SOCIEDAD

¿Lujo? ¿Qué lujo?

 Por Sonia Santoro

“La constante renovación de imagen requiere de una gran inversión, que en los tiempos de crisis es difícil de sostener. Veo varios nuevos acuerdos, tanto en los niveles mayoristas, fábricas, negocios o cliente final, está la idea de alquilar productos de lujo que nosotros llamamos el efecto Cenicienta. Lo mismo que con un auto, ¿por qué no un accesorio de lujo? Esto hace que la persona mejore su estado de ánimo: alquila un producto que posiblemente no volverá a usar, ya que lo gasta visualmente frente a sus amistades –opina Ernesto del Burgo, director de la revista de moda Punto & Seguido–. Esto también mueve el mercado”. ¿Esta tendencia favorece a las marcas de lujo? Ante las buenas falsificaciones de carteras, que se consiguen por 30 dólares en cualquier calle de Nueva York o Madrid y que empañan el negocio y la imagen, podría aparecer como una solución. Pero como decía el gran pensador André Gorz, cuando el lujo se masifica, deja de tener las ventajas que tenía hasta entonces. Así pasó con el automóvil, que resultó desvalorizado por su propia difusión: al haber más autos, la ventaja más importante que había traído el auto, la rapidez, es difícil de conseguir en las grandes ciudades. Sin embargo, todavía persiste la idea de que el auto es mejor para moverse que cualquier transporte público. Si el producto lujoso es accesible a más personas, ¿seguirá teniendo las virtudes del lujo como la exclusividad o la distinción? “El alquilar una cartera devalúa el concepto de lujo. Es viejo que quieras acceder a un bien no auténtico, que no lo tengas por el goce del lujo mismo sino para mostrar –dice Susana Saulquin, especializada en sociología del vestir–. Lo que pasa es que son las marcas más emblemáticas y la gente prefiere alquilarlas y lucirlas y poder cambiarlas –agrega–. Pero imaginate que el valor de esas marcas va a empezar a desacelerarse. El que todo el mundo pueda acceder por una módica suma va a devaluar el lujo. Es un lujo que no es el verdadero. Es como las cirugías estéticas o el Photoshop, que devalúan el concepto de belleza.”

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