SOCIEDAD

Sin hijos, por ser pobre

Por M. J.

Emilio Silva Rodríguez es padre de 18 hijos, once de ellos están judicializados y viven en distintos hogares. Dos de sus hijas, que también habrían padecido los supuestos abusos, son las que comenzaron a exigir que eso terminara de “una vez por todas” y generaron la reacción en cadena de los trabajadores del hogar y del resto de las chicas, que confirmaron sus denuncias. Ambas son testigos clave en la causa penal contra los directivos del Hogar Don Tomás de la Fundación Felices los Niños y ahora están de vuelta en su casa. Pero seis de sus hermanos aún están en otros hogares de la Fundación: tres en la sede central de Hurlingham y otros tres en el del barrio porteño de Chacarita. Uno de ellos, de nueve años, se negó a volver a la Fundación y terminó escapando. Recién ayer volvieron a localizarlo. Emilio confió a Página/12 que él jamás pensó que le pasaría eso de “tener a mis hijos desparramados porque soy pobre. Esa es la única causa, pero yo no les puedo dar de comer a todos”. Con un único trabajo, sin ningún tipo de ayuda social, salvo los pocos pesos que aportan sus hijos mayores, Emilio trata de “tener a todos unidos”. Pero se queja de que la Justicia siempre le cuestiona cosas. “Yo nunca le pegué a ninguno de mis hijos ni nunca lo haría, lo que pasa es que no están acá porque somos una familia pobre.”

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