SOCIEDAD › OPINION

Héctor, el preso al que nadie escuchó

 Por Mabel Aurora Remon *

En nuestro país, el conocimiento que se tiene de la comunidad sorda adulta o de las personas con hipoacusia bilateral profunda es por sobre todas las cosas a través de lo que hace visible su discapacidad. La lengua de señas y su voz característica.

Héctor. Sólo cinco letras; tres sonidos que representan un nombre que su portador nunca oyó. Héctor, de acuerdo con el diagnóstico, es “hipoacúsico bilateral profundo”. Sordo para la comunidad sorda argentina. Muy poco se sabe de sus logros escolares, de cómo interactúan en comunidad, cómo crían a sus hijos, de cómo oyen su propia ceremonia nupcial o cualquier otra, los nuevos significados de viejas palabras que surgen en la sociedad oyente. De cómo “oyen” sus derechos. Claro, dirán algunos, pueden leer. El punto es: ¿cómo leer una lengua que se renueva a sí misma? ¿Cómo leer la ironía, el humor, el discurso detrás de la palabra? ¿Cómo leer una oración sin detenerse en cada signo?

Es ésta la función pericial de la interpretación en lengua de señas, transformar el enunciado del emisor dirigido a un receptor, tomando simultáneamente en cuenta que este hecho se produce en un lugar determinado y que el conocimiento de uno sobre el otro es parcial y que el conocimiento del intérprete sobre los dos permitirá elaborar un entendimiento entre ellos. En mis largos años de actuación como perito auxiliar de la Justicia en esta temática, he observado que cada causa mantiene ciertas particularidades en común y a su vez cada uno de los cientos de casos manifiesta su diferencia. Salvo en una ocasión, siempre he actuado desde el momento del ingreso a un juzgado de la persona con discapacidad auditiva.

Héctor fue y es diferente a todos. Su caso englobaba una serie de violaciones al derecho fundamental que se convirtió en un paradigma. Héctor observa el mundo, lo huele, lo toca, lo saborea pero no lo oye. Alguien le ofrece un “trabajo”, acepta, la ganancia es buena. No se detiene a pensar si está bien o mal. Desconoce las normas, conoce lo que ve: una ganancia mejor. El era el “sordo”, el único detenido por la venta de estupefacientes en una vivienda de un barrio humilde de San Miguel. Su detención, sus manos esposadas a la espalda, la lectura de derechos fueron realizadas según el procedimiento lo indica. Claro, nunca supo sus derechos, nunca pudo llamar a nadie, sus manos estaban “amordazadas”. Luego, al parecer, efectúa una declaración en la cual relata los hechos por lo cual es imputado. La firma sin la presencia de un traductor. Supo poco y nada del motivo de su detención, qué delito cometió, mucho menos por qué fue golpeado. Sabe leer, sabe escribir, aunque no comprende texto. Su familia lo halla, piden un intérprete, que nunca citaron. Alguien se ofreció, aunque probablemente sabía o conocía muy bien la lengua de señas, mas no habla con Héctor. No pudo llamar a su defensor desde la cárcel, no tenía modo. No hablaba con nadie, Héctor seguía incomunicado, ya detenido en el penal firmaba documentos sin la presencia de un comunicador, firmaba sin conocimiento cabal de lo escrito. Firmaba y sentía la esperanza de que ése fuera el papel de la liberación. Los días se sucedieron y continuó detenido e “incomunicado”. Héctor, que admite ser sordomudo, rechazó a su defensor de oficio porque no comprendió que estaba en un juzgado. En su mente, el único juzgado conocido era tal cual se ve en las películas. Héctor fue llevado a juicio oral. Fui convocada para actuar como perito. Por vez primera, Héctor relató los hechos y ante la pregunta de cuál había sido el motivo para esperar tanto tiempo en manifestar lo dicho, responde: “Usted, señora jueza, tiene alguien que habla mi idioma, esto es un juzgado”. Luego de ocho meses de incomunicación, Héctor recuperó la libertad.

Hoy, la Escuela Superior de la Policía Federal Argentina prepara a sus agentes en el conocimiento de la comunidad sorda y en un básico de lengua de señas argentina (LSA), para evitar así errores procedimentales.

* Perito intérprete de LSA Sordos e Hipoacúsicos.

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