Mención de soslayo a las movilizaciones en Brasil

Durante una visita a la favela Varginha, el Papa aludió a las demandas sociales que sacudieron Brasil durante las últimas semanas al pedirle a los jóvenes que "no se desanimen" ante las "noticias de corrupción", porque "la realidad puede cambiar". Dijo, además, que si bien "existe el hambre, hay otro hambre más profundo: el de dignidad".

Luego de recibir la llave de la ciudad y bendecir los símbolos de los Juegos Olímpicos que se realizará en 2016, el Papa recorrió Varginha, donde encabezó un rezo en la parroquia de San Jerónimo Emiliano y luego salió a saludar a los miles de personas que se acercaron para saludarlo. La Policía local había desaconsejado el evento por cuestiones de seguridad y organización. "No dejemos entrar en nosotros la cultura de lo descartable, porque ninguno de nosotros lo es", dijo.

Durante una breve ceremonia, Bergoglio criticó la "intolerable desigualdad social y económica", dijo que la Iglesia ayudará a las iniciativas que ayuden al fomento social porque, dijo, "es necesario dar el pan al que tiene hambre".

"Los jóvenes poseen una sensibilidad especial por la injusticia. Nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que se apague la esperanza. La realidad puede cambiar. El hombre puede cambiar", añadió

El pontífice, quien se encuentra en Río desde el lunes para presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), bendijo las banderas Olímpica y Paraolímpica, en un acto realizado en el Palacio de la Ciudad, sede de la alcaldía carioca. También ofreció su bendición a la Cruz Olímpica y el Ícono de la paz, símbolos cristianos que en 2014 recorrerán las 12 ciudades que recibirán partidos durante el Mundial de fútbol de 2014. Ambos objetos fueron presentados al pontífice por la nadadora Fabiola Molina y el jugador de voleibol Riad Ribeiro.

Francisco arribó al Palacio de la Ciudad en un vehículo con las ventanillas abiertas, pese a la persistente lluvia que cae sobre la ciudad carioca, y fue recibido por Paes, el gobernador de Río, Sergio Cabral, el presidente del Comité Olímpico Brasileño, Carlos Arthur Nuzman, y el arzobispo de Río, Orami Tempesta.

Entre los cerca de 60 invitados a la ceremonia estaban el coordinador técnico de la selección brasileña de fútbol, Carlos Alberto Parreira, el jugador Elano, y el ídolo máximo del baloncesto de Brasil, Oscar Schmidt, quien sufre de un cáncer cerebral, y se arrodilló ante el pontífice mientras éste le posaba la mano sobre la cabeza dándole su bendición.

Así como lo hizo en todas las oportunidades en las que habló al público desde que arribó a Brasil, donde cumple su primer viaje internacional, Francisco pidió a los fieles "recen por mí", y bendijo a todos los presentes.

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