SOCIEDAD › UN NENE MUERTO AL EXPLOTAR UNA CASA EN SAAVEDRA

Estallido y drama por el gas

Una acumulación de gas provocó la explosión de una casa y parte de las viviendas vecinas, en Tronador y Arias. Un chico de doce años murió bajo los escombros y dos mujeres resultaron heridas.

Ayer, a las tres de la tarde, la violencia potencial del gas que llega a los hogares se reveló una vez más: una explosión destruyó totalmente una casa en Tronador y Arias, barrio de Saavedra, mató a un chico de doce años e hirió a dos mujeres. El niño y una de las mujeres se hallaban en una casa adyacente y fueron alcanzados cuando la pared medianera se desplomó. El nene quedó enterrado bajo los escombros y la mujer sufrió fracturas expuestas. Otra mujer, que estaba en la casa derrumbada, sufrió quemaduras; esta última habría provocado involuntariamente la explosión al accionar un interruptor de luz sin advertir que, por una pérdida, se había producido una acumulación de gas.

Eran las 15.10 de ayer cuando la pesada reja metálica de la ventana de la casa de la calle Tronador 4570 voló a través de la calle hasta la vereda de enfrente. Tal fue la fuerza del estallido que provocó el derrumbe total de la construcción, una antigua casa de una planta con una galería y un patio delantero. Según los vecinos, los dueños de casa se habían ido de vacaciones y una señora se ocupaba del cuidado de la casa. Para los primeros peritajes de la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal, se habría producido una acumulación de gas, por un defecto en la instalación, y, probablemente cuando la señora accionó un interruptor de luz, se produjo la chispa que desencadenó la tragedia. Según otra versión policial, mientras se efectuaba una refacción en la casa contigua fue perforado “un caño maestro” de gas, lo cual habría causado el estallido. En todo caso, oficialmente, “se investigan las causas del siniestro”.

El derrumbe de la medianera sobre el patio de la casa adyacente causó la muerte del niño, que la policía identificó como Juan Paulluel, de 12 años. No murió en el acto. Gustavo Zárate, vecino que, de inmediato, se acercó a ayudar, escuchó su voz desde abajo de los escombros: “Era un quejido distinto a cualquier otro, yo no me lo puedo sacar de la cabeza”. Zárate y otros vecinos procuraron mover los escombros, pero “eran muy pesados, unas vigas impresionantes, no pudimos hacer mucho –contó–. Había una señora que pedía por el nene, y a ella la pudimos ayudar. Yo mismo estaba mareado por el olor a gas”. Según otros vecinos, el niño era hijo de una empleada de esta señora, que vive en la casa contigua.

Siete dotaciones de bomberos trabajaron para remover los escombros; en un principio se temió que hubiera más personas sepultadas, pero no fue así. La Guardia de Auxilio de la ciudad apuntaló los restos de la casa y las paredes de la vivienda lindera, totalmente agrietadas.

Cinco ambulancias del SAME se habían hecho presentes, pero sólo hubo que trasladar a dos mujeres de 72 y 60 años, la que estaba en la casa derrumbada y la que se hallaba en la vivienda contigua, con el niño. Ambas tenían quemaduras y traumatismos –una de ellas sufrió fracturas expuestas–. Fueron trasladadas al Hospital Pirovano.

Informe: Elisabet Contrera.

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La pesada reja metálica de la ventana de la casa voló a través de la calle hasta la vereda de enfrente.
 
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