SOCIEDAD › NO PROSPERARON LAS PRESENTACIONES DE PIERRI

Tres a cero contra las nulidades

 Por Raúl Kollmann

Los camaristas rechazaron, también por tres a cero, las dos nulidades presentadas por la defensa. La principal era la referida al ADN, en donde Miguel Angel Pierri y Marcelo Biondi, asesorados por el perito Jorge Boselli, sostuvieron que no se mantuvo la cadena de custodia del ADN. Los jueces sostienen que la objeción de la defensa es una especulación sin pruebas y consignan la manera en que se preservaron las manos y las muestras de sangre. Más polémica hubo con la nulidad más extensa, en donde Pierri-Biondi afirman que la fiscal Paula Asaro ya tenía sospechas respecto del encargado y que, por lo tanto, no debió tomarle declaración testimonial aquel viernes 14 sino que correspondía que directamente un juez, con abogado defensor presente, le tomara declaración indagatoria. Dos magistrados, Mario Filozof y Ricardo Pinto, sostuvieron que la fiscal actuó perfectamente; el otro juez, Julio Lucini, cuestionó a Asaro, pero dijo que las cosas se probaron por otro camino, de manera que tampoco aprobó la nulidad.

El voto de Lucini es extraño. Todo el periodismo y centenares de miles de personas vivieron minuto a minuto los episodios de aquella noche del viernes 14 de junio en que Mangeri terminó detenido. Era público y notorio que todas las sospechas estaban puestas en el padrastro, Sergio Opatowski, cuando la fiscal le tomó declaración al encargado. Hasta los hombres de Homicidios habían filtrado ese dato a los medios que a medianoche titulaban que Opatowski estaba a punto de ser detenido.

Asaro, que trabajó 25 horas seguidas, había hecho comparecer al portero porque se imaginaba que le aportaría los datos decisivos sobre los movimientos en la casa y en la familia de Angeles. El encargado había sido citado a declarar el miércoles, el jueves y el viernes, y faltó los tres días, por lo que Asaro, como correspondía, lo mandó a buscar.

Los dichos de varios testigos son coincidentes: Mangeri estaba desestabilizado. Lloraba, tenía miedo, se había orinado encima. Cuando la fiscal percibió su nerviosismo, le preguntó qué pasaba, y el encargado le dijo que fue torturado y golpeado por los policías. De inmediato, Asaro hizo venir a médicos para que lo revisaran, pero siempre pensando que había sido apremiado, no que Mangeri era el homicida. Luego se juntaron dos elementos: los legistas dijeron que las lesiones no se correspondían con torturas ni golpes y, además, Mangeri empezó a contradecirse en cuestiones elementales como los horarios. Ahí la fiscal ordenó parar la declaración testimonial e imputó al encargado.

La realidad es que Asaro fue quien encontró al presunto homicida. Luego el juez Ríos se hizo cargo del expediente y se completó el cuadro de pruebas y evidencias que ayer confirmó la Cámara.

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