SOCIEDAD › DOS PROFESIONALES DECLARARON TRAS LA REVELACION DE PAGINA/12

Una Bersa con silenciador en la clínica

Por H.C.

Un jefe médico y una instrumentista declararon ayer, durante varias horas, ante la jueza María Cristina Bértola. Ambos trabajan en la Clínica Catán, de González Catán, donde también cumplía guardias desde noviembre de 2000 el médico Néstor Morelli, procesado y detenido por el crimen del cardiólogo Martínez Martínez. Días después del homicidio, Página/12 publicó el caso de Enrique Flores Guerra, un pediatra peruano que coincidía en algunas guardias con Morelli en Catán. El jefe médico y la instrumentista testimoniaron ante la jueza lo que este diario había anticipado en aquella crónica: que en al menos una ocasión Morelli llevó una Bersa .380 con silenciador, para mostrarla a algunos que también gustaban de la caza. Ahora, la jueza investiga si fue la misma arma que Morelli denunció como robada y que él mismo después reconoció como denuncia trucha.
La Clínica Catán fue el escenario de otra curiosa coincidencia en la trayectoria de Morelli. En ese instituto, durante los últimos meses del año pasado coincidió en la guardia con el pediatra peruano Enrique Flores Guerra. El 20 de diciembre de 2002 Flores Guerra debía viajar a Lima, para visitar a su madre, Beria. Pero el 18 de diciembre fue asesinado en la casa que alquilaba en la calle Yerbal, en el barrio de Caballito. Su cuerpo apareció de un modo extraño: en la cama, cubierto con el cubrecamas y con dos sillas encima, para evitar que el cubrecama se volara: el asesino había dejado encendido en su máxima potencia el ventilador, y la ventana abierta, con la evidente intención de que el olor de la descomposición no alertara a los vecinos. Pretendía ganar tiempo. Sabía que todos creerían que Flores Guerra se encontraba en Perú, y nadie preguntaría por él. El cuerpo fue descubierto recién el domingo 22.
Le robaron todos los equipos electrónicos, menos una PC, que no funcionaba. Esto también llama la atención. Un ladrón común no suele detenerse a comprobar si los equipos funcionan. Debió ser alguien que estaba enterado de que la PC no estaba en buenas condiciones. Un par de guantes de cirugía fue hallado cerca de la puerta. Además de los equipos, robaron ropas y relojes.
Página/12 se comunicó con Beria, madre de Flores Guerra. “No sé si podría reconocer lo que le robaron. Sí puedo reconocer un sacón de cuero negro, largo, forrado en seda y al que le faltaba un botón.” Pero es otro el detalle clave que podría reconocer Beria: “El tenía un Seiko muy antiguo, bañado en oro, y con malla de metal –recordó Beria–. El centro de la malla era también de oro. El reloj era cuadrado. Me lo puedo acordar porque era el primer reloj que él tuvo. Lo tenía guardado yo y me lo mandó a pedir por un amigo”. El Seiko no apareció. Ahora, Beria quiere saber si entre los relojes secuestrados a Morelli, tras el allanamiento a sus dos casas, tras su detención, se encuentra aquel recuerdo.
En la Clínica Catán, según testimoniaron a este diario varios empleados, Morelli había llevado una pistola. La mostró a un médico también conocedor de armas. Era una Bersa .380 con silenciador. Quizá la misma que Morelli declaró como robada. Ayer, ante la jueza Bértola, durante varias horas, declararon como testigos el médico y una instrumentista.

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