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Domingo, 15 de enero de 2012

TOMAR LA SOPA CON LA MANO

 Por Mariano Blejman

Si todo sale mal, el 23 de enero podría “apagarse” Internet en señal de protesta. Como puede deducirse de nuestra vida cotidiana, Internet cambió las reglas del juego en el arcaico mundo de la propiedad intelectual, y las empresas que durante años han manejado estos negocios han decidido dar su último gran manotazo de ahogado. En octubre, el senador republicano de Texas, Lamar Smith, presentó una propuesta de legislación que se dio a conocer como SOPA (Stop Online Piracy Act, o en español algo como “acta para detener la piratería en línea”). El 24 de enero se tratará nuevamente esta ley en el Congreso de Estados Unidos y tiene como argumento central la “defensa del trabajo norteamericano” y el ataque a la piratería, que estaría haciéndole perder 58 mil millones de dólares a la industria del entretenimiento y 19 millones de puestos de trabajo. La ley tiene el apoyo de unas 120 entidades que van desde proveedores de Internet como ComCast, la Copyright Alliance, editoriales como la MPA, sellos discográficos como Sony, Emi u organizaciones farmacéuticas. El espíritu de la propuesta legislativa es convertir a proveedores, plataformas y servicios de Internet en policías responsables de sus acciones a un nivel jamás atrevido: por ejemplo, si alguien postea un link en cualquier sitio o red social, o sube contenido del cual no tiene derechos, el gobierno tendrá derecho a bloquear estos sitios si están fuera de Estados Unidos. Censura lisa y llana.

Si bien la cantidad de organizaciones que apoya esta posible legislación es asombrosa, del otro lado están las empresas que hoy dominan el negocio de Internet y que son el corazón de la economía norteamericana. Además tienen otro gran condimento a favor: Google, Facebook, Twitter, Zynga, Ebay, Huffington Post, están mucho más cerca de la gente (“usuarios”) que cualquiera de las otras organizaciones. También se manifestaron en contra la Electronic Frontier Foundation, Mozilla Foundation y Wikimedia Foundation, creadores de Wikipedia, el sitio de contenidos colaborativos más grande del mundo, que con esta legislación podría desaparecer. Pero “la gente” (los usuarios) reacciona cada vez más rápido: un caso emblemático es el de GoDaddy, una empresa que registra dominios de Internet y vio perder miles de registros cuando anunció que iba a apoyar SOPA y tuvo que rever su postura.

Lo mejor de Internet se basa en el libre flujo de información, la neutralidad de la red y en la apertura de su contenido. Estas tres características ofrecen serios problemas a los antiguos modelos de propiedad intelectual. El libre flujo de información permite desestructurar monopolios, la neutralidad de la red (que cualquier sitio vaya a la misma velocidad) mejora la posibilidad de generar ideas desde los márgenes y la apertura, bueno, es lo mejor que tiene la web: que todo el contenido está disponible desde cualquier lugar. En estos años, las antiguas organizaciones defensoras de la propiedad intelectual lo han intentado todo: han litigado sistemáticamente contra sitios de Internet de intercambio de archivos, han litigado contra adolescentes por bajar películas y han presionado al gobierno estadounidense para endurecer la legislación y, a través de sus embajadas en todos los países posibles, han hecho presión para que otros países adecuen sus legislaciones.

El problema es que, salvo en algunos países donde la censura está bien programada (China e Irán son los casos emblemáticos), unos 2 mil millones de personas en el mundo han naturalizado la capacidad que ofrece Internet para compartir información. La NetCoalition –una flamante organización que lucha contra SOPA y es la que filtró la posibilidad de que Google, Facebook y Twitter hagan un “paro”– propone como contraparte cortar las fuentes de financiación de los sitios (como se hizo con Wikileaks, por ejemplo), mientras que las fundaciones que bregan por el libre flujo de información, entre ellas Creative Commons, proponen cambiar completamente el modelo de propiedad intelectual.

Lo que los guardianes de la propiedad intelectual no comprendieron, claro, es que la información en Internet funciona como una sopa que, una vez servida, es imposible agarrar con las manos.

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