marketing femicida sentía ira, celos o resentimiento hacia su ex pareja. De igual modo, frente a los hechos que se le imputan, los peritos destacaron que el empresario muestra “indiferencia”, que “no hay exteriorización de vivencias de angustia ni arrepentimiento” y que “no presenta empatía”. Después de haber ultimado a su esposa a cuchilladas, y mientras aguardaba a la policía, Farré quiso justificarse: “Me dijo que era un pobre hombre”, aseguró por entonces.

Tras analizar durante meses el estado de salud mental de Farré, de 52 años, la Asesoría Pericial de San Isidro entregó a la Fiscalía Especializada en Violencia de Género de Pilar los estudios del peritaje psiquiátrico realizado al imputado. Los peritos descartaron la emoción violenta al señalar que los actos previos al crimen “fueron adecuados para alcanzar un objetivo, lo cual requiere del sujeto una organización mental a la que no hubiera podido acceder de haber sido presa de un rapto emocional”. La fiscal Carolina Carballido Calatayud ya se puso a trabajar en el requerimiento de elevación a juicio para que Farré sea juzgado por el femicidio de Schaefer.

Las psiquiatras oficiales Liliana Varela y Ana María Harlap sostuvieron que “la conducta homicida respondió a una etapa reflexiva por parte del victimario y reconoce un ánimo preexistente de malestar, ira, celos o resentimiento que actuó persistentemente sobre su personalidad y que culminó en la descarga motora delictiva”. Asimismo afirmaron que, “al momento del hecho, el imputado no padecía insuficiencia de sus facultades, alteración morbosa de las mismas o estado de inconsciencia que le impidiera comprender la criminalidad de sus actos”.

Los peritos agregaron que “el insuficiente e inapropiado manejo de la agresividad está ligado a los rasgos de su personalidad”, y que por ello “la peligrosidad para sí y para terceros está presente” en Farré, a quien también describen como “un sujeto razonante y calculador”. El informe señala además que “la situación vital por la que atravesaba de pérdida laboral y separación conyugal configuró para él una herida narcisista que no hizo más que profundizar conductas agresivas de hostigamiento hacia la víctima”. En esa línea, las psicólogas Adela Ahuad y Silvina Alberino informaron algo similar al afirmar que Farré “interpretó la denuncia de violencia de la víctima, el establecimiento del perímetro de exclusión del hogar y el retiro de sus pertenencias del domicilio conyugal como una vejación y provocación, habiéndolo vivido como una emboscada y una revancha por parte de su esposa”. Afirmaron también que Farré “en su personalidad evidenció un patrón conductual caracterizado por una modalidad de interacción con los demás del tipo egocéntrico, narcisista, frío y con tendencias a mantener el control en las relaciones interpersonales”.

Asimismo, los peritos señalan que hubo algún tipo de premeditación en los actos que antecedieron al homicidio, cuando afirman que “fueron llevados a cabo guardando lógica, dirección y objeto: quedar a solas, cerrar la puerta tras de sí, contar con los medios para el ataque”. Y concluyen que “las lesiones ejecutadas” no sólo “denotan intención” sino que guardan “una secuencia y finalidad, reflejado por el informe de autopsia” que detalló 74 lesiones en el cadáver de Schaefer, 66 de ellas puñaladas.

Schaefer fue asesinada la mañana del 21 de agosto por su ex marido en el country de Pilar. Había ido a retirar sus pertenencias de la casa que habían compartido, en el marco de un divorcio conflictivo y luego de que ella lograra la exclusión del hogar al denunciarlo por violencia de género. Cuando la mujer fue al vestidor para buscar su ropa, Farré cerró la puerta con llave y allí la atacó con dos cuchillos.

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Luego de asesinar a Schaefer, Farré quiso justificarse: “Me dijo que era un pobre hombre”.
 
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