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Lunes, 26 de mayo de 2014

FúTBOL › OPINIóN

La mirada en el arco propio

 Por Adrián De Benedictis

Las distintas piezas que conforman un equipo suelen cumplir roles vitales en cada uno de sus sectores. Y cuando el anhelo es enorme, como la obtención de una Copa del Mundo, resaltan aun más si su desenvolvimiento es el requerido. De la misma manera, repercute en lo colectivo cuando el nivel no llega a la altura estimada. No hay ningún motivo para dudar de las condiciones de algunas figuras, pero el problema radica en el nivel actual de ciertos futbolistas. Puntualmente, después de muchos años, en la Selección Argentina genera desconfianza el puesto de arquero, con tres componentes ya elegidos, pero que en ninguno de los casos ofrecen tranquilidad como en otras oportunidades.

El técnico Sabella, por estas horas, seguramente no tendrá ningún margen para la vacilación, y está muy confiado en los tres, a pesar de que Sergio Romero, Mariano Andújar y Agustín Orion no devuelvan lo mismo.

Desde el Mundial de 1974 que el arco de la Selección no genera complicaciones. Ubaldo Fillol, que había arribado como tercer arquero a esa competencia, terminó jugando el último partido del equipo argentino en aquel certamen y luego tuvo continuidad en el ’78 (con título incluido) y en 1982. Nery Pumpido se ganó su lugar con autoridad y jugó en 1986 (segunda Copa para el país), respondiendo a las exigencias. La fatídica lesión frente a Rusia, en el Mundial de Italia ’90, le permitió a Sergio Goycochea adueñarse de ese sitio durante cuatro años.

Como Goycochea dejó de ser confiable, Alfio Basile tomó la decisión fuerte de ubicar a Luis Islas en el Mundial de 1994, a pocos días de la primera presentación. La etapa previa a Francia ’98 mostró más variantes de parte de Daniel Passarella, y Carlos Roa se ganó finalmente el lugar. Pablo Cavallero y Roberto Abbondanzieri fueron los siguientes mundialistas sin mayores controversias. Incluso fue un golpe anímico grande la lesión del ex Boca durante el encuentro ante Alemania, en 2006.

El acierto de Diego Maradona fue haber encontrado en Sergio Romero un joven con proyección, cuando se apostaba que Juan Pablo Carrizo llegaría a Sudáfrica sin problemas. En este caso, la tarde nefasta en Bolivia, recibiendo seis goles, lo terminaron sentenciando. Romero se inició en Racing y rápidamente saltó a Europa. Maradona lo rescató desde Holanda y lo confirmó durante las Eliminatorias y el Mundial, aunque la eliminación ante los alemanes (derrota por goleada) lo dejó tambaleando.

Lo peor llegó después. Romero pasó a la Sampdoria de Italia y perdió el puesto por malas actuaciones. Como él sabía que su lugar en el seleccionado corría peligro, buscó continuidad en el Monaco francés. No sólo el técnico no se la dio sino que, en las pocas veces que jugó, dejó serias incógnitas. A pocos días de un nuevo Mundial, Romero será el titular, a pesar de que su presente no es el que hubiera deseado Sabella.

Pero, sobre todo, los dos que están atrás de él tampoco dan garantías por lo que vienen ofreciendo. Andújar no pudo evitar el descenso con el Catania, y Orion no fue el mismo del torneo anterior, con decisiones que le costaron goles clave a Boca, por ejemplo el segundo de River, a pesar de que su equipo terminó como subcampeón con cinco victorias seguidas.

Sabella tendrá que definir en estas semanas quién será el primer suplente, algo que todavía no está claro. La Selección, luego de 40 años, vuelve a padecer con un lugar en la cancha que es determinante, si aspira a la gloria máxima en Brasil 2014.

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