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Domingo, 25 de noviembre de 2012

CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA

Trucos y confusiones

 Por Adrián Abonizio

* Ve la marcha del 8N. En la protesta está el gérmen del desasosiego pues sabe que la esencia no es el cambio: Cada uno de los que marchan saben que nunca serán felices. Son de la clase de gente que va a un cumpleaños y no le gusta la torta o desprecia al homenajeado. En suma, se desencuentran con la vida eternamente. Siempre disconformes, anhelando al Che pero con pánico a que se corporize, deseando una cascada de matanzas propiciada por militares pero horrorizándose por el monstruo que llevan dentro y se animaron a imaginar. Cambiar algo sin saber que. Quieren sangre. Quieren algo que los sacuda de la modorra anestésica. Quisieran terminar con algo impreciso, ese añejo dolor del alma, esa rotura de niebla. Como dijo un viejo avaro hace tiempo y con esta frase quizás se logre explicar sus magras existencias: ﷓Si toda toda la gente fuera igual a mí, no habría más peleas ni guerras.

* Es un autito de porquería, rojo, destartalado con el tipo fumando y dele martillar la bocina estúpida cuando el tránsito está detenido más allá de su impaciencia de bestia. Cuando arranca y se deshace con furia y humo de la fila alcanza a leer en su cola de chapa el sticker: "Su bocina no helicopteriza a mi auto". Esquizofrenia al volante, homínidos que aún no se han erectizado para ser homo sapiens que ya son homo autus terribulum.

* ﷓Pasá mi amor, la cama te espera, se oyó por el portero. A Carlos le sonó extraña la invitación y el tono: Venía a traer una documentación. Sintió que le abrían la puerta y salía ella, la vecina, sorprendida de encontrarse en deshabillé frente a su amigo y no con el amante tempranero y matutino al que solía esperar puntualmente a las 8.30 cuando su marido estaba en el trabajo. ﷓Me confundí de día, se sinceró. Y tomó los papeles rápidamente.

* Hay dos bares en ochavas enfrentadas. Al dueño anterior le subieron el alquiler desmesuradamente y tuvo que cerrar. No pudo indemnizar a los empleados de siglos y estos tomaron los muebles y todo lo que pidieron para mudarse enfrente y abrir en cooperativa otro con el mismo nombre. Resentido, el dueño anterior reabrió entonces con un nombre igual pero agregándole Hnos, al final. Por eso la gente que va al primero al sentarse en las mismas sillas añosas cree estar en el segundo que a la vez es el primero. Un cuento alucinatorio que ocurre en Pellegrini y Alem en los dos bares opuestos y tan iguales.

* ﷓Mirá que hay calles y nombres de significado variado: Nombres de seudo patriotas criminales, patriotas de verdad, desconocidos, fechas. Hasta una calle que se llama Verano. Pero no, justo a mí que desde chico me viene pesando esta verguenza de cuando me preguntan la calle donde vivo tengo que decir: ﷓Damas Mendocinas, exagera con la voz aflautada.

* Había tomado un taxi y el chofer, un gordo estrafalario, sudado y nocturnal le propinó una catarata de chistes, retruécanos y filosofías cómicas. Como todo buen animador y mago, sobre el final, le dió el vuelto, rapiñándole un billete de diez pesos. Lo dejó hacer, pensando ya en la calle cómo había sido el truco. Y al final, sin rencores pensó que aquella estafa consistía en la entrada para el show a bordo.

* Cuando lo cuenta nadie le cree y se ríen mucho, pero él lo ha alcanzado a ver. Una vecina, harta de que su perrita en celo quedara preñada hasta el infinito, decidió en esos días de ovulación canina, salir con su animalito provista de una bombacha de plástico duro. Frustaba el embarazo sin necesidad de andar corriendo a los galanes con escobas o baldes de agua. Y regalaba un espectáculo extraordinario a los pibes.

* La Ronca, le decíamos a la maestra. Daba Desenvolvimiento, materia que nunca supimos qué significaba del todo. Pero ella, tenaz y enérgica llegaba al aula y se largaba con un fervor a enseñarnos, supongo, reglas ortográficas. Su voz sonaba tan sufriente, desgarrada y penosa que era la única a la que le prestábamos atención en serio. Los niños suelen ser crueles, es verdad, pero igual de piadosos.

* Allá por los ochenta, mientras su amigo le señalaba un conteiner repleto de trastos fue que se enteró que la dictadura había mandado a hacer peines con celuloide de films y discos de pasta debido a la crisis del petróleo. Obviamente, imaginó que en cada peinada, cada repaso sobre una onda de cabellos habría una rebarba, una escoria de música o de escenas. Los fascistas, sin querer, fueron poetizando algunos objetos domésticos. Y en ello reside su maldición.

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