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Marcela Bordenave fue diputada y luchadora emblemática del movimiento de mujeres. La acompaña, casi transparente de tan rubia, su nieta. Y la para frente al Congreso que conoce desde adentro su historia. Y también la otra historia.

–Fui una mujer golpeada durante doce años. Te dicen que van a cambiar y no cambian nunca y te llegás a preguntar “¿Qué hice para que me golpeara?” –cuenta, plantada, en una pelea que no cesa. Pero la dictadura la alejó más de la posibilidad de salir del círculo de la violencia.

–Me había separado y tuve que volver porque no podía estar en la clandestinidad sola, no había recursos para separarse y esconderse –relata. El Estado era terrorismo y violencia y de la lucha contra la violencia íntima no había ni atisbos.

–La única vez que lo denuncié fue en el exilio en México y porque golpeó a mi hijo –recuenta la parte de una historia muchas veces revisitada y, sin embargo, no expuesta.

–Por eso no hay que tolerar ni un solo golpe –recomienda a la plaza que, como su nieta a/dorada, la mira desde una nueva experiencia que a ella la emociona.