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Miércoles, 28 de noviembre de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › VIOLETA BERGERO Y JORGE LEIBIKER MAÑANA EN EL GALPON 17

Manos que cuentan el mundo

Estos dos titiriteros han recorrido el mundo sumándose a proyectos vinculados con el trabajo por una sociedad mejor.

 Por Edgardo Pérez Castillo

En medio de sus múltiples viajes por el mundo, Violeta Bergero y Jorge Leibiker recalarán mañana en el Galpón 17, donde convocados por la Escuela de Artes Urbanas brindarán una charla ilustrada que permitirá acercarse a la riquísima experiencia que vienen desarrollando desde hace diez años con el grupo Viruta y Sudor. Alternando sus actuaciones en Europa (donde además de presentar sus espectáculos de teatro y títeres venden los libros que narran sus viajes y los discos que realizan para niños y adultos) con los proyectos que emprenden en diversos países del Tercer Mundo (y que financian justamente con sus incursiones europeas), Bergero y Leibiker hacen del títere un instrumento desde el cual colaborar en la construcción de un mundo más equitativo.

Reunidos en El Bolsón, Bergero y Leibiker se conocerían a partir de una relación de alumna-docente, para luego alternar la vida en familia con su trabajo como maestros rurales. A mediados de los 90, sus inquietudes los llevaron a la creación de una carpintería que se transformó además en un espacio de contención para jóvenes marginados del sistema educativo, según relató Bergero a Rosario/12: "La carpintería se construyó al servicio de un grupo de jóvenes que habían sido expulsados de la escuela primaria por tener más de 15 años, y que no pudieron terminar por distintas razones. Nosotros recogíamos a estos jóvenes y pasaban todo el día con nosotros en la carpintería, donde aprendían también a hacer bijouterie y tambores con pasta de aserrín, a cocinar, trabajar la huerta y hablar de sus problemas. Este lugar se transformó en un centro de agitación para estos jóvenes, y de ahí tomamos el nombre del grupo".

El proyecto se inició entre 1996 y 1997 en El Bolsón, época en la que ambos maestros y artistas se sintieron atraídos por el levantamiento del Ejército Zapatista para la Liberación Nacional, en Chiapas. "Queríamos ser testigos de una revolución que planteara otra cosa para este mundo y entonces pusimos los títeres, que era lo que sabíamos hacer, a disposición del Frente Zapatista, y avalados por las Madres de Plaza de Mayo viajamos por primera vez a Chiapas en el 97. Ahí hicimos títeres por las comunidades rurales de bases de apoyo al zapatismo durante tres meses. Luego regresamos a El Bolsón y nos dimos cuenta que esto de ser titiriteros era una moneda interesante de intercambio cultural, y que si elegíamos este camino teníamos que elegir ser nómades".

Fue ése finalmente el rumbo que comenzaron a recorrer los Viruta y Sudor, siempre llevando al títere no como un mero divertimento, sino como mecanismo de enseñanza, como instrumento de inclusión social. "En general lo que hacemos es contar historias que tienen que ver con lo que conocimos, entonces hay espectáculos que hablan de la deforestación en La Patagonia, o de la guerra de baja intensidad que vimos en Chiapas, o la devastación de los recursos naturales en Burkina Faso, donde trabajamos con un grupo de jóvenes enfermos de Hiv, con quienes construimos una compañía de marionetistas con la que ellos hoy están haciendo giras en Burkina Faso", detalló la artista nacida en Las Rosas.

Más tarde, y de paso por Italia --país que visitaron en numerosas oportunidades--, Bergero y Leibiker se contactaron con la agrupación internacional Payasos sin Fronteras, con quienes viajaron a Nicaragua para trabajar con niños de la calle. Mientras tanto, la llegada del grupo a Rosario tendrá lugar a menos de un mes de su visita a Argelia, donde durante un mes brindaron espectáculos y talleres para los refugiados saharawi.

Todas esas experiencias (a las que se suman otras como la que durante 54 días los llevó a atravesar 9 mil kilómetros, en colectivo, por las zonas de conflicto bélico de Europa del Este, Turquía, Irak y Paquistán hasta llegar a Nueva Delhi), hacen evidente el valor que Viruta y Sudor atribuyen al títere, según apuntó finalmente Bergero: "Si bien utilizamos al muñeco como medio para comunicarnos, lo que decimos se encuadra en diferentes ámbitos. En Italia dicen que el nuestro es un teatro social. Después de cada espectáculo la gente se queda y se arman debates, porque estamos hablando de realidades".

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Sus títeres llegaron hasta la Chiapas zapatista.
 
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