La policía volverá a custodiar los hospitales porteños, luego del paro realizado por los centros médicos ayer en reclamo por la agresión que sufrió una médica en el Hospital Fernández el sábado último. Desde hace tiempo, la Asociación de Médicos Municipales (AAM) reclamaba medidas integrales para dar seguridad a los profesionales que atienden en las guardias. Finalmente ayer, representantes de esa entidad se reunieron en el Ministerio de Seguridad porteño y acordaron el regreso de los uniformados.

“El principal punto, que era la vuelta de la Policía para que custodie los hospitales, en especial las guardias, lo hemos conseguido, ahora ellos van a planificar como hacen la redistribución. Nos prometieron ya que desde mañana (por hoy) íbamos a ver más patrulleros en la zona”, dijo Alcira Fiorini, integrante de la AAM.

Además, según destacó la médica, la semana próxima “se va a sumar el Ministerio de Salud a esta mesa de trabajo ya que los hospitales les pertenecen a ellos”. Para Fiorini, “este es el primer paso de un plan que hay que delinear para que perdure en el tiempo, ya que lo que sucedió en el Fernández fue el punto de inflexión para nosotros”.

En tanto, el titular de la AMM, Jorge Gilardi, destacó que este plan “debe tener la dinámica necesaria para que se cumpla cada uno de los cuatro puntos que presentamos con fondos que obviamente debe aportar la Ciudad de Buenos Aires”.

El sábado, un hombre que dormía en una camilla y fue retirado, ingresó al Hospital Fernández con un caño, agredió al personal médico y rompió materiales y ambulancias. Luego, amenazó a médicos, una de las cuales sufrió cortes y traumatismos al estallar los vidrios.

“Esto es cotidiano, habitual”, indicó Jimena Roca, la profesional agredida, que consideró que la situación del sábado “llegó a un extremo”. “Temimos por nuestra integridad física: fue escapar como en una selva, corriendo por un pasillo. Estamos desprotegidos y vulnerables a las agresiones, muchas veces verbales, muchas veces físicas”, dijo. “Nosotros trabajamos para cuidar a la gente, para sanarla –continuó–, y esto está afuera de lo que uno pensó de la profesión: está alterado el acto médico, que tiene que darse en un contexto de tranquilidad para escuchar al paciente y pensar lo que va a hacer”.