SOCIEDAD › PARABAN LA MUSICA CUANDO LLEGABAN LOS INSPECTORES

Juego de la silla en una disco

El boliche Follia tiene habilitación como restaurante, pero después de las 2 se convertía en discoteca. Los inspectores no pudieron comprobarlo, hasta que uno se hizo pasar por cliente. Fue clausurado.

 Por Mariana Carbajal

En el boliche Follia, que regentea el presidente de la Cámara de Discotecas de Buenos Aires, jugaban al juego de la silla para burlar al Gobierno de la Ciudad, según pudo determinar la Subsecretaría de Control Comunal. Vecinos de Núñez venían denunciando que, tras la pantalla de un restaurante, el local funcionaba como una disco, aunque no contaba con la autorización oficial requerida tras la tragedia de Cromañón. Pero varias inspecciones no habían podido comprobar la actividad ilegal: cuando los agentes se identificaban y lograban entrar al lugar, la música ya estaba baja y los concurrentes habían dejado de bailar y retornado a sus sillas. Hasta que, días atrás, un funcionario porteño se mezcló entre los asistentes, detectó la maniobra y, finalmente, se impuso la clausura.
Follia funciona dentro del predio del Club Ciudad de Buenos Aires, en Crisólogo Larralde 1041, en el barrio porteño de Núñez. Sus propietarios le alquilan el lugar a la entidad deportiva. La cara visible del local es Daniel Gustavo “Maxi” Vázquez, titular de Cedeba, la cámara que agrupa a boliches de la Capital Federal. Follia tiene una controvertida habilitación, con la que se ha ganado en los últimos años una sucesión de clausuras, como reveló Página/12.
Hasta el incendio en Cromañón, funcionaba como una disco VIP. Pero, como todos los boliches de la ciudad, debió bajar sus persianas el 31 de diciembre y tramitar un nuevo permiso para reabrir, en cumplimiento de las normativas dictadas por el gobierno porteño para los “salones de baile clase C”, tras la tragedia de Once. El viernes 25 de febrero los encargados de Follia presentaron la documentación exigida para conseguir la inscripción en el Registro Público de Boliches Bailables. Pero hace poco más de un mes se le denegó la autorización para volver a funcionar como disco. “Tomamos en cuenta tres dictámenes de distintos organismos de la ciudad que evaluaron que no tienen habilitación para funcionar como salón de baile clase C”, informó ayer a Página/12 el subsecretario de Control Comunal, Federico Peña. Se expidieron en contra la Dirección de Planeamiento Interpretativo, la Procuración General de la Ciudad y la Comisión de Análisis de la Subsecretaría de Control Comunal, indicó.
Ayer, Vázquez, gerente de Follia, dijo que apeló la denegatoria del gobierno porteño, insistió en que el lugar cuenta con una habilitación en regla y negó que allí se desarrollen actividades de baile.
Pero no es lo que detectaron los inspectores porteños en la madrugada del sábado 23 de julio, cuando se procedió a clausurar el local, según informó Peña a este diario. La Subsecretaría de Control Comunal venía recibiendo desde junio varias denuncias de vecinos que informaban que en Follia funcionaba una disco tras la pantalla del restaurante. Peña precisó que se hicieron varias inspecciones, pero cuando los agentes se identificaban e ingresaban al lugar, ya nadie bailaba. Con la sospecha de que un aceitado sistema de vigilancia externo les permitía a los encargados del local advertir la llegada de los inspectores y bajar la música antes de que ingresaran, Peña envió a cenar a Follia a un funcionario. “El funcionario vio cómo, pasadas las 2 de la madrugada, se subía la música y el lugar se transformaba en una discoteca. Entonces, alertó por handy a inspectores que esperaban afuera y lograron irrumpir sorpresivamente. Así se comprobó la actividad ilegal”, detalló Peña.
Una de las vecinas que denunció a Follia fue Elsa Astori. “Estimamos que empezaron la actividad clandestina a partir del viernes 13 y el sábado 14 de mayo y continuaron hasta la clausura. Tenemos las invitaciones que enviaban por e-mail. Varios vecinos observaron cómo después de la 1.30 empezaba a llegar gente”, contó la mujer.
La batalla de un grupo de vecinos –entre ellos Elsa– contra Follia comenzó hace varios años. Consideran que el boliche no tiene un permiso adecuado para funcionar. Después de distintos intentos que se sucedieron a lo largo de casi cuatro años, Follia consiguió una habilitación como actividad complementaria del Club Ciudad de Buenos Aires, apelando a un viejo decreto de 1949 que regula las actividades de los clubes. “Pero la habilitación que ellos tienen es para funcionar sólo para los socios o sus invitados, no para el público en general. Se lo clausuró porque se comprobó que funcionaban en la práctica como salón de baila clase C”, explicó Peña. Vázquez no baja los brazos. A su juicio es un problema de interpretación de la normativa y cree que saldrá airoso. “Estamos con una habilitación para actos, reuniones o espectáculos públicos. La misma que tiene el Club Obras Sanitarias. Además, nuestro local cumple todas las medidas de seguridad. Después de las 2 funciona como un bar, no podés evitar que alguno quiera bailar”, argumentó.
Según explicó Peña, el local puede seguir abierto como restaurante, pero si viola la clausura sobre la actividad de baile pasará a constituirse un delito contravencional y se le dará intervención a la Justicia.

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Follia era discoteca hasta el 31 de diciembre, pero después no consiguió habilitación.
 
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