SOCIEDAD › ENTREVISTA A UNA EXPERTA EN CEMENTERIOS

“La muerte es un tema pasional”

La colombiana Catalina Velásquez Parra dirige la Red Latinoamericana de Cementerios Patrimoniales y participará aquí de un congreso sobre cementerios. Reflexiones sobre cultura y muerte.

La muerte se vive de diferentes maneras. Depende de cada cultura, de cada civilización y creencia, y hasta de cada persona o familia en particular. Las construcciones de los cementerios, los espacios de muerte, los rituales y las ofrendas para los fallecidos pueden ser miles, configurados y reconfigurados una y otra vez por una sociedad que se modifica día a día. Cuerpos despojados de toda materialidad espiritual, de toda historia personal; desconocidos e ignorados en la memoria colectiva, que prefiere archivar la palabra muerte. Estos son algunos de los temas que estudia Catalina Velásquez Parra, directora de la Red Latinoamericana de Valoración y Gestión de Cementerios Patrimoniales. La arquitecta colombiana se encuentra en la Argentina para participar de un congreso de cementerios que comenzará mañana, en la Biblioteca Nacional. Quien fuera directora del camposanto de San Pedro, en Medellín, Colombia, habló con Página/12 y explicó el extraño y poco conocido mundo de la muerte.

El objetivo que persigue la titular de la red a nivel internacional es un replanteo de los significados que tiene la muerte en Occidente. “Hay que hacer un ejercicio pedagógico para que la gente entienda la vida desde el espacio de muerte, es decir, cómo quieren los muertos que se los recuerde al morir, quién y cómo es la historia del fallecido”, cuenta Catalina Velásquez Parra.

–¿Cómo comenzó el trabajo de la red sobre la muerte?

–En 2000, cuando asumí la dirección del cementerio de San Pedro, en Medellín, pensé que sería bueno decirle a la gente que hay que hablar de la muerte, y no ignorarla. En ese momento, en Colombia nadie quería ni ver un cementerio porque la muerte estaba en la calle todo el tiempo con los narcos. El tema era que si no hablábamos de la muerte como algo que pasaba cerca no se iba a poder olvidar la guerra y no íbamos a poder vivir. Desde entonces empieza a ser relevante interpretar el entorno del cadáver, su espacio y ritual, esa esencia de los cementerios. En el alma de esos espacios está su vivencia, que es la ritualización. Hablar y pensar la muerte.

–¿Entre las diferentes culturas hay rasgos en común?

–El tema de la muerte cambia de población a población. Depende de la sociedad. Además cambian las creencias, y es ahí donde está la gran riqueza de la muerte. Cuando uno mira los espacios de los cementerios, esos campos abiertos representan a la ciudad en la que están. Casi siempre que uno hace una superposición de la arquitectura de la ciudad, el cementerio es una representación porque tiene que ver con dónde quiere descansar uno cuando se muera. La arquitectura de los cementerios coincide con la ciudad. Es el lugar para continuar la vida al morir.

–¿A través de ese mundo se puede comprender el mundo del fallecido?

–Desde la voluntad del muerto se crean escenarios maravillosos. Hay un espacio que para el muerto es importante, entonces, allí entra en juego el arte funerario contemporáneo; las nuevas interpretaciones de ornamento. También las connotaciones que tienen los espacios de la muerte; la muerte es un tema pasional, se habla de memoria, recuerdo, pasión. Sin embargo, no se puede borrar la memoria de un pueblo o civilización barriendo y descuidando los cementerios, que a nivel iberoamericano están en peligro.

–¿Por qué?

–Porque los espacios como fueron concebidos, muchos de ellos ya no se usan porque se acabó el lugar de enterramiento, y en su mayoría están abandonados. Son construcciones muy viejas y majestuosas que ya no se hacen.

–¿Qué pasa con la gente cuando se le habla de la muerte?

–Es un tema del que nadie quiere hablar, genera un sentimiento de dolor, porque nunca nos enseñaron a perder. La muerte es pérdida y ausencia. Y culturalmente no aprendimos a perder.

–¿Y qué plantea la red?

–Desde la red intentamos plantear otras lecturas diferentes en el espacio de la muerte, para hablar de patrimonio vivo sin borrar u ocultar las sensaciones que generan. Pero es bueno dar espacio a otras lecturas, pensar en el patrimonio no desde la nostalgia sino desde el desarrollo creativo, como por ejemplo llevar flores, poemas, cantarle al muerto.

Hay que estudiar ese ejercicio de interpretación de los rituales.

–¿Cómo es tratada la muerte en Colombia?

–Colombia es un país diverso, cambian los rituales porque tenemos diferentes culturas. Hay un avance en la cremación. En las grandes capitales prima este método por la falta de espacio. Ahora se le lleva al muerto el escudo del equipo de fútbol, está muy de moda y ocurre también en Argentina.

–¿Qué otros rituales existen ahora?

–También, en el caso de niños que fallecen, la familia le acerca su muñeco favorito. Las ofrendas ya no son todas flores, cambian los ídolos, los afectos. Antes se ofrendaba oro. Ahora se busca una ofrenda que identifique esa muerte. Desde la red hemos entendido el cementerio como un espacio cultural, para vivirlo con música, danza, literatura; hacemos ese ejercicio de crear para no convertirlo en un discurso nostálgico.

–¿Cuál fue el ritual que más la sorprendió?

–Fue en Medellín. Un funeral narco en el que convertían un entierro en una fiesta. Los familiares y amigos del fallecido llevaban cámaras de fotos y filmadoras. Todos estaban alrededor del muerto con mucha música y licores. Uno sabía qué personaje era el que estaba en el cajón por la cantidad de disparos que se tiraban al aire. Más disparos, mayor jerarquía narco. Era una fiesta, pero con unos símbolos que identificaban a esa elite de nuevos ricos, causa del tráfico de drogas. Fiesta al estilo hollywoodense que podía durar días.

–¿Por qué el negro fue el atuendo clásico de muchos funerales?

–Hay una relación del negro con lo desconocido, con lo oscuro. Como todos los símbolos que tenemos, hay múltiples interpretaciones, pero ésa es la más conocida. Hay otras marcas, como la circunferencia, que es muy importante. La ofrenda circular, por ejemplo, se entrega en los funerales porque es un ejercicio de interpretación de la ciudad celestial, según la Biblia y el catolicismo; marca el ingreso al cielo, en paz.

Entrevista: Luciano Zampa.

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Imagen: Bernardino Avila
 
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