De lo acústico a lo digital, de lo celestial a lo mundano, del polvo y la ceniza a los cristales y las uvas. Desire, I want To Turn Into You (algo así como “Deseo, quiero convertirme en vos") es el segundo álbum solista de la artista estadounidense Caroline Polachek, aunque técnicamente es el séptimo de su carrera. Dice que el título del disco se puede leer como el deseo obsesivo de convertirse en la persona amada. Pero, la Polachek propone que, quizás lo que verdaderamente buscamos sea convertirnos en el deseo en sí mismo, y esa idea es la búsqueda que pone en marcha su última obra.

Lírica y melodramática, poeta y performer, descripta muchas veces como una hija de Bjork o de Kate Bush, es difícil hablar de ella sin caer en idealizaciones románticas: Caroline podría ser un hada perfeccionista, una hechicera sofisticada, una poeta de la antigua Roma o una sirena perdida. Desde que se presentó en Buenos Aires en el último Primavera Sound, de noviembre del año pasado, los rincones más queer de la ciudad no dejan de hablar de la Polachek. En ese show, mientras lloraba y sonreía a un cielo estrellado lleno de drones, conmovía a un público que la aclamaba por mucho más que su presencia como telonera de Dua Lipa en el Future Nostalgia Tour. (Para algunas, una injusticia: ¿cómo es posible que ella teloneara a Dua Lipa y no al revés?) Tres meses después de su paso por Argentina, mientras da inicio a su tour por Europa y Estados Unidos -su primera gira solista de esas dimensiones-, Caroline lanza su nuevo álbum.

Uno sus grandes méritos es que ha logrado hipnotizar y conquistar a su público sub 25 con baladas excéntricas y experimentos inusuales para el pop mainstream actual, como solos de gaita y sonidos flamencos. Desire, I want To Turn Into You, el disco que lanzó este 14 de febrero, está conformado por doce canciones de las cuales cinco fueron lanzadas como singles durante los últimos meses, con la excepción de Bunny Is a Rider, uno de los himnos más bailados por sus devotas, que salió hace ya un año, en 2021. Pero el hecho de que casi la mitad del disco ya se hubiera dado a conocer antes de salir a la luz no atenúa para nada su impacto. Caroline Polachek produce sus álbumes como obras, como fragmentos de universos narrativos.

Hace cuatro años, en una entrevista con The Guardian, decía “A las mujeres en la industria musical nos enseñan que después de los 35 ya expiraste, y yo quiero probar que eso es, en los hechos, incorrecto”. En ese entonces, a sus 34 -recién estaba empezando, anunciaba- ya había pasado doce años de su vida trabajando en la industria de la música.

Desde su presentación en en el último Primavera Sound, el universo queer no deja de hablar de la Polachek

Prodigia pero siempre de perfil bajo, Caroline fue vocalista del grupo britanico Chairlift e incluso escribió y produjo un single de Beyoncé, No Angel. También creó un par de alter egos musicales: Ramona Lisa, un personaje onírico bajo el cual sacó el disco Arcadia, y el seudónimo CEP que usó para adentrarse en el ambient sin hacer uso de su voz. Amiga del colectivo musical britanico PC Music desde sus inicios (el caldo de cultivo donde empezó a gestarse el género que hoy se conoce como hyperpop), hace años que colabora con productores de la escena como A.G Cook y Danny L Harle. Junto a este último, Caroline produjo el primer disco solista bajo su propio nombre: Pang (2019). Una escultura tallada a mano de una elegancia pop acompañada por lágrimas y sintetizadores.

La tapa del nuevo álbum da una idea de la nueva expansión del mundo Polachek: aparece arrastrándose sobre el piso de un vagón de subte lleno, con el vestido sucio y la mirada decidida, mientras el suelo se convierte en arena. En Desire, I want To Turn Into You, también producido con el prolífico Danny L Harle, Caroline introduce facetas de su personalidad que no dejó ver en su álbum anterior, más introspectivo. Según ella misma, por primera vez se muestra caótica, graciosa, maníaca y rebelde.

Caroline Polachek - Welcome To My Island [Official Music Video]

El primer track del disco, Welcome To My Island, empieza con un alarido a capella que da la bienvenida a un mundo caluroso, un himno catártico sobre estar atrapada en tu propia cabeza, en el que repite como un mantra la frase que da su nombre al disco: “Deseo, quiero convertirme en vos”. En la grabación del videoclip, Caroline le pidió a sus estilistas que la hicieran ver “lo más desesperada y patética posible” para ilustrar la imposibilidad, la frustración del deseo.

Es el mismo clima árido que recorre en Sunset, con sus fusiones flamencas-pop. Pretty In Posible es un experimento, una canción sin versos ni coros en la que se limitó a dejar fluir la melodía, igual que la consciencia. En otro tono, Crude Drawing Of An Angel, experimenta con lo sexual y lo inquietante. “Dibujo tu sangre, dibujo tu aliento / Me salteo lo blanco de tus ojos / Hasta que te despiertes y me mires”

I Believe, una oda a la inmortalidad, está dedicada a su amiga SOPHIE, ícono trans y madre del hyperpop, la artista y productora escocesa que vivió sólo 34 años pero fueron suficientes para convertirla en una visionaria de la música pop-electrónica y una referente de la escena queer en todo el mundo. Fly To You, una colaboración con Dido y Grimes, es una declaración de amor que termina con el sample de unas campanas de iglesia que se oyen a lo lejos, fundiéndose con el canto de unos pájaros. Es algo que Caroline grabó con su celular cuando viajó a Barcelona, al que se refirió como “el sonido del comienzo del verano”, y que eligió para abrir paso a Blood and Butter, una conjunción de dulzura electrónica y folk. “Pintar el cuadro con sangre y manteca / Agua bendita, fuego en el cielo / Dejame buscar a través de tu cara / El tipo de dolor más dulce”.

Caroline se refiere a la seguidilla de estas tres canciones (I Believe, Fly To You, Blood And Butter) como el núcleo dulce y cálido del álbum. Las procede Hopedrunk Everasking, un túnel para escapar del mundo, una metáfora que usa para hablar tanto de morirse como de enamorarse en la que suena un laúd de Europa del Este que Caroline atribuye a sus raíces judeo-ucranianas. El humo de Smoke se alza sobre los volcanes y anticipa la erupción para dar final al disco con Billions, la canción que nos hizo llorar junto a ella durante su paso por el Primavera Sound, un cierre etéreo para este nuevo mundo atravesado por el deseo.

Si Pang fue un cristal redondo, perfectamente pulido, Desire, I want To Turn Into You es un cuarzo con puntas rasposas, una joya escondida en el desierto.