DEPORTES › EL CICLO DE LA GENERACION DORADA EN LA SELECCION DE BASQUETBOL

Grandes éxitos de Manu y Cía.

Desde su conformación en el Preolímpico de Puerto Rico en 1999, pasando por el despegue en el Mundial de Indianápolis 2002, la medalla de oro en los Juegos de Atenas 2004 y el Bronce en Beijing en 2008, un repaso por los hitos de un grupo inigualable.

 Por Ariel Greco

Desde Mar del Plata

Ginóbili tira de tres, anoche frente a Puerto Rico. Sus aciertos le dieron confianza al equipo de Argentina.
Imagen: Télam.

Como pocas veces, un triunfo deportivo como el que anoche consiguió la Selección Argentina ante Puerto Rico hace tanta justicia con un grupo de amigos. Luego de una década de éxitos, con la obtención de una medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 como pico máximo, la Generación Dorada se merecía el premio de clasificarse a los Juegos Olímpicos de Londres ante su público, en un partido inolvidable, con una fiesta casi única e irrepetible. La trayectoria de una de las mejores selecciones argentinas de toda la historia por resultados, continuidad y profesionalismo sumó un nuevo hito, que promete continuidad justo dentro de un año en Londres. Y fue casi como la despedida perfecta ante su gente para muchos de sus protagonistas.

Más allá de la presencia de muchos de sus integrantes en selecciones juveniles, la semilla fundacional de este equipo inolvidable se puede encontrar en un Preolímpico. En 1999, en San Juan de Puerto Rico, también con Julio Lamas como entrenador, aquellos pibes sorprendieron con su actuación pese a la ausencia de Fabricio Oberto, aunque finalmente no se quedaron con el boleto para Sydney 2000. Un cruce desafortunado ante el Dream Team estadounidense en las semifinales cortó la ilusión, aunque un par de detalles trascendieron el torneo: Una inolvidable volcada de Andrés Nocioni entre Kevin Garnett y Tim Duncan, el elogio del DT estadounidense Larry Brown (“fue el primer equipo que de verdad nos quiso ganar”), dos triunfos sobre el local Puerto Rico y la garantía de que en las manos de Ginóbili, un todavía juvenil Scola y compañía estaba el futuro del básquet argentino.

La ausencia en Sydney no frenó la progresión. Y en 2001, en el Premundial de Neuquén, ya con el liderazgo de la nueva camada y la presencia de Rubén Magnano como entrenador, llegaron los primeros logros para el grupo. Sánchez, Ginóbili, Nocioni, Oberto y un Scola recién llegado del Mundial Sub 22 fueron artífices de la clasificación y el título. Diez años después, los cinco sobrevivientes de aquel torneo contribuyeron a la clasificación de ayer. Faltó Leo Gutiérrez, otro histórico de la primera hora del ciclo, que por una arritmia cardíaca no estuvo en la cancha pero aportó como siempre desde afuera.

El año siguiente vino el despegue. En el Mundial de Indianápolis 2002, el resto del planeta los conoció. Con un juego vistoso y efectivo que empezaba a mostrar la identidad de una defensa dura y el pase extra como distintivo, Argentina llegó invicto al cruce con el Dream Team. Y el 4 de septiembre, con una actuación inolvidable, el imperio se derrumbó ante ese grupo de amigos. La coronación del título no llegó por la polémica última jugada en la que el yugoslavo Marco Jaric le cometió falta a Hugo Sconochini, pero los árbitros no la pitaron y el juego se definió en tiempo suplementario. Ya no hubo lugar para la hazaña, pero el mundo ya sabía de lo que era capaz ese equipo.

Más allá de algunos altibajos en la primera fase, la clasificación para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 no generó inconvenientes. Y en Grecia llegó la gloria máxima: Ya con Carlos Delfino integrado al equipo, la Selección volvió a bajar a Estados Unidos en las semifinales y consiguió la medalla dorada en la final ante Italia. Era la revancha que varios integrantes del equipo se habían jurado en 1997 en una pieza en el Mundial Sub 22 de Australia, cuando un triple agónico les había impedido acceder a la final de aquel certamen.

Tras el año sabático para casi todos en 2005 por la clasificación garantizada para el Mundial 2006, Japón fue el siguiente peldaño en la escalera al éxito, ya con Sergio Hernández como nuevo conductor. Pero un triple de Nocioni desde la esquina en el último segundo que no quiso ingresar y que durante mucho tiempo fue la imagen del fondo de pantalla de su computadora, impidió el triunfo ante el futuro campeón España. Sin embargo, la continuidad en los resultados motivó el primer lugar en el ranking mundial.

A esa altura, con el desembarco argentino en la NBA, ya no fue tan sencillo dar el presente en cada torneo, además del retiro temporal de Pepe Sánchez. Por eso, el Preolímpico de Las Vegas significó un desafío extra para un equipo plagado de ausencias. Pero la presencia de Luis Scola y Carlos Delfino fue más determinante y el equipo obtuvo su boleto para los Juegos Olímpicos, tras un memorable triunfo ante Brasil en las semifinales, con el capitán como principal figura.

Beijing 2008 marcó otro mojón importante para la Generación Dorada. Con menos recambio, arrastrando las lesiones de Ginóbili y Nocioni y disimulando ventajas físicas, Argentina superó por el tercer puesto a Lituania y obtuvo la medalla de bronce, festejada como si fuera de oro.

El Premundial de 2009, otra vez con muchas bajas, no arrancó bien, con dos derrotas seguidas, pero el corazón del grupo revirtió el mal momento y de nuevo se terminó obteniendo el preciado boleto. La renuncia de Ginóbili y la ausencia de Nocioni por una lesión en el tobillo izquierdo marcaron otra vez la previa de Turquía 2010. Pero de nuevo, el prestigio quedó intacto, más allá de la estrepitosa caída ante Lituania en los cuartos de final. Los triunfos ante el Brasil de Rubén Magnano y ante el saliente campeón España lavaron cualquier imagen y el quinto premio final fue tomado como más que un premio consuelo.

La elección de Mar del Plata como sede del Preolímpico aparecía como la despedida ideal de la Generación Dorada del público argentino, antes del adiós definitivo y, probablemente glorioso, en los Juegos Olímpicos. Por eso, el triunfo de anoche, ese que garantizó el boleto para Londres, resultó un estricto acto de justicia para un equipo que no se cansa de hacer historia.

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